21 de diciembre de 2013

Clase de Infecciosas 1ª vuelta. El Paciente de Berlín

Después de un examen de Farmacología Clínica más agrio que dulce, no me quedaban muchas ganas de tocar un solo libro durante los próximos tres meses. Pero siendo realistas, la vida continúa y los exámenes no saben de desánimos, por lo que sin darme tiempo ni a pensarlo, tuve durante el jueves y el viernes las dos clases de primera vuelta de Infecciosas.

Esta asignatura forma parte del próximo examen que tengo en la facultad, englobada en una única asignatura junto con Toxicología, Geriatría y Oncología, por lo que suponía que, a pesar de no haber leído mucho acerca del temario durante el cuatrimestre, me iba a venir de perlas de cara a aliviar el estudio durante las Navidades, que se acercan a un ritmo bastante peligroso. Desde que me siento en mi silla el primer día y escucho cómo el profesor introduce la asignatura soy consciente de la utilidad de estas dos clases, por lo que decido no perder detalle.

El doctor, un médico del Hospital 12 de Octubre, comienza su función con un repaso sobre el tratamiento empírico de los diferentes microorganismos. Durante el primer día nos centramos en la explicación de las neumonías, las meningitis, las endocarditis y alguna que otra infección más "general". El segundo, dedica la práctica totalidad de la tarde al estudio de la Tuberculosis y el paciente VIH+. Si el primero me enganchó por su buena metodología y su capacidad para hacer de algo tan complicado según mi opinión, algo tan sencillo, el segundo día culmina haciéndonos comprender ciertos aspectos del tratamiento de ambas enfermedades que nunca habría logrado sistematizar de aquella manera.

Además de la teoría, estupendamente explicada, hicimos los test de primera vuelta casi al completo como de costumbre. Pero esta vez me decido por centrarme en otro tema diferente a la clase en sí, pero directamente relacionado con ella: el Paciente de Berlín. Ya había oído hablar de él con anterioridad. Aquel individuo misterioso que ha logrado curarse completamente de la infección del VIH, decían. Cuesta imaginárselo, ¿verdad?. Una infección hasta ahora incurable, erradicada completamente del organismo de un ser humano. ¿Quién es él? ¿Cómo se logró semejante avance? ¿Cómo consiguió aquello con lo que sueña gran parte de la población mundial?¿Quién logró llevarlo adelante?...

Empecemos por su verdadero nombre: Timothy Ray Brown. Nació en Seattle en la década de los 60. Mientras cursaba sus estudios en Berlín, en 1995 fue diagnósticado de infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Desde ese primer momento, se sometió a la terapia antirretroviral de la época, manteniendo un buen control de la enfermedad. Llega el año 2006, y no contento con estar bajo el estigma social de la infección por el virus, se le diagnostica una Leucemia Mieloide Aguda. El asunto empieza a pintar bastante feo, y donde todo el mundo ve un pronóstico ominoso de la enfermedad, el doctor Gero Hütter ve una oportunidad.

Este médico, investigador alemán asociado a la Universidad de Heidelberg, está al corriente de las últimas actualizaciones sobre la enfermedad, que hablan sobre una posible "inmunidad" frente al virus. Se entera de cómo el 1-2% de la población caucásica es portadora de una mutación en el correceptor CCR5, situado en la superficie de células inmunitarias. Esta mutación, impediría la entrada del virus a las células y de esa forma, no podría insertar su material genético en el del individuo para pasar desapercibido y oculto del escuadrón inmune. ¿Por qué no? ¿Por qué no, ya que necesita un trasplante de médula ósea para curarse de la leucemia, buscamos a alguien con médula compatible y que, además, tenga esa mutación que impida alojar el virus?, debió pensar Gero. 

En el año 2007 y en el año 2008, Timothy recibió dos trasplantes mieloablativos de precursores provinientes de un donante homocigoto para dicha mutación. Se destruyen todas las células inmunitarias  que él tiene, y se le pone un caldo con las del donante, con esperanza de que prenda en médula ósea y que además se consiga hacer algo con la infección del VIH. El paciente se cura de su leucemia, pero  ¿Qué ha pasado con el virus? ¿Sigue ahí? En principio la carga viral es indetectable, pero eso es normal, se han cargado su sangre. En 2009, un año después y tras abandonar la terapia antirretorivral durante todo este tiempo, Timothy continúa con su carga viral indetectable ¿Dónde está el "virus incurable"? A día de hoy continúa igual, y es por eso que se le considera completamente curado de la infección.

Timothy Ray Brown
Volviendo al tema de la clase, puede que fuese una clase maravillosa simple y llanamente por las explicaciones. Puede que fuese una buena clase por la sistemática o la intervención de R2D2 en la explicación de los correceptores de infección del VIH. Puede que fuese buena por mucho motivos, pero yo, quiero quedarme con que además de todo lo aprendido de infecciosas, me ha permitido ser consciente de hasta qué punto avanza la medicina. 

Hasta el punto de que donde alguien humano y corriente solamente puede ver que las cosas se complican irremediablemente, torciendo el camino hacia un precipicio inminente por el que caer, llega alguien que puede ver más allá. Ese alguien, el doctor Gero, devuelve el camino no solo hasta el momento donde se tuerce de manera irremediable, sino que consigue ir más atrás y dar una nueva oportunidad de hacerlo desde el principio. Hasta ahí avanza.



A.

P.D: Si has llegado hasta aquí y has sido capaz de encontrarle el gusto, puede que te interese un libro que yo me leí un par de años antes de entrar en la carrera y que sin duda volveré a leerme cuando la termine. El libro se llama "Más grandes que el amor" de Dominique Lapierre, y habla sobre la historia del descubrimiento del VIH, con un caracter narrativo-histórico bastante interesante. Ahí lo dejo.


15 de diciembre de 2013

Simulacro 2

No han pasado más de cuatro semanas desde la experiencia del primer simulacro, y ahora, a cuatro días de un examen de la Facultad, tenía programado el segundo. Llevaba toda la semana dándole vueltas a las dos opciones. "Me levanto temprano, estudio un poco y voy a la sede" o "Dios, ni de coña puedo estar cinco horas haciendo un simulacro. Ya lo haré después con más calma". Pues bien, después de mucho pensar en esas dos opciones, opté por la tercera "Buah, me centro en el examen de Farma y hago el simulacro la semana que viene... Joder que aburrimiento, no me apetece estudiar ¿qué hago? Son las 17.00h y ya es tarde para ir a hacer el simulacro a la sede. Ah no! Espera, me lo descargo y lo hago en casa ahora". Como podrás imaginar, lo que en un principio parecía la solución a todas las dudas, se acabó convirtiendo en todo menos en un simulacro hecho y derecho.

Me siento en el sofá y descargo el documento PDF de la página del alumno. Lo abro y pienso en los consejos que nos han repetido varias veces ya. "Contar las páginas? Yo cuento lo que quieras, pero como no vengas a mi casa a darme el Modelo de examen 0..." Empiezo por la primera pregunta y me lo pienso " ¡Hostia, no!, que se empezaba por la primera sin imagen" Me voy a la 31 y es de Digestivo "Defiéndete como sepas-puedas" paso sin ton ni son, descartando bastantes respuestas de cada pregunta, y quedándome siempre con unas dos o tres posibilidades. Toca jugársela y vivo el simulacro como el anuncio del PALO "¡UN PUEDEEEEEEEEEEEE!". Marco la del "puede" como verdadera y continúo. Paso a Cardio y me siento más cómodo, respondo con mediana soltura y me agarro como si me fuese la vida en ello a cada uno de los trucos que nos han contado. "Una respuesta larga sacada como de un libro. ¡Ésta! Una oveja negra... ¡ésta!". De ahí paso a Neumo, y sin mucha gloria avanzo hasta Reuma, Neuro, Endocrino, Hemato, Nefro... "¿Qué pasa, que en este simulacro no caen preguntas de las especialidades que ya he dado clase en la academia?" Que desesperación.

Entre medias de todo esto no paro quieto. Las 352 posturas que he adoptado hasta el momento no me resultan del todo cómodas, a pesar de estar sentado en el chaise-longue del sofá, con una coca-cola y unas patatas haciéndome una grata compañia. "Muy bien A., a los simulacros hay que venir preparado". Intento respetar los tiempos en la medida de lo que me es posible, pero la verdad es que la diferencia entre estar en una clase o en tu propia casa hace que te tomes las cosas de otra manera. Miro el reloj. Voy bien de tiempo teórico, así que creo que la cosa tampoco está siendo tan catastrófica. Continúo con el examen, escribiendo las respuestas de 50 en 50 en un folio en sucio que encuentro. "Venga, ahora que has empezado no puedes dejarlo a medias, que estas cosas o se hacen del tirón o no se hacen...". Me acomodo el cuello, me estiro, cambio las patatas fritas por unas galletas saladas para amenizar la tarde y sigo.

Estadística. "NO, que no cunda el pánico. Has dado dos clases en la academia que te han dejado claro de qué va la cosa y estas estudiando Farma Clínica que algo debe ayudar. Respira tranquilo y piensa, joder" Leo tranquilo haciendo caso a mi yo interior y veo que es verdad. Las clases me han cambiado la manera de ver las preguntas. Lo que en el primer simulacro juraría haber visto escrito en sánscrito, esta vez tenía algo (no todo) de sentido. "Uy sí, esto me huele a que es la B" "Ésta cláramente no es ni la A, ni la C, ni la D. ¡Qué empiecen los septuagésimo quintos Juegos del Hambre!". Termino con la sensación de haberme defendido mejor que en el anterior, o por lo menos haber entendido mejor lo que me preguntaban.

Continúo con el mismo método que en el simulacro anterior hasta llegar al final. Solamente había una diferencia: estaba en mi casa. En un sofá, con un surtido de aperitivos y una coca-cola rellenable que me empujaba cada 45 minutos al baño; con un ordenador en vez de un cuadernillo; con el móvil vibrando a intervalos de 20 minutos (como mucho); y con un hilo musical de fondo que, al igual que calma a las fieras, apaciguaba mis ganas de estar haciendo el simulacro. Me miro las imágenes que me suenan de haberlas visto en el MIR de hace uno o dos años, termino de pasar las respuestas a mi "plantilla" y lo doy por terminado.


Globalmente, el simulacro me ha salido mucho mejor que el anterior. Mi sorpresa al meter los resultados de la plantilla eran equiparables al grado de desconcentración que tenía durante ciertos momentos del simulacro. Por eso, si estás leyendo esto y te fías del consejo de este ente virtual ¡No hagas el simulacro en tu casa! Puede que termine por salir bien, como ha sido mi caso, pero en realidad las circustancias no creo que sean ni medio parecidas a cómo será el MIR. A no ser que no me hayan contado que durante el examen ofrecen una degustación de 4 tipos diferentes de aperitivos con un surtido de refrescos a probar, en cuyo caso sí serían las condiciones similares.


Saludos, y hasta la próxima.




A.

10 de diciembre de 2013

Clase de Estadística de 1ª Vuelta

Solo ha pasado una semana desde que un cirujano vascular nos sorprendió con una maravillosa clase de Epidemiología, y CTO ha decidido que la mejor manera de complementar el estudio de primera vuelta de una de las asignaturas más rentables de cara al MIR era que la segunda parte, la dedicada a Estadística, la diese un traumatólogo. Podría parecer un inicio pesimista y desalentador sobre la calidad de la clase, dada la idea preconcebida que tenemos todos, o por lo menos la gran mayoría, de los traumatólogos y su conocimiento sobre "loquenoestraumatología", pero he de decir que nos ha cerrado la boca a más de uno.

Dado el buenísimo nivel alcanzado la semana pasada en una de las asignaturas que más engorrosas me parecen, se me hacía difícil tomarme el primer café de la mañana sin plantearme si la clase de hoy podría ser por lo menos parecida. A medida que avanzaba la mañana y llegaba la hora de presentarse en la academia, me iba haciendo a la idea de que no iba a ser igual y que no por ello tenía que ser mala. 

Empieza la clase, el profesor se presenta como traumatólogo y mi ánimo se desploma. Sin embargo, empieza a explicar el cálculo del tamaño muestral, y me cierra la boca, coge mis prejuicios y los tira por la ventana. Sistemático. Sencillo. Lógico. Ordenado. No había apelativos que no fueran positivos. Me engancha. Sigue explicando los diferentes tipos de variables en estadística, y continúa con medidas de tendencia y medidas de dispersión. En ese punto me paro a pensar y me doy cuenta de que verdaderamente este tío no estaba dando clase. Estaba obrando un milagro. Yo, el que nunca entendió un sólo concepto de Estadística durante la carrera y que rehuía de todo enunciado que albergase un número, estaba entendiendo a la perfección la sucesión de pasos que se deben tomar para hacer un buen análisis estadístico de un estudio. Me estaba enterando de la importancia de las características de la muestra para usar una medida de tendencia u otra, y en consecuencia, una medida de dispersión o la otra. Estaba comprendiendo la importancia del error alfa y del error beta. Estaba metido de lleno en una explicación que contenía fórmulas, números y alguna que otra relación matemática, y no me temblaban ni las piernas. Lo que yo te diga, un milagro.

La clase continúa con muchas más ideas teóricas y otras tantas prácticas, con el manejo de la estadística descriptiva, intercalando cada explicación con una buena cantidad de preguntas de test. Cada pregunta era una excusa para explicar algo, pero casi todas eran prácticamente iguales. Empiezo a darme cuenta de que, como quien dice, esto es sota, caballo y rey. Nada de grandes tratados de Estadística como se empeñan en darnos en la facultad. Con cuatro conceptos bien ordenados no es tan difícil de entender. 

Llega el descanso antes de lo previsto y todos los compañeros salimos entusiasmados con los estómagos sedientos y las buenas sensaciones de estar aprovechando la tarde. Respiramos, nos ahumamos y subimos al segundo asalto. El ritmo no decae y a medida que avanzan las preguntas me encuentro con enunciados que me recuerdan a alguna de las preguntas que encontré en el primer simulacro, y que en su momento me parecieron escritas en hebreo. Las saco y me siento semidiós. Esto funciona, amigos. Pasamos a la estadística inferencial y aunque la cosa se complica, el señor traumatólogo sigue dando la talla y continúa con el buen ritmo que llevaba. Termina haciéndonos una tabla sobre los diferentes test estadísticos que se hacen en función del tipo de variable (a memorizar sí o sí, muy a mi pesar) y sin darnos cuenta, todo acaba y la cabeza sigue en su sitio. No me lo termino de explicar, pero con cuatro explicaciones muy bien explicadas tengo todo en su lugar.


Todo esto me demuestra lo que ya sospechaba desde hace mucho tiempo. Este sistema me ha terminado de confirmar que todo el contenido que se empeñan en hacernos engullir en la facultad termina siendo inútil si no lo sistematizan de la manera adecuada y que con mucho menos se puede llegar a hacer mucho más. Ahora solamente me queda esperar a que estas dos clases me sean de utilidad ya no para el MIR, que eso no lo pongo en duda, sino también para el examen de Farmacología que tengo antes de la siguiente cita con la academia. Y hasta entonces, me despido.



A.



3 de diciembre de 2013

Clase de Epidemiología de 1ª Vuelta

Siempre se ha dicho que Medicina es la menos científica de todas las ciencias. De la misma forma, la Medicina siempre ha sido entendida como una fusión entre las humanidades, las letras y la ciencia, despreciando en parte, el componente de números que lleva implícito esta última. Pero para todo aquel creyente en que la Medicina está completamente exenta de numerología, que se desengañe. Para eso llegaron unos tíos y se inventaron la Epidemiología.

Puede parecer que la Medicina actual tiene tantas cosas que descubrir, que lo que menos le preocupa al médico es manejar con soltura un conjunto de cifras y fórmulas, y que lo que debe hacer es centrarse en el estudio de la fisiopatología y las dianas terapéuticas de las enfermedades. Sin embargo, y como se me ha demostrado en los últimos años de la carrera, la Epidemiología es una de las partes más importante de la práctica médica, y prueba de ello, es el peso que tiene de cara al examen MIR. De las 225 + 10 preguntas que componen el examen, el número medio de preguntas de Epidemiología es de 20 (aproximadamente un 8,5%). Es por eso que la academia ha recalcado la importancia de prepararla adecuadamente, y en consecuencia nos han dado una maravillosa clase de primera vuelta.

La tarde empezaba con el ánimo de saber que, además de la preparación del MIR, la clase iba a facilitarme en gran medida el examen de Farmacología Clínica que tengo en la facultad en apenas unas semanas. Iba siendo consciente de la pésima base del temario que tengo y siendo complemente creyente en que "Él método" volviese a hacer de mí un chico con las ideas claras.

El profesor, un cirujano vascular del H. Clínico San Carlos de Madrid (sí, un cirujano, has leído bien), empezó explicando métodos de validación de las pruebas diagnósticas, y desde el minuto uno me di cuenta de que el tío era un auténtico genio de la docencia. Explicaba, daba ejemplos prácticos, ayudaba a razonar cada una de las preguntas de test detenidamente, proponía ejercicios para resolverlos de manera individual y luego exponerlo de manera conjunta... Después de entender qué era y cómo se hacía una tabla de contingencia (concepto que me explicaron en primero de carrera pero que, obviamente, estaba perdido en algún sitio donde ni mi razón ni mis ganas me permitían encontrarlo), empezó a explicar las medidas de frecuencia y las medidas de asociación. Llegados a este punto, en el que mezclaba la incidencia con la densidad de incidencia, y los falsos negativos con los positivos, y el VPP con el VPN, mi cerebro y mi vejiga no estaban en condiciones de seguir hacia adelante. Todo lo bien que lo estaba haciendo el profesor, se estaba liando en mi cabeza por la mundana necesidad de salir a descansar.


Al volver del descanso y con la consciencia subiendo peldaños en la escala de Glasgow, estaba preparado para el segundo asalto, que no hizo otra cosa que mejorar. La parte final de la tarde la dedicamos a sintentizar de manera sistemática los estudios epidemiológicos, repasando los más importantes, y dejando los secundarios para abordarlos detenidamente durante la segunda vuelta. Llega el final de la clase y me levanto del asiento doblemente satisfecho. No solamente había logrado comprender un temario que en la facultad se me resistía desde el primer día que puse un pie dentro, sino que lo que habíamos estado repasando había aclarado conceptos que necesito para el examen de dentro de dos semanas.

La semana que viene tendré la clase de Estadística, otro de los grandes huesos que nunca me he visto en condiciones de roer, y muy relacionado con la clase de esta semana. Juntas forman lo que he decidido llamar la "numerología de la MIRicina", un conjunto de conocimientos en base a números y fórmulas que creí que nunca iba a volver a tener que repasar, pero que sin olvidar la importancia de las letras y las humanidades, forman parte indiscutible de esta ciencia que llamamos Medicina.



A.





30 de noviembre de 2013

Clase de ORL de 1ª Vuelta.

Después de todas estas semanas en la academia, iba con gusto a mi cita semanal en la sede de Francisco Silvela. Tocaba dar Otorrinolaringología y, aunque no sea una de mis opciones de cara a elegir especialidad, es una especialidad que me gusta bastante el tipo de patologías que aborda, por lo que si añadíamos las buenas sensaciones que me dejaron las dos clases de Pediatría pasadas, tenía pinta de ser otra tarde de esas en las que salgo con la sensación de haber aprovechado el tiempo. Nada más lejos de la realidad.

Esta vez tengo que decir que, al igual que en ocasiones anteriores me costaba hacer un ranking sobre cuál de las clases había sido mejor, esta vez me ha resultado muy sencillo. Esta es la peor clase que hemos dado hasta ahora en la academia.

El profesor, un hombre a primera vista campechano y con ganas de hacerlo lo mejor posible, empezó por la sección de Otología. Comenzó con un repaso anatómico y de las pruebas de exploración funcional del oído, para pasar después a abordar la patología del oído durante la primera parte de la tarde. Desde el primer momento, me di cuenta de que esta clase no era como las demás, en las que el profesor captaba la atención de los alumnos proponiendo preguntas de test para que las resolviesen. En esta ocasión, se limitaba a coger los test de primera vuelta y decir "Pregunta número 5, la correcta es la respuesta 4" y luego explicaba el temario. Desde el principio me noté perdido entre sus explicaciones, que todo hay que decirlo, fueron de todo menos ordenadas...

Yo estaba callado, intentando prestar atención, y preguntándome si sería yo el único que estaba completamente perdido. Miraba las caras de mis compañeros, y ninguno de ellos mostraba signos clínicos de descontento con la clase. "Será costa tuya, inténtalo de nuevo. Cambia la actitud", me decía. Volvía a intentar poner ocho de mis cinco sentidos en intentar buscarle una lógica al esquema que hacía el profesor. Y de repente, llegamos a la otitis. "Bien, venga, este tema se te da bastante bien. Aprovecha para reengancharte a la clase". Tal cual empieza la explicación mi cara empieza a asemejarse discretamente a El Grito de Munch.

En ese momento, mi compañero y yo nos miramos y resoplamos a la vez. Queda claro. No soy el único que está desesperado con la explicación. Decido girarme y buscar la existencia de más cómplices, que pensasen que por una vez, la docencia en la universidad había sido más provechosa que aquella. La gente había alcanzado ese momento en el que la musculatura de la mímica trabaja de manera autónoma, y sus caras reflejaban lo que yo llevaba pensando 3/4 partes de la clase: no puede estar saliéndole peor. Empieza con la otitis externa, luego pasa a la otitis serosa, y luego a la OMA, pero llegado a este punto explica la perforación timpática, y luego vuelve al tratamiento de las tres otitis anteriores, para terminar hablando de complicaciones intra y extracraneales de las otitis... Vamos ¡un desorden en toda regla!

Llegados a este punto, empiezo a realizarme preguntas existenciales que ni los más estudioso de la metafísica podrían responderme. "¿Qué hago aquí, tirando la tarde por el sumidero, cuando tengo muchas otras cosas que hacer?" "¿Qué hago, me quedo aquí a esperar que este hombre siga agitando mi cabeza y desordenando lo que yo tenía bien amueblado en mi cabeza sobre ORL, o por el contrario me voy y concluyo aquí la misión de intentar refrescar ORL?".

Se acerca el momento de decidir. El descanso está a la vuelta de la esquina. Mientras tanto, el profesor ha seguido la misma dinámica que hasta ahora, proponiendo preguntas que él mismo respondía sin siquiera dar la oportunidad de pensar en las respuestas, explicando temario de manera desordenada, liándome más si cabe... Tomo la decisión. Me voy.

Al salir al descanso todos los compañeros, comentábamos lo mismo. Después de dos horas de una caótica explicación, nadie podía disimular el descontento que tenían sobre la clase. Se habla con los delegados, proponiéndose que si es posible, en la segunda vuelta, la clase de ORL esté enfocada de otra manera, con otro profesor con el que quizá tengamos más conexión que con el de esta tarde. Termina el descanso y mis resignados compañeros vuelven al aula, y yo me quedo fuera, con la sensación de estar tirando la tarde a la basura, pero sabiendo que entrar en ese aula no iba a cambiar mi apreciación por el tiempo desaprovechado.

Esperemos que cuando escriba sobre la clase de ORL de segunda vuelta, pueda decir todo lo contrario de lo que escribo ahora. Porque el fallo durante la primera vuelta no me preocupa en exceso, pero no me gustaría volver a la academia en segunda vuelta y encontrarme con el mismo panorama.



A.


17 de noviembre de 2013

Simulacro 1

Suena el despertador un sábado por la mañana, abriendo un día que, desde el pensamiento del recién despertado, parecía otro sábado más normal y corriente. Sin embargo, con un café en el estómago y la cara lavada me doy cuenta de que no. Que este sábado, era el día de ir a la academia a hacer el primer Simulacro de la preparación del MIR.

Pereza. Una buena palabra para explicar la sensación inicial. Seguro que a más de uno se le ocurre un plan mejor para invertir el sábado por la tarde.
Curiosidad e intriga. Otras dos bastante adecuadas para contar lo que sentía de camino al simulacro. ¿Cómo iba a lograr aguantar 5 horas en una sala haciendo un examen? ¿Cómo iba a ser capaz de responder a preguntas de temario que no he visto desde hace dos, tres o incluso cuatro años?...
Sorpresa. Una palabra que resume bastante bien la experiencia.

Llego a la cita, 15.30h. en la primera planta de la sede para el primer pase de lista. Hay gente por todos lados. Caras conocidas y otras no tanto. Empieza el llamamiento, y con el volumen de gente por los pasillos, nadie se entera de que le llaman. Me llaman, enseño el DNI, me dan el examen y la plantilla para rellenar las respuestas y tomo asiento en el aula. De entrada me siento cómodo, sentado y esperando que entre todo el mundo para poder empezar, y así terminar lo antes posible. Nos leen las normas básicas (nada de móviles, la primera hora no se puede salir, la última media tampoco, si queremos salir al baño hay que levantar la mano y dar el examen...). Llegan las 16.00h. y empiezo.

Desde el principio sigo los consejos que me mandó mi tutora via e-mail un par de días atrás. "Deja las preguntas de imágenes, generalmente las primeras, para el final". Las 30 primeras son relacionadas a imagen. Las paso. Empiezo por la 31: Pediatría (perfecto). Me siento cómodo y contesto sin mucha dificultad las primeras, me gusta el temario y dimos la clase ayer. La cosa está fresca en mi mente y no se resiste. Avanzo y se acaba el bloque, dejando el paso a Estadística. "¿Qué me han enseñado en la facultad a mí sobre Estadística?" "¿Qué dice aquí de un estudio? Ah.. ni idea, pero es la 4 fijo, que en el libro del Dr. Macarrón poner que por probabilidad, la respuesta número 4 es la más frecuente." Venga va, sigamos como si nada, ya habrá cosas mejores.

Llega Inmunología y para mi sorpresa me siento cómodo respondiendo a algunas (otras, evidentemente, no), cosa que nunca me habría pasado un par de meses atrás. Seguimos por Digestivo, otro bloque de los gordos, recordando cosas de la facultad y otras que creo no haber leído en mi vida. ¡Pregunta 81! Toca pasar a la plantilla y aprovecho para darme un respiro mental, al fin y al cabo solamente es pasar números a una hoja. Termino mi recreo mental y sigo con un par más de Digestivo para seguir con Reumatología. Seguimos del mismo modo con las siguientes, hasta la 131 "¡Otro descanso cerebral pasando a la plantilla!" Paro y tomo algo de agua, pero ahora mismo me siento demasiado bien cómo para descansar. Ya habrá un momento de fatiga mayor. Ahora toca las 10 últimas preguntas del examen que son las de reserva, y según me han dicho, son las más importantes de todo el examen, puesto que es seguro que ninguna de ellas es impugnable. Salgo más o menos airoso y vuelvo a donde lo había dejado.

Continúo con Cardiología, otro de los gruesos del MIR, Neumología, NeruofcsmdkkhdyrloöâÛN. Necesito un descanso. Ahora sí que sí. Necesito mi sandwich de jamón y queso envuelto en una maravillosa funda que hace poco ruido para que los compañeros que tengo alrededor no me deseen una muerte lenta y dolorosa. Me lo como con ansia y bebo agua con la esperanza de reexpandir mi sustancia gris. Me encuentro mejor, tomo aire y continúo. Termino con un bloque de cincuenta preguntas y las paso. Empiezo las siguientes cincuenta y mi vejiga juega en mi contra. Levanto la mano y salgo. Expulso la botella de 500ml. de agua que llevo dentro y vuelvo al aula. El cerebro me flojea. "¿La hora?" "¿Qué hora es?" "¿Cuánto tiempo llevo aquí metido? Esto debe estar a punto de terminar." Meto prisa y logro llegar a las de imágenes. Tengo la lengua fuera. Quiero dormir, o por lo menos adoptar posturas que no sean factor de riesgo para desarrollar artrosis precoz. Tengo las piernas dormidas, el culo aplanado y la espalda escoliótica. "Llevo mucho tiempo aquí sentado, ¿Me estará dando un TEP?" "¡¡SIGUE, y deja de distraerte!!"

Imágenes, "¡Oh, qué bonito! ¿Qué es?" "No, no, lee la pregunta y no mires la imagen. Te han dicho que es muy posible que no la necesites para responder a la pregunta." "Uy, pues es verdad, esto parece que funciona". "¡Guala!¡Qué placa de cráneo bonita en la que se ve....Exactamente,¿Qué se ve?""! Ah sí, clarísimo, un implante coclear ahí en la esquina superior izquierda ¿Sí, no? Buengo venga, termina... que esto debe estar a punto de acabar"... BIEN! Última pregunta, un fondo de ojo... me siento como arrastrándome por el suelo cómo quien acaba de correr los 42 Km. de una maratón y está a punto de rozar la meta con la punta de los dedos. Acabo de pensarla y contesto. Vale, ahora solamente queda pasar las respuestas de éstas últimas a la plantilla "-¿Compañero, me dices la hora?" "-Las 19.45h." "¡¿CÓMO?!, ¿¿QUÉ LLEVO AQUÍ SOLAMENTE  3 HORAS Y 45 MINUTOS?? ¿ES QUE LA TIERRA HA DECIDIDO DEJAR DE ROTAR SOBRE SU EJE MIENTRAS YO ESTABA AQUÍ DENTRO?" Paso las respuestas rápido a la plantilla y me salgo. Necesito oxígeno o algo similar. Se ha acabado y he salido vivo, aunque con el cuerpo como si hubiese pasado por encima de mi alguna máquina de esas que tiran casas abajo. Mis más sinceras felicitaciones a mis nalgas y mi cerebro por el esfuerzo realizado.


Tras haber descansado toda la noche, me levanto y desayuno tranquilo. Antes de comer, decido arriesgarme a meter la plantilla en el Sitio del Alumno. "¡LA HOSTIA!" No esperaba que me hubiera ido así. No sé si está bien o mal, pero la verdad es que yo personalmente me lo esperaba muchísimo peor. Después de todo me quedo contento y desanso. Ahora solamente queda esperar que poco a poco, aprenda a dosificar mis esfuerzos y llegar al final del examen como una persona humana.



A.










15 de noviembre de 2013

Clase de Pediatría de 1ª Vuelta

Y por fin llegamos a una de mis asignaturas favoritas. Pediatría. Creo que cualquiera que haya leído el blog con anterioridad puede ser consciente de que esta especialidad es una de mis primeras opciones de cara a ejercer el día de mañana, por lo que supongo no será necesario recalcar las ganas que tenía de que llegase esta clase.

La verdad es que no es que no me haya defraudado, es que me ha reafirmado en mi pensamiento de lo bonita y completa que es la especialidad. Si la semana pasada decía que la  clase de Oftalmología de 1ª vuelta me había parecido una de las mejores hasta el momento, Pediatría queda en un nivel incluso superior. El profesor ha sabido defender la especialidad de un modo heroico, haciendo que incluso aquellos compañeros míos que odian la pediatría hayan salido contentos con la forma de explicar un temario que entiendo que puede resultar algo engorroso si no te gusta. Ha sido ameno en todo momento, ha recalcado los puntos más importantes, ha encuadrado patología muy difícil de sistematizar en un par de cuadros resumen que ayudan a responder practicamente cualquier pregunta que se nos plantee... En definitiva, ha sido una clase de 10.

Durante esta vuelta, tendremos dos clases de Pediatría, y en esta primera, ha centrado la explicación en el temario correspondiente a Neonatología y a la patología del aparato digestivo en pediatría. Desde el principio me he sentido cómodo con el temario, recordando conceptos explicados en la facultad y otros tantos aprendidos durante las prácticas. Desde la exploración física del recién nacido normal, hasta el diágnostico diferencial de las enfermedades pulmonares neonatales, para teminar llegando al estudio de las ictericias del RN. Tras el descanso rutinario y de oxigenación cerebral, hemos "repasado" la sepsis y la patología infecciosa connatal (una de mis partes favoritas de la especialidad), para acabar la clase con algunas de las patologías digestivas del niño.

He de decir que, a diferencia de otras clases en las que después del descanso y acercándonos al final terminaba por sentirme saturado de información, esta vez no he sentido el agotamiento mental que acarrea el estar durante cuatro horas sentado en una silla escuchando y resolviendo test sobre patologías muy diferentes y a la vez parecidas entre sí. Ha llegado el final de la clase y yo seguía embobado, sin poder dejar de pensar en cuánto me gusta la especialidad y en lo fácil que resulta aprender cuando te explican las cosas de una manera tan simplificada.

Otra buena crítica, y esta dirigida directamente al profesor, es lo "antipediatra" que ha sido. Me explico. La gente parece estar acostumbrada a que los pediatras sean aquellos/as tíos/as que vagan por el hospital adornando sus fonendos con "muñequitos" que cuelgan de una manera un tanto siniestra, y aquellos/as que no saben hablar sin incluir un diminutivo cada cuatro palabras. Nunca me ha gustado esa imagen que se tiene, y si bien hay claros ejemplos en todos los hospitales que promueven esa imagen, este doctor me ha reafirmado en la opinión de que no hace falta decir "culito" para ser un buen pediatra. Gracias.

Por el momento, solo queda esperar a que la segunda parte de la asignatura que nos darán la semana que viene sea por lo menos igual de buena que la primera. Pero no hace falta ponerse en el viernes que viene para pasar de nuevo por la sede de Francisco Silvela, puesto que mañana tengo mi PRIMER SIMULACRO.

Después de innumerables e-mails recordándonos consejos sobre cómo afrontar este primer simulacro y la importancia de realizarlo en la sede, mañana me enfrentaré al que supone el primer "ensayo" del MIR. Mañana sabré lo que se siente al estar delante de un monton de folios sentado durante 5 horas. Pero cómo aun no ha llegado ese momento, me lo reservo para mañana y así no adelanto acontecimientos. Ahora a descansar, que nos lo hemos ganado;)



A.

9 de noviembre de 2013

Clase de Oftalmología 1ª Vuelta

Después de no haber podido ir a la clase de Ginecología, este viernes volví a la academia para que nos diesen la clase de Oftalmología de la primera vuelta.

No es una asignatura que me guste ni me disguste, aunque es verdad que durante la carrera me llamó bastante la atención la parte práctica (a pesar de mi odiado quirófano) y muy poco la teórica. Me parece una asignatura que junta demasiadas patologías en muy poco espacio y que además se enmarcan en una anatomía demasiado compleja para el volumen que ocupa.

Volviendo al tema de la clase, diré que fue una de las mejores clases que nos han dado hasta el momento en la academia. El profesor, que con el tiempo me di cuenta de que era el mismo que aparece en las Videoclases de CTO, empezó hablando sobre la "poca" importancia de la asignatura de cara al MIR, pero a la vez, la alta rentabilidad de saberse las "cuatro" cosas que preguntan en todas o casi todas las convocatorias. Siguió mostrando un esquema sobre cómo se iba a estructurar la tarde. Ahí ya me cogió. ¡Por fin!. Gracias. Un profesor que sigue un índice que presenta al principio para poder ir sabiendo más o menos dónde estamos en cada momento.

Empezamos haciendo un repaso de la embriología, anatomía y fisiología del ojo, cosa que a mi siempre me pareció muy compleja, pero que si alguien la explica bien puede quedarse fijada sin mucho más problema. Empezó muy rápido, pasando de concepto en concepto con una velocidad que al principio resultaba agobiante. Sin embargo, demasiadas cosas había que hacer cómo para centrarse demasiado en lo básico, y más tarde agradecí que hubiese hecho un repaso breve de las cosas que sí íbamos a necesitar saber para entender las patologías de después.

Continuamos viendo la patología del segmento anterior del ojo, con el clásico diagnóstico diferencial del ojo rojo. No es un tema difícil, y mucho menos después de los cuatro trucos básicos para poder reconocer cada patología y poder acertar las preguntas correctamente. Desde aquí y hasta el final, nos ilustraba las patologías con vídeos sacados de YouTube, permitiendo hacer un descanso mental, ayudar a entender y además amenizar bastante la clase.

Seguíamos con la misma estructura que en clase anteriores, alternando la teoría por bloques con los test de primera vuelta. Y así, llegamos hasta el apartado de las cataratas. No había otro símil mejor para hace entender que el cristalino, en su gran parecido con los M&M's, estaba formado por tres capas diferentes y cómo la opacificación de este producían la enfermedad. Su núcleo de avellana, su corteza de chocolate y sus cápsulas anterior y posterior de caramelo. Llegados al apartado del tratamiento, comentaba cómo en algunos lugares el mundo se seguía practicando una cirugía desarrollada en la Edad Media que consistía en meter objetos punzantes a través del ojo para terminar "descolgando" el cristalino de su inserción (con su correspondiente vídeo ilustrativo, claro está). Después de este bloque nos fuimos al descanso a dejar que nuestros cerebros respirasen el aire libre, sin más tregua que media hora con una Cocacola y una chocolatinacomo sustento.

Al volver, y ya con el cerebro teóricamente descansado, continuamos con el segmento posterior del ojo y la neurooftalmología. El doctor, a pesar de las horas que ya llevabamos a la espalda y del cansancio acumulado de una semana en el hospital, logró mantener mi atención hasta prácticamente el final de la clase, cuando mi cerebro pedía clemencia y mi trasero una superficie mullida donde poder descansar. Para cuando quiso dar la clase por terminada, mi cerebro ya había alcanzado un estado de letargia que solamente me permitía reirme por cualquier estupidez y hablar con una verborrea propia de un paciente desfrontalizado.

¡Esto sí son dos ojos! (N.Geographic, Junio 1985)
A pesar de todo el cansancio al salir por la puerta de la sede, solo puedo pedir que el resto de las clases vayan por el mismo camino, porque si se entra con la idea de no saber más que lo más básico, y se sale pensando que has aprendido más oftalmología en 4 horas y media que en 3 meses de clase en la facultad, es que el método funciona y vamos por un buen camino.





A.

24 de octubre de 2013

Clase Ginecología y Obstetricia 1ª Vuelta

Hoy he tenido la primera clase de Ginecología y Obstetricia de la primera vuelta de preparación del examen MIR. En esta primera vuelta, se le dedican dos días de clase a esta asignatura, abordando los temas de Obstetricia en la primera, y dejando el temario de Ginecología para la segunda clase.

Esta vez ha sido bastante diferente a como fue la clase de Inmunología. Para empezar, es una especialidad que me gusta bastante, por lo que la predisposición y las ganas acompañaban más que en el caso de la semana anterior. Además, es una especialidad que conozco mucho mejor que la Inmunología, por lo que me he sentido mucho más "en el ajo" desde el minuto uno.

La doctora que nos daba la clase ha utilizado la misma dinámica que la anterior vez. Daba la teoría y hacía preguntas del test a modo de repaso. Esta vez, sin embargo, sí ha seguido un índice mucho más estructurado que en la clase de la semana pasada, por lo que se podía enlazar un tema con el siguiente y ver una continuidad a lo largo de la clase. Empezando por los cambios fisiológicos del embarazo y el diagnóstico gestacional, para pasar a las hemorragias del 1º y 3º trimestre, y luego ir hablando de otros temas como el parto pretérmino, la preeclampsia...

La clase en líneas generales me ha gustado bastante, si bien es verdad que no ha habido demasiada interacción ni demasiadas intervenciones por nuestra parte, por lo que entiendo que, aquellos a los que no les guste demasiado la Obstetricia, pueden haberla aborrecido. Aun así, y quizá debido a mis gustos particulares, me ha parecido una pasada de clase. ¡Qué manera de hacer tablas diferenciales! Como siempre sigo, ¡ojalá en la facultad se preocupasen de que la docencia fuese de esta manera tan sistemática!

La semana que viene continuaremos con la parte de Ginecología, que aunque me guste mucho menos, no es Inmunología.

Saludos.





A.




19 de octubre de 2013

Clase de Inmunología 1ª Vuelta

Después del acto de presentación de la 30º promoción de Grupo CTO, en el que nos repartieron el material que vamos a utilizar durante la preparación ¡ya hemos empezado la primera vuelta de preparación al examen MIR!. Durante esta vuelta, que compaginaremos con el estudio del último año de carrera, se nos ha recomendado acudir a clase y hacer los simulacros de manera prácticamente exclusiva, ya que aun queda un curso para terminar la carrera, y sin sexto no hay MIR.

La primera clase que tuvimos fue Urología, pero como no pude acudir, empezaré a hablar directamente de la segunda, que ha sido Inmunología.

Empezaré diciendo lo poco entusiasmado que me sentía antes de entrar en clase, pues la Inmuno nunca me ha parecido una asignatura apasionante, además de haber pasado por ella sin pena ni gloria. Durante la carrera no es una asignatura en la que se hiciese especial hincapié sobre su importancia, además de que la docencia dejó bastante que desear. La profesora era consciente de nuestro pésimo nivel de Inmunología, por lo que dedicó esta primera clase a abordar temas básicos de inmunología, para pasar a la "inmunología avanzada" y a la genética en la segunda vuelta.

Pues bien, la clase empezó, y poco a poco la profesora en cuestión fue captando mi atención. La dinámica de la clase fue la siguiente; un alumno leía una pregunta de los test que se nos habían dado junto al resto del material, se intentaba contestar entre todos y después se explicaba la teoría.

Desde el principio fue una clase dinámica en la que nosotros participábamos de manera activa, lo cual resultó bastante útil para que las mentes, o por lo menos la mía, no empezasen a ahogarse en el desconocido mundo de la Inmunología. Con cada pregunta que hacíamos, me daba cuenta de la poca idea que tenía de inmunología, y de cómo ese poco conocimiento que yo creía bien estructurado en mi mente, resultó ser en cierta forma incierto.


No seguimos un índice bien estructurado, lo que es el único fallo que puedo sacarle a la clase. Íbamos encadenando preguntas de temática similar, agrupando un poco las preguntas y cogiendo bastante confianza al responderlas. Durante la carrera, nunca me planteé la posibilidad de ser capaz de contestar una pregunta sobre qué interleucina es la que más se relaciona con la respuesta inflamatoria sistémica en el shock séptico, o sobre qué tipo de receptor de superficie de las CPA's están implicados en la sinpasis inmunológica. Pero ayer, me sentí poderoso. Fui capaz de responder tranquilamente a ese tipo de preguntas con total confianza en que lo que estaba señalando como cierto, verdaderamente lo era. No sé qué pasaba, pero eso no era normal.

Después del descanso continuamos con la misma dinámica, pero a medida que el final de la clase se acercaba, y las mnemotecnias se iban agrupando en nuestro ya fundido cerebro, costaba mucho más seguir el hilo de la clase. Aun así, llegué vivo al final. Con la frente encharcada en sudor, un cansancio propio de un viernes a última hora de la tarde, las piernas dormidas de las inumerables posturas que adoptaba para continuar en conexión directa con el medio, el cerebro activando rutas de muerta programada, pero llegué.

Espero que las clases continúen de la misma manera, porque si me hubiesen explicado así de bien la Inmunología durante la carrera (¡Ay si me la hubiesen explicado así!) posiblemente me hubiese llegado hasta a gustar.

Continuamos la semana que viene, con mi querida Ginecología/Obstetricia. 

Saludos.




A.

7 de septiembre de 2013

Rotando por Medicina Interna

Después de haber pasado un buen primer último-día de curso, con sus charlas introductorias y sus explicaciones generales de cómo se desarrollará el año, empieza lo que más disfruto del curso: las Rotaciones. En entradas anteriores ya he dejado claro lo que me gusta el ir al hospital, ponerme la bata y empezar a realizar las prácticas clínicas día a día. Sabiendo que el año pasado disfruté de ello, este curso tiene pinta de ser mejor aun.

Durante este año, las rotaciones que nos proponen son mucho más entretenidas, según mi opinión. Medicina Interna, Urgencias, Cirugía general, Atención primaria y tres rotaciones por servicios a elegir.

Me ha tocado empezar a rotar durante dos meses en Medicina Interna, y después de estas semanas no tengo ninguna pega. Es verdad que no es la especialidad que más me guste, debido a que el tipo de paciente que se ve es un paciente pluripatológico, en la mayor parte de las ocasiones muy mayores, y que además, se descompensan muy fácilmente, por lo que el progreso que ves desde que enferma hasta que le "curas" es mínimo. Aun así, es una especialidad de engloba al paciente en su totalidad y eso es lo que ando buscando. No es la primera vez que estoy en el servicio, pero sí es la primera vez que dejo de ser "el estudiante" para ser "el estudiante-casi-médico".

En esta primera semana, ya me han encargado hacer evolutivos como un residente más. He estado llevando un horario similar al que puede llevar un residente. He estado hablando con el paciente como si fuera un residente. En definitiva, tanto la gente del hospital como yo mismo, somos conscientes de que esto de ir por las habitaciones detrás del médico se está acabando. Ya no eres aquel estudiante de Tercero que iba pegado al culo de la bata del Adjunto, pensando cada pregunta que iba a hacer y preguntando sobre cada patología de la que se hablaba. Ahora, en Sexto, eres ese estudiante que se empieza a ver en la escena, formando parte activa de ella, no sólo por méritos propios de ganarte la confianza a base de esfuerzo, sino porque el servicio parece sentir que ya estás preparado para cargar con cierta responsabilidad.

Todavía me queda más de mes y medio en el servicio, pero desde luego el inicio ha sido incluso mejor de lo que esperaba. 



A.

1 de septiembre de 2013

El principio del "Los últimos"

Desde hace aproximadamente dieciocho años he estado pensado "otro verano más que se acaba, otro curso más que empieza". Recuerdo el verano que terminó para dar paso al colegio, y el que quedó atrás para empezar el instituto. También me acuerdo del verano que se terminaba para empezar la universidad, y de eso hace apenas cinco años. Como cada inicio de septiembre empiezo a experimentar esa sensación de nerviosismo por ver cómo empieza el curso, por reencontrarme con los compañeros que despedí en junio y por ver los cambios que depara este nuevo año. Pero esta vez es diferente.

Este año es El último. El último año que termina un verano en septiembre. El último año en el que dejo el no-hacer-nada para empezar la rutina académica. El último año en el que los primeros días de septiembre son para ver qué tal les ha ido a mis compañeros durante sus meses de vacaciones. El último año en el que disfrutaré de unas vacaciones tan largas como las que he tenido. Este año, es el último año que soy estudiante.

Este primer último no es más que el primero de muchos. Detrás llegará el último cuatrimestre de la facultad, el último día de rotaciones, el último día ver un paciente como no-médico, el último día de exámenes, el último día de pisar un hospital con la identificación de estudiante...

Sin embargo, no todo son finales. Este blog lo empecé para compartir la experiencia que supone preparar el examen MIR y contar día a día los pasos de la preparación. En octubre, empezaré la academia para preparar el examen, y con ello empezaré a cumplir el objetivo del blog. Pero mientras tanto y hasta entonces, permíteme que comparta la sensación de vértigo que produce el pensar que, en menos de nueve meses, seré médico.

Esto se acaba.




A.


27 de junio de 2013

Una experiencia más

Y sin darme apenas cuenta, mañana acabo la rotación voluntaria en la UCI Pediátrica que he llevado a cabo durante este mes de junio. Como otros veranos atrás, salgo con el convencimiento de haber tomado la decisión correcta a la hora de elegir el servicio. No solo por el trato recibido por parte de todo el servicio, que ha sido inmejorable, sino por todo lo aprendido durante estas semanas, tanto en el ámbito científico como en el humano.

Durante este periodo me he cruzado con muchos pacientes, llegando a tener la UCI bloqueada en bastantes ocasiones, y todos ellos me han aportado algo nuevo y diferente a los anteriores. Desde los postoperatorios derivados para observación durante 24 horas, hasta los que llegaron antes que yo y a día de hoy siguen ingresados. Podría pasarme bastantes entradas hablando de cada uno de ellos, de sus patologías, de sus complicaciones, de sus tratamientos y recuperaciones, pero lo que más quiero destacar es la fuerza que me han demostrado estos pequeños héroes. 

Durante el cuarto curso de la carrera entré en contacto con la Pediatría, y la verdad es que nunca pensé que me fuese a enamorar tanto de una especialidad que en un primer momento no me parecía nada atractiva. Poco a poco, y sobre todo después de las prácticas que hice en su momento, me fue gustando cada vez más, a pesar de lo tedioso que supone ponerse a estudiar esta asignatura durante la carrera. Lo que no sabía es que ese "poco a poco" y esos contactos esporádicos que tenía durante las guardias que he hecho durante quinto de carrera me llevarían a decidirme a rotar por un servicio que me aportase tanto como lo ha hecho la UCI Pediátrica. 

He aprendido numerosas técnicas propias de la UCI y a hacer por primera vez una punción lumbar. He aprendido a medio-manejar un respirador para dar soporte con ventilación mecánica en diferentes modalidades. He aprendido a no rehuir del equilibrio ácido-base, llegando a parecerme entretenido el equilibrio hidroelectrolítico. He aprendido cómo hacer una primera valoración de un politraumatizado y el manejo paulatino de los pacientes oncológicos. Y todo ello, se lo debo a los adjuntos y residentes del servicio. 

Pero todo esto no ha sido lo único que he aprendido. He aprendido a escuchar a pacientes que no son muy buenos comunicadores por la edad. He aprendido a calmar la ansiedad de un paciente que por su corta edad no es capaz de asimilar que unos tios con bata blanca estén a su alrededor, inspeccionando cada parte de su cuerpo. He aprendido a emocionarme con la mejoría de un paciente que tras varias complicaciones lograba salir del hoyo para terminar de curarse y he aprendido a sentir la tristeza por la pérdida de algunos de ellos. Y todo ello, gracias a los protagonistas de cada historia: Ellos. 
                                               
                                             
  
Solamente puedo sacar cosas buenas de esta vivencia, y no puedo terminar de escribir sin recomendar a todo el mundo atravesar una experiencia similar. Mucha gente te dice siempre "No te involucres demasiado, porque te acaba pasando factura". Pues bien, yo a día de hoy, solamente puedo recomendar que uno se implique lo máximo posible en cada uno de los casos. No solo por el aprendizaje que ello supone, que también, sino porque la angustia y tristeza por la pérdida de un paciente queda contrarrestada por la satisfacción y alegría de recibir un "Gracias" cuando las cosas salen bien.



A. 

7 de junio de 2013

Cuando la cura no es posible

Hoy, 7 de junio de 2013, he asistido a uno de los momento más duros de mi carrera hasta el momento. Hoy ha sido la primera vez que he estado presente mientras la vida de un enano se iba apagando poco a poco hasta que al final ha dejado de estar ahí. No ha sido el primer paciente que he visto morir, pero si ha sido el más duro hasta el momento.

Nunca me había parado a pensar en esto. Nunca había estado de pie, al lado de la familia, durante media hora. Sin hacer historias clínicas ni explorar a ningún paciente. Sin ver analíticas ni evolutivos ni llamar a rayos para pedir que hagan una prueba. Nunca había estado ahí, de pie, sin hablar con el paciente o su familia. Nunca había acompañado a alguien en el proceso de ver cómo la vida se iba apagando poco a poco, bajando las constantes en el monitor, hasta que todo acaba y puedes ver cómo el descanso por fin le ha llegado a ese pequeñajo de tan sólo 4 años con toda una historia de ingresos y sufrimiento a sus espaldas.

No puedo decir que haya sido un día alegre, como imagino que entederás, pero lo que sí puedo decir es que ha sido un día de aprender cosas que no están en los grandes tratados de medicina. Ha sido el día de aprender el papel del médico cuando su principal función, el curar, no puede llevarse a cabo. No es un aprendizaje fácil, pero sí necesario. Ha sido el día de aprender a acompañar.



A.

4 de junio de 2013

Un punto de vista

Como dije en el post anterior, el lunes inicié una rotación de verano en el Servicio de Cuidados Intensivos Pediátricos en un hospital de Madrid. Llevando tan poco tiempo en ello, ya puedo decir que es una de las mejores experiencias que estoy teniendo en lo que a mi carrera se refiere.

Todo ha empezado como siempre, "Hola, soy A., estudiante de medicina y voy a rotar aquí un mes" la acogida ha sido espectacularmente buena en un servicio integrado por muchos residentes y otros tantos adjuntos. ¿Mi misión? Ver, oír y aprender y estar dispuesto a hacer todo aquello que me propongan hacer en el servicio. Ahora bien, estoy como un pollo recién salido del nido, sin saber ni dónde puedo encontrar los volantes de analíticas ni los impresos para los evolutivos.

Si tuviera que destacar algo de lo que he aprendido en estos primeros días es el diferente punto de vista que tenemos la gente del mundillo sanitario respecto a qué es bonito y qué no lo es. Seguramente todos hayamos llegado a casa después de un largo día de prácticas contando los casos más increíbles que hemos visto diciendo lo bonitos son, y nuestros familiares no sanitarios nos han mirado con cara de asombro pensando que estamos locos si pensamos que una enfermedad en una persona puede llegar a ser bonita. Pues sí. Padres, madres, hermanos y hermanas, tenéis que aceptarlo. Nos gusta, y mucho. No es que nos guste ver a la gente enfermar, ni mucho menos. De hecho nos gusta todo lo contrario. 

Creo hablar en boca de muchos diciendo lo impresionante que es ver cómo funciona el cuerpo humano y cómo éste puede recuperarse de grandes agresiones cuando se le presta la ayuda necesaria. Puede venir en un estado general regular o aparecer por la puerta mal desde el principio, y aún así soportan todas las perrerías que se le hacen. Pueden venir conscientes o trasladados de otro hospital con asistencia ventilatoria, y aún así sabes que están agradeciendo lo que estás haciendo por intentar sacarles del hoyo. Puedes tener el diagnóstico desde el principio y ver la evolución, o bien ver como evoluciona y acabar llegando al diagnóstico después. Se mire por donde se mire, ¡es apasionante!

Particularmente, durante esta rotación, estoy viendo la grandísima capacidad de aguante de unos niños que con apenas dos meses, son capaces de aguantar enfermedades de una importancia que sobrepasa el tamaño de sus cuerpos. Puede tener un punto de dureza difícil de asimilar en un primer momento, sobre todo en el caso de los niños, pero también tiene un punto de ánimo al saber que esos mocosos que parecen tan vulnerables a cualquier intervencionismo son capaces de sobreponerse a la enfermedad con mayor fuerza y velocidad de lo que podría esperarse un adulto. 



Definitivamente, me convence. Esto es lo más bonito que puede haber. La medicina, la pediatría y el ver como un paciente intubado, de apenas tres meses de vida, es capaz de tolerar un tubo metido en su tráquea con la sedación justa para poder abrir los ojos mientras le exploras y darte las gracias con la mirada por todo lo que estás intentado hacer por salvarle la vida.  




A.



1 de junio de 2013

Rotando, que es gerundio!

Después de haberme pasado algún tiempo sin postear nada, vuelvo con el descanso que da el haber estado dos semanas sin despertadores ni horarios de estudio, sabiendo que desde el viernes 17 de mayo que acabé el último examen, hasta principio de septiembre, estaré es un estado que no conocía desde el verano de antes de empezar la facultad: VACACIONES. Cierto es que todos los años sin excepción he podido descansar algunas semanas en verano, pero siempre con el pensamiento de "tengo que empezar a estudiar para septiembre...".Pero este año eso se acabó. Por fin un verano que verdaderamente es tal y como eran antes de empezar la carrera.

Teniendo tres meses de vacaciones lo primero que pensé fue, ¿qué demonios voy a hacer con tantísimo tiempo, cuando ya había perdido la costumbre de no tener nada que hacer?. Puede que suene extraño, pero al fin y al cabo, después de cuatro veranos con alguna asignatura pendiente, se me ha olvidado lo que se hace cuando no hay nada que hacer. 

A raíz de esto, y como buena enfermedad que supone estudiar esta carrera, he decidido invertir uno de los meses en hacer una rotación de verano en la UCI Pediátrica en un hospital aquí en Madrid. Como los dos veranos anteriores, quiero dedicarle un mes a realizar estas prácticas que, además de aprender mucho más que en nueve meses de curso ordinario, me permiten convalidar créditos de libre elección. 

"¿Por qué?", me pregunta mucha gente. "Es tu último verano, ¡aprovéchalo!" dicen otros cuantos. Pues bien, la verdad es que no es fácil de hacerle entender a alguien que, después de nueve meses de curso, con dos jornadas de exámenes que han sido extenuantes, prácticas todos los días en el hospital y otras muchas actividades que acarrea el día a día de la carrera, aun me quedan ganas de rotar durante el mes de junio por este Servicio. Hay veces que ni yo lo entiendo. En cuanto a aprovechar el último verano, creo que con dos meses de vacaciones tengo más que de sobra para descansar, pasarlo bien y coger fuerzas para lo que viene después. 

Sabiendo que esto de rotar en verano es una práctica bastante habitual en mi facultad, llego a la conclusión de que no sabemos estar sin hacer absolutamente nada. Desde que iniciamos la etapa hospitalaria de la carrera, ésta empieza a convertirse en una droga que nos hace cada día un poco más adictos. No quiero decir que no sepamos tener cosas más allá de la Medicina, pero sí es verdad que le empezamos a dar una importancia a nuestro aprendizaje que antes no le dábamos. Nuestras conversaciones entre compañeros suelen abordar algún caso interesante que hemos visto, o alguna anécdota que nos ha ocurrido con algún paciente. No suelen suponer el tema central de nuestras conversaciones como mucha gente piensa, pero si es una verdad innegable que en la práctica totalidad de las ocasiones se acaba haciendo alguna mención a algún tema hospitalario. 

Que no se me entienda mal. No quiero que se piense que somos una especie de ratas de hospital sin más vida social que la que nos brinda una historia clínica. Es verdad que cualquiera que lea esto puede pensar "menudo tío, todo el día con la Medicina. No tiene vida más allá" y posiblemente no comparta mi manera de verlo, pero estoy convencido de que no es incompatible mantener una vida social aceptable con interesarte tanto por tu aprendizaje como para llevarte a invertir (y no gastar) un mes completo de vacaciones en una experiencia así. 

De lo que sí estoy convencido al 100% es de  que es una profesión que te acarrea tanta dedicación personal, que acaba formando una parte muy importante de tu persona y que, aunque la gente no lo comprenda, acabas pensando siempre qué, cómo y cuándo vas a aprender algo nuevo. 



A. 





9 de mayo de 2013

#examenORL

Hoy he tenido el examen de ORL, solamente dos días después de hacer el examen de Dermatología. La verdad es que, al contrario de lo que se decía para el anterior, en esta ocasión los rumores de dificultad/facilidad del examen era totalmente diferentes. Todos los alumnos de años anteriores hablaban del examen de diferentes maneras, pero todas con un punto de vista común: el alto grado de dificultad.

Desde la publicación de la convocatoria de examen, todos los que teníamos que presentarnos a la prueba estábamos bastante "mosqueados" por el criterio del 75%. Para todos aquellos que no sepan de lo que hablo me explico. En la UAM, y no se si en otras universidades también, existe la política de que en los exámenes del segundo ciclo de la carrera se aprobarán con el 70-75% de la media de las diez mejores puntuaciones obtenidas. Esto supone que si hay diez personas que sacar un 10, la nota de corte para el aprobado se queda en un 7-7,5. Como se puede imaginar, todos aquellos alumnos que no gozamos de la excelencia académica vivimos relativamente pendientes de las notas de corte de cada uno de los exámenes, sabiendo que salir satisfecho de un examen nunca asegura una puntuación suficiente. El mosqueo que menciono en relación con el 75% tiene que ver con que en esta ocasión, en vez de ser la media de las diez mejores puntuaciones, tomaban la media de las cinco mejores, lo cual, cierra el cerco de una manera más acusada y favorece las posibilidades de una mayor nota de corte. Aun así, y como he dicho en ocasiones anteriores, no hay que perder el optimismo de cara a los exámenes. Que no cunda el pánico.

En la puerta del examen, podía verse en la cara de más de uno que el pánico ya había entrado a formar parte de su estado en ese momento. Los nervios eran palpables y los comentarios de los compañeros no animaban nada, pero aun así había que aferrarse al pensamiento de que "si lo han sacado otros con anterioridad ¿por qué iba a ser yo menos?". Pues bien, entramos en el examen, con el correspondiente protocolo de identificación cómo si fuésemos a entrar en la base del Cuerpo de Inteligencia de los EEUU  y nos sentamos a esperar qué es lo que nos depara el examen.

Empiezo a leer y me doy cuenta (una vez más) del poco caso que debe hacerse a la rumorología de la universidad. No era un examen regalado, pero sí es verdad que era un examen que se adaptaba al temario explicado en clase y a las indicaciones de que se nos habían dado de estudio. Empezamos a rellenar el test inicial y después nos permiten salir a descansar para pasar a hacer posteriormente a hacer las preguntas de desarrollo escrito. Las caras empiezan a mejorar. Empieza a haber un halo de confianza en todas aquellas personas que parecían temer por su futuro con este simple examen. Llega el desarrollo, y tampoco sorprende demasiado. Salimos, y buenas sensaciones en la mayoría.

Otro examen más u otro menos según se mire. No quisiera terminar el post sin hacer una mención especial y una recomendación que creo que me ha sido de utilidad a lo largo de la preparación del examen. Lo primero, destacar la labor docente de una de las doctoras que se ha encargado de impartir la docencia en mi hospital a lo largo del cuatrimestre. Es de agradecer la accesibilidad que nos ha brindado a los alumnos para solucionar cualquier tipo de duda, tanto dentro del hospital como en el mundo 2.0. Y lo segundo, relacionado con los primero, es dar a conocer el blog de Aprende Otorrino. En él podréis encontrar multitud de post relacionados con ORL pero sobre todo, encaminados a hacer un estudio sistemático y ordenado de las principales patologías de esta especialidad. Muchas gracias Almudena.

Sin más, acabamos aquí para seguir con el estudio de Reumatología y tachar en el calendario un día más para ver como se acerca el ansiado verano.




A.




6 de mayo de 2013

Inicio de temporada de exámenes

Como otro cuatrimestre más, empezamos una jornada de exámenes con nervios, mucha carga de estudio y ganas de que termine lo antes posible intentando no darnos cuenta de qué ha pasado. Estas semanas en las que no he publicado ningún post he estado cubriendo el trabajo que no he hecho durante el cuatrimestre, que no es poco, pero poco a poco parece que las cosas van saliendo adelante.

Esta vez ha tocado empezar con el examen de Dermatología. Es una asignatura bastante extensa en mi universidad, con unos 40 temas sobre todo tipo de enfermedades y fotografías capaces de quitarle el hambre a cualquiera que se preste. Después de un intenso fin de semana de repaso, la verdad es que puedo decir que no ha ido mal.

A raíz del examen me he dado cuenta de una actitud que suele pasarnos a la mayoría de los estudiantes, por lo menos en mi facultad, al salir de un examen: el pesimismo.

Desde siempre hemos sido los mejores de nuestras clases, destacando en el colegio y en el instituto, con mayor o menos esfuerzo. Hemos ido preparados a los exámenes con la intención de bordarlos y casi siempre había sido así hasta llegar a la universidad. Cuando nos enfrentamos a nuestros primeros exámenes de la universidad lo hicimos con nerviosismo y desorientación, sin saber muy bien si íbamos preparados correctamente o si el estudio que habíamos llevado a cabo valdría lo suficiente como para aprobar. Nos empezamos a llevar nuestros primeros suspensos a casa, nuestras primeras desilusiones por haber estudiado algo y no haber obtenido los resultados esperados. En definitiva, empezamos a no ser los mejores y no es algo fácil de asimilar.

Estábamos acostumbrados a la perfección, a salir de un examen y saber a ciencia cierta que ese examen tendría una puntuación, sino la máxima, por lo menos bastante alta. Sin embargo, en la facultad empezamos a darnos cuenta de que no todo pueden ser dieces.

El examen de hoy puedo decir que no ha sido un examen fácil. Puedo decir que todos esperábamos quizá un examen más "de andar por casa", guiado por los comentarios y rumores de alumnos que ya habían hecho el examen en años anteriores y les había resultado muy fácil en su momento. Sin embargo, al empezar a pasar las hojas del examen, en vez de encontrar la asociación clara de la Dermatitis Herpetiforme con la intolerancia al gluten, o las lesiones papulosas, púrpuras, poligonales y pruriginosas del Liquen plano, nos hemos encontrado con nombres que ahora mismo no sé ni escribir sobre alérgenos en relación con una dermatitis que le aparece a un hombre en relación con sus zapatos, y varias perlas de estas a las que la UAM nos tiene más que acostumbrados.

No ha sido un examen fácil para ninguno creo, pero sinceramente, y le pese a quien le pese, es un examen que también ha tenido varias preguntas asequibles para el menos docto en la materia. Hubiese sido de agradecer que las preguntas consideradas difíciles estuviesen dentro del temario oficial de las asignatura, claro. Pero también hay que reconocer que seguramente no nos ha salido tan mal como puede habernos parecido en un principio.

Al salir del examen, todo eran caras negativas, de horror y pánico, de desilusión. La gente no paraba de comentar las preguntas más horribles de las 100 que se nos han presentado. Pero nadie comentaba las preguntas que habían sido muy obvias y asequibles. Y a eso me refiero cuando digo que somos unos estudiantes bastante pesimistas en nuestra gran mayoría.

Cuando salen las notas, de repente y sin saber cómo, los que escuchaste decir "¡Qué mal me  ha salido!" tienen un 9 al lado de su nombre en el tablón, o por lo menos gozan del privilegio de un aprobado. Sinceramente no creo que salgan del examen diciendo eso y pensando por dentro lo bien que les ha ido. Creo que es la inseguridad la que se apodera de nosotros cuando salimos de un examen que no hemos bordado, porque siempre hemos estado acostumbrados a sacar las mejores notas, sin saber que entre el 10 y el 5 hay un amplio margen y que una nota intermedia es igualmente buena.

Por el momento solamente queda seguir estudiando y esperar salir de los exámenes que vienen por delante con la sensación de haber dado todo lo que se podía dar y, salgan bien o salgan menos bien, intentar exigirnos menos de lo que lo hacemos de vez en cuando, porque esta bien ser autoexigente, pero está mejor ser realista con uno mismo.



A.





16 de abril de 2013

Primer día de Elección MIR 2013

Cómo los dos años anteriores, he madrugado lo suficiente cómo para seguir en directo (vía internet) el primer día de la elección de plaza de los presentados al MIR. Como en las ocasiones anteriores, y sin estar involucrado directamente con el examen y todo su mundo, me he puesto nervioso.

Para aquellos que lean esto y no sepan de lo que hablo, me explico. Cuando ya han salido los números de orden definitivos tras la correción del examen y el baremo con el expediente, los MIRes tienen que dedicarse a hacer una lista con las opciones que elegirían, en orden. Eligen ciudad, hospital y especialidad. Después de hacer la lista solamente falta una cosa: que llegue el día de elegir y que puedan cumplir el deseo de realizar la primera opción que anotaron.

Pues bien, enciendo el ordenador, accedo a la página del Ministerio de Sanidad, y al ver que no ha empezado la elección, le echo un vistazo al twitter para ver cómo están los ánimos. Se palpa la tensión de la gente, tanto la que va a elegir, como la que por amor al arte ha madrugado para seguir el evento. Después de pulsar un par de billones de veces la tecla F5, aparece la primera elección en torno a las 9:45 de la mañana: Cardiología en la Paz. Esta decisión no sorprende, ya que cardiología es una de las opciones más cotizadas en la elección.

Siguen apareciendo las plazas elegidas a cada golpe de F5, una tras otra, con el nombre y número de orden de la persona que elige. Ves que conoces a alguno. Te alegras de saber que al final han elegido lo que querían y donde querían (Miriam).

La rutina parece monótona, hasta que llega el número 81 y elige Microbiología en el Gregorio Marañón. En ese momento te imaginas a los 269 electores que quedan en la sala en pie, vitoreando el nombre de la chica que les ha regalado este momento tan inusual.

En el desarrollo de la jornada, ves como, sorprendentemente hay electores que deciden no elegir plaza, y cómo salta directamente del 17 al 19, sin dejar rastro alguno del 18. ¿Dónde se habrá metido? ¿Le habrá entrado el miedo? ¿Se habrá dormido? Pues la respuesta llega cuando, la que se presupone que es su novia, elige Cardiología en Santiago con un 230. El enamorado elector ha dejado pasar 212 electores, con el riesgo de perder su plaza, por esperar a su novia y poder hacer la Residencia en la misma ciudad. Quien diga que eso no es amor, es que no sabe lo que signifa el MIR. Momentos cómo éste, y el del 691, que pasa aproximadamente media hora tomando la decisión sobre el estrado, provocando twitts del estilo "La vida es lo que pasa mientras esperas a que el 691 decida #2MIR13" , son los que hacen que esto no sea una mera elección de una plaza cualquiera.

Logran enganchar a cualquier estudiante de Medicina que se preste a ello, haciéndole partícipe de cada una de las historias que hay detrás de cada uno de los electores que se encuentran en la sala, sabiendo que en poco tiempo, serán ellos quienes estén delante del ordenador pulsando la tecla ENTER que decide dónde van a formarse en lo que van a dedicarse el resto de su vida.



A.



10 de abril de 2013

Síndrome del Estudiante de Medicina

Desde que los estudiantes de Medicina empezamos a medio-conocer las enfermedades que se pueden sufrir, empezamos a ser nuestros propios enemigos. Desarrollamos un síndrome con una prevalencia muy elevada en nuestra facultad: El Síndrome del Estudiante de Medicina

La etiopatogenia de este síndrome está  directamente relacionada con el temario que estemos estudiando en el momento de inicio del cuadro. Si se está estudiando Cardiología, empezamos a sufrir dolores torácicos opresivos, de inicio súbito y con irradiación a brazo izquierdo, al cual seguro acompaña un cortejo vegetativo provocado por la ansiedad que conlleva "saber" que estás sufriendo un SCACEST. No podemos pensar que pueden ser unos simples gases, o somatización a secas. No. Tenemos que buscar enfermedades cardiológicas y si son raras, mejor. Si estamos estudiando Neumología, descubrimos que tenemos una Fibrosis Quística de la que nadie se ha dado cuenta hasta el momento. Nuestros esputos se han vuelto de repente espesos y nuestra sudoración es más salada de lo habitual. Algo no va bien. Tenemos la sintomatología clara. Estamos 99% seguros de tener algo.

De momento yo ya he sufrido 3 ó 4 TEP's, otros tantos IAM's, un par de neumotórax espontáneos, algún que otro ACVA (con sus secuelas), brotes de esclerosis múltiple,  y un par de reactivaciones de tuberculosis. Y eso solamente entrando en cosas relativamente poco raras. Si nos metemos en rarezas, tengo un par de colagenopatías (a falta de una), parásitos tropicales residiendo en mi cerebro, tumores raros de esos que se publican en revistas importantes... Vamos, un sin fin de enfermedades.

Lo mejor de todo es la actitud que tomamos frente a nuestra seguridad de estar padeciendo alguna patología rara digna de ser publicada. Nos agobia. Le damos vueltas a la cabeza ¿Y si esta vez es verdad? ¿Y si tengo una mutación genética con una penetrancia reducida que haya ocultado mi síndrome durante todo este tiempo?... No hay nada peor en estos casos que el saber.

A mi favor, he de decir que aun no he consultado por ninguno de mis síndromes. Nunca vamos al médico a consultar y contarle nuestras sospechas, por miedo a sentirnos ridículos. Y menos mal, porque pasado un tiempo, cuando te das cuenta de que sigues vivo y que deberías haber muerto por tu enfermedad, sientes la vergüenza que te hace callar y no comentar en voz alta las ideas que se te pasaron por la cabeza.

Puede que este síndrome no sea más que un fiel reflejo del miedo que tenemos todos a enfermar, sobre todo si sabemos qué puede pasarnos. De momento no sé si se ha descrito algún trastorno psiquiátrico en relación con este comportamiento, pero estoy seguro que cuando se describa, lo tendré.



A.

7 de abril de 2013

Una pregunta especial

Es La pregunta. Esa con la que todo estudiante de Medicina va a tener que lidiar desde antes  de empezar la facultad: ¿Que especialidad quieres hacer?.

Termina la Selectividad y con la nota en la mano, decides hacer la preinscripción en Medicina. No sabes aún cual de las 31 facultades públicas (que se dice pronto) u otras cuantas privadas vas a elegir. No sabes muy bien en qué consiste la carrera, pero decides entrar, porque para darse la vuelta siempre hay tiempo. Haces la preinscripción y tus padre, tíos, abuelos y demás familia y amigos ya formulan la pregunta. En este momento no sabes qué responder por una única razón: no sabes cuales son las especialidades más allá de las conocidas por todo el mundo.

Empiezas la universidad, con ilusión y creyéndote el rey del mundo, y la gente sigue formulando la dichosa pregunta, sin saber que lo único que conoces de medicina es la bata que te pones para entrar en el laboratorio de bioquímica. Llega la primera jornada de exámenes, y se acabó lo de creerse el rey del mundo.

Durante los tres primeros años de carrera no ves mucho que te ayude a responder La pregunta, pero aún así, la gente se empeña en seguir formulándola, con la esperanza que en los próximos dos meses puedas darles una respuesta mejor.

Y por fin empiezan los años clínicos. Empiezas a contactar con especialidades conocidas por todos (cardiología, pediatría, digestivo...) y que todo el mundo sabe más o menos qué tipo de patología tratan, a la vez que contactas con otras menos conocidas por la gente de a pie (reumatología, rehabilitación...). Empiezas a poder contestar a medias La pregunta: No sé lo que quiero hacer, pero sí sé que no quiero hacer "X".

En este punto se crean dos vertientes. Una de ella, la del alumno que termina la carrera no cerrando muy bien el cerco de especialidades que prefiere, y que llega al MIR con dos, tres, cuatro o incluso más especialidades que no les importaría hacer. Y por otro lado, hay alguien que ha sido elegido por la especialidad (si, si, no me he equivocado, ELEGIDO POR LA ESPECIALIDAD) y tiene muy claro a qué se quiere dedicar el resto de su vida.

Personalmente, ya me ha elegido la especialidad y aun así, me cuesta responder la pregunta. Ya sé a qué me quiero dedicar, pero siempre queda poner la coletilla de "si me da". Porque lo que todos preguntan es el Qué, y lo que no saben es el Cómo.

Pocas personas saben que para responder esa pregunta con 100% de seguridad tienes que haber sacado una de las mejores notas de la selectividad, haber pasado una carrera de seis años de importante estudio, haberte preparado un examen nacional durante aproximadamente un año y haber sacado una plaza para ello. Después de esto hay una formación de cuatro o cinco años que te dará los conocimientos que verdaderamente servirán para la práctica diaria. ¿Y todo esto para qué? Para que a finales de este mes de mayo, unos 7.000 especialistas recién formados saquen sus billetes al extranjero en busca de una oportunidad para poder contestar un "Soy" en vez de un "Quiero ser Pediatra".



A.

4 de abril de 2013

El trofeo

Un punto importante en la vida de todo estudiante de Medicina es su entrada en el hospital para llevar a cabo las prácticas. No solamente por el aprendizaje que ello conlleva (lo más importante, pero no el motivo de este post), sino por conocer un mundo hasta ahora desconocido por la mayoría: la industria farmacéutica.

Está relación médico-laboratorio marcará un punto importante en la carrera de todo médico, y el que niegue eso, se miente. Es verdad que es un mundo enrevesado y plagado de intereses comerciales más que asistenciales, pero es un punto fundamental para el desarrollo de la práctica médica diaria. Y todo empieza de estudiante.

En los inicios, esta relación estará marcada por el interés del estudiante con hacerse con el mayor número de bolis, post-its y demás utensilos mayoritariamente inútiles que en el libro de Anatomía de un MIR de María Valerio reciben el nombre de pichigüilis. El visitador médico intentará contarle su propaganda al médico de turno, con mayor o menos interés por parte de éste último, pero con un gran interés relativo por parte del estudiante.

Llega el momento, y el estudiante simula especial atención en el producto, creyendo que esa actitud le hará ganar puntos de cara a conseguir el tan ansiado bolígrafo (si hay suerte). Empieza la charla, y el "aplicado" alumno pone cara de estar enterándose de todos los beneficios que ofrece el nuevo fármaco, intentando no dejar entrever que ni siquiera se acuerda de a qué grupo farmacológico pertenecía dicho producto ni de para qué sirve. Aguanta como un campeón la chapa del visitador, y al acabar se esfuerza en aparentar desinterés por cualquier regalo comercial, hasta que llega la oferta. Pueden tocar bolis que no escribirán más de dos líneas, subrayadores que no llegan ni para el título de un tema, post-its que con suerte se pueden pegar en algún tipo de superficie, lápices que sirven para todo menos para escribir... pero eso da igual. Da igual el grado de utilidad, lo importante es convertirse en el gran poseedor del tan merecido premio por escuchar la basura que acaban de contar.

Este comportamiento es mucho más acentuado cuando el servicio en el que uno se encuentra es Dermatología. Ahí ya es otra cosa. Es otra liga. Cremas, lociones, ungüentos, protectores solares, cremas antiarrugas, reparadores labiales... Todos los trofeos interesan. Da igual que sean cremas antiarrugas y tengas apenas 22 años. La deseas con todas las fuerzas que tu bata puede ocultar.

La clave del tema, es que la mayor parte de las veces el trofeo acabará en la basura o en el fondo de un cajón destinado para almacenar toda esta basura que coleccionamos a lo largo de las prácticas por cada servicio.

Esta relación con las farmacéuticas, que se inicia unidireccionalmente por el interés en la mierda que regalan, termina haciéndose bidireccional solamente en un momento: cuando eres médico. Y es cuando el médico debe tener claro los beneficios y peligros de esta relación que, usándose bien puede ser útil para los pacientes, pero que si se usa mal.... Ay si se usa mal!


A.

3 de abril de 2013

Verdades y Mentiras de estudiar en la UAM


VERDADES:
-         Aprendizaje irrelevante. Todo el mundo conoce, sin necesidad de estudiarlo,lo amplio que puede llegar a ser el temario en una carrera como Medicina. Todoaquel que la estudie o conozca a alguien que lo haga, conocerá la excusa “Losiento, tengo que estudiar”. Obviamente el conocimiento de la medicina requieregran parte de estudio, pero siendo sinceros, y basándome en lo estudiado en miuniversidad ¿Es necesario que un médico, supuestamente general (que es élpropósito inicial de la carrera), sepa que aproximadamente 30 japoneses tienenuna enfermedad renal descrita recientemente, de la cual no se han escrito másque un par de artículos en toda la bibliografía médica? Mi opinión es que no.Eso ya lo sabrá el Nefrólogo cuando llegue el momento, que para eso se hace unaespecialidad de 4-5 años después de la carrera.
-         Fanatismo por los detalles.  Cuando aprendesa reconocer una enfermedad, su fisiopatología, manifestaciones clínicas,diagnóstico y tratamiento son básicos a la hora de saber de qué se está hablando.Sin embargo, no me refiero a un caso aislado si digo que en mi universidadgusta aquello de preguntar en el examen aquel detalle que sabemos que es unaexcepción. Llegar al examen y saber que parte de la evaluación va a consistiren conocimientos que ni los propios catedráticos serían capaces de aprobar sinun libro delante, es bastante irónico y a la vez indignante.
-         Personal levemente “hostil”. En este punto he de decir que posiblemente generaliceinjustamente, diciendo que gran parte del alumnado que estudia en mi facultad,a medida que van avanzando los cursos, desarrolla un carácter que podríamosdenominar hostil con aquellos compañeros-no-amigos. Es decir, me preocupo de miombligo y del de mis amigos, sin importarme qué pase más allá de ello. Estaconducta (repito, muy generalizada) se ve más acentuada con la llegada de laelección de hospital y la consiguiente división del aula en 4 Unidades ClínicaDocentes.  Desde entonces, cada hospitaltermina por preocuparse de que la organización global les sea beneficiosa sinestar muy dispuestos a ceder para el beneficio de la mayoría (otrageneralización)

MENTIRAS:
-         Apuntes ininteligibles. Más deuna vez he escuchado el falso rumor de que se pasan apuntes escritos en verde,para que, al fotocopiarlos, no se vean correctamente y dificulten el estudio delos demás. Aunque llegue un punto en el que todo no sea paz ni armonía, noquiere decir que nos dediquemos a hacer apuntes en colores especiales con elúnico objetivo de no ayudar. De hecho, todos los años circulan múltiplesapuntes de todas las asignaturas para que, como en mi caso, podamos ir a clasey limitarnos a escuchar lo que se nos cuenta sin preocuparnos de anotar nada.
-         “X”asignatura la suspende todo el mundo. Otras de las grandesmentiras, fomentadas en parte por el propio alumnado de la facultad. Es verdadque hay ciertas asignaturas con una tasa de suspensos que podría llamar laatención a cualquiera que se plante delante del tablón de notas y eche un vistazo,como Anatomía II. Se le termina dando una especie de ambiente mitológico aaquel que aprobó el examen en primera convocatoria, lo cual tiene un efecto muynegativo: generarse presión extra que termina afectando tanto académica comopersonalmente al que se va a examinar.

Es verdad que el estudio en la UAM puede ser duro y aveces poco agradecido, pero la verdad es, que si tuviese que volver a elegiruniversidad, volvería a elegirla. Más que nada porque tampoco creo que en elresto de universidades regalen nada (con algunas excepciones, como en todo).
 
Habrá casos en los que verdaderamente los suspensos seaninmerecidos y con un sistema de evaluación poco justo, pero gran parte de loscomentarios negativos que recibe la universidad son producto de una experienciade la que nosotros, los que hemos sido los primeros de la clase desde siempre,no estamos acostumbrados a formar parte hasta que llegamos a la universidad: el“fracaso”. Y hay pocas cosas tan importantes como aprender a fracasar, porquetarde o temprano nos tocará pasar por ello, y lo verdaderamente importante essaber hacerlo bien.


A.