21 de diciembre de 2013

Clase de Infecciosas 1ª vuelta. El Paciente de Berlín

Después de un examen de Farmacología Clínica más agrio que dulce, no me quedaban muchas ganas de tocar un solo libro durante los próximos tres meses. Pero siendo realistas, la vida continúa y los exámenes no saben de desánimos, por lo que sin darme tiempo ni a pensarlo, tuve durante el jueves y el viernes las dos clases de primera vuelta de Infecciosas.

Esta asignatura forma parte del próximo examen que tengo en la facultad, englobada en una única asignatura junto con Toxicología, Geriatría y Oncología, por lo que suponía que, a pesar de no haber leído mucho acerca del temario durante el cuatrimestre, me iba a venir de perlas de cara a aliviar el estudio durante las Navidades, que se acercan a un ritmo bastante peligroso. Desde que me siento en mi silla el primer día y escucho cómo el profesor introduce la asignatura soy consciente de la utilidad de estas dos clases, por lo que decido no perder detalle.

El doctor, un médico del Hospital 12 de Octubre, comienza su función con un repaso sobre el tratamiento empírico de los diferentes microorganismos. Durante el primer día nos centramos en la explicación de las neumonías, las meningitis, las endocarditis y alguna que otra infección más "general". El segundo, dedica la práctica totalidad de la tarde al estudio de la Tuberculosis y el paciente VIH+. Si el primero me enganchó por su buena metodología y su capacidad para hacer de algo tan complicado según mi opinión, algo tan sencillo, el segundo día culmina haciéndonos comprender ciertos aspectos del tratamiento de ambas enfermedades que nunca habría logrado sistematizar de aquella manera.

Además de la teoría, estupendamente explicada, hicimos los test de primera vuelta casi al completo como de costumbre. Pero esta vez me decido por centrarme en otro tema diferente a la clase en sí, pero directamente relacionado con ella: el Paciente de Berlín. Ya había oído hablar de él con anterioridad. Aquel individuo misterioso que ha logrado curarse completamente de la infección del VIH, decían. Cuesta imaginárselo, ¿verdad?. Una infección hasta ahora incurable, erradicada completamente del organismo de un ser humano. ¿Quién es él? ¿Cómo se logró semejante avance? ¿Cómo consiguió aquello con lo que sueña gran parte de la población mundial?¿Quién logró llevarlo adelante?...

Empecemos por su verdadero nombre: Timothy Ray Brown. Nació en Seattle en la década de los 60. Mientras cursaba sus estudios en Berlín, en 1995 fue diagnósticado de infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Desde ese primer momento, se sometió a la terapia antirretroviral de la época, manteniendo un buen control de la enfermedad. Llega el año 2006, y no contento con estar bajo el estigma social de la infección por el virus, se le diagnostica una Leucemia Mieloide Aguda. El asunto empieza a pintar bastante feo, y donde todo el mundo ve un pronóstico ominoso de la enfermedad, el doctor Gero Hütter ve una oportunidad.

Este médico, investigador alemán asociado a la Universidad de Heidelberg, está al corriente de las últimas actualizaciones sobre la enfermedad, que hablan sobre una posible "inmunidad" frente al virus. Se entera de cómo el 1-2% de la población caucásica es portadora de una mutación en el correceptor CCR5, situado en la superficie de células inmunitarias. Esta mutación, impediría la entrada del virus a las células y de esa forma, no podría insertar su material genético en el del individuo para pasar desapercibido y oculto del escuadrón inmune. ¿Por qué no? ¿Por qué no, ya que necesita un trasplante de médula ósea para curarse de la leucemia, buscamos a alguien con médula compatible y que, además, tenga esa mutación que impida alojar el virus?, debió pensar Gero. 

En el año 2007 y en el año 2008, Timothy recibió dos trasplantes mieloablativos de precursores provinientes de un donante homocigoto para dicha mutación. Se destruyen todas las células inmunitarias  que él tiene, y se le pone un caldo con las del donante, con esperanza de que prenda en médula ósea y que además se consiga hacer algo con la infección del VIH. El paciente se cura de su leucemia, pero  ¿Qué ha pasado con el virus? ¿Sigue ahí? En principio la carga viral es indetectable, pero eso es normal, se han cargado su sangre. En 2009, un año después y tras abandonar la terapia antirretorivral durante todo este tiempo, Timothy continúa con su carga viral indetectable ¿Dónde está el "virus incurable"? A día de hoy continúa igual, y es por eso que se le considera completamente curado de la infección.

Timothy Ray Brown
Volviendo al tema de la clase, puede que fuese una clase maravillosa simple y llanamente por las explicaciones. Puede que fuese una buena clase por la sistemática o la intervención de R2D2 en la explicación de los correceptores de infección del VIH. Puede que fuese buena por mucho motivos, pero yo, quiero quedarme con que además de todo lo aprendido de infecciosas, me ha permitido ser consciente de hasta qué punto avanza la medicina. 

Hasta el punto de que donde alguien humano y corriente solamente puede ver que las cosas se complican irremediablemente, torciendo el camino hacia un precipicio inminente por el que caer, llega alguien que puede ver más allá. Ese alguien, el doctor Gero, devuelve el camino no solo hasta el momento donde se tuerce de manera irremediable, sino que consigue ir más atrás y dar una nueva oportunidad de hacerlo desde el principio. Hasta ahí avanza.



A.

P.D: Si has llegado hasta aquí y has sido capaz de encontrarle el gusto, puede que te interese un libro que yo me leí un par de años antes de entrar en la carrera y que sin duda volveré a leerme cuando la termine. El libro se llama "Más grandes que el amor" de Dominique Lapierre, y habla sobre la historia del descubrimiento del VIH, con un caracter narrativo-histórico bastante interesante. Ahí lo dejo.


15 de diciembre de 2013

Simulacro 2

No han pasado más de cuatro semanas desde la experiencia del primer simulacro, y ahora, a cuatro días de un examen de la Facultad, tenía programado el segundo. Llevaba toda la semana dándole vueltas a las dos opciones. "Me levanto temprano, estudio un poco y voy a la sede" o "Dios, ni de coña puedo estar cinco horas haciendo un simulacro. Ya lo haré después con más calma". Pues bien, después de mucho pensar en esas dos opciones, opté por la tercera "Buah, me centro en el examen de Farma y hago el simulacro la semana que viene... Joder que aburrimiento, no me apetece estudiar ¿qué hago? Son las 17.00h y ya es tarde para ir a hacer el simulacro a la sede. Ah no! Espera, me lo descargo y lo hago en casa ahora". Como podrás imaginar, lo que en un principio parecía la solución a todas las dudas, se acabó convirtiendo en todo menos en un simulacro hecho y derecho.

Me siento en el sofá y descargo el documento PDF de la página del alumno. Lo abro y pienso en los consejos que nos han repetido varias veces ya. "Contar las páginas? Yo cuento lo que quieras, pero como no vengas a mi casa a darme el Modelo de examen 0..." Empiezo por la primera pregunta y me lo pienso " ¡Hostia, no!, que se empezaba por la primera sin imagen" Me voy a la 31 y es de Digestivo "Defiéndete como sepas-puedas" paso sin ton ni son, descartando bastantes respuestas de cada pregunta, y quedándome siempre con unas dos o tres posibilidades. Toca jugársela y vivo el simulacro como el anuncio del PALO "¡UN PUEDEEEEEEEEEEEE!". Marco la del "puede" como verdadera y continúo. Paso a Cardio y me siento más cómodo, respondo con mediana soltura y me agarro como si me fuese la vida en ello a cada uno de los trucos que nos han contado. "Una respuesta larga sacada como de un libro. ¡Ésta! Una oveja negra... ¡ésta!". De ahí paso a Neumo, y sin mucha gloria avanzo hasta Reuma, Neuro, Endocrino, Hemato, Nefro... "¿Qué pasa, que en este simulacro no caen preguntas de las especialidades que ya he dado clase en la academia?" Que desesperación.

Entre medias de todo esto no paro quieto. Las 352 posturas que he adoptado hasta el momento no me resultan del todo cómodas, a pesar de estar sentado en el chaise-longue del sofá, con una coca-cola y unas patatas haciéndome una grata compañia. "Muy bien A., a los simulacros hay que venir preparado". Intento respetar los tiempos en la medida de lo que me es posible, pero la verdad es que la diferencia entre estar en una clase o en tu propia casa hace que te tomes las cosas de otra manera. Miro el reloj. Voy bien de tiempo teórico, así que creo que la cosa tampoco está siendo tan catastrófica. Continúo con el examen, escribiendo las respuestas de 50 en 50 en un folio en sucio que encuentro. "Venga, ahora que has empezado no puedes dejarlo a medias, que estas cosas o se hacen del tirón o no se hacen...". Me acomodo el cuello, me estiro, cambio las patatas fritas por unas galletas saladas para amenizar la tarde y sigo.

Estadística. "NO, que no cunda el pánico. Has dado dos clases en la academia que te han dejado claro de qué va la cosa y estas estudiando Farma Clínica que algo debe ayudar. Respira tranquilo y piensa, joder" Leo tranquilo haciendo caso a mi yo interior y veo que es verdad. Las clases me han cambiado la manera de ver las preguntas. Lo que en el primer simulacro juraría haber visto escrito en sánscrito, esta vez tenía algo (no todo) de sentido. "Uy sí, esto me huele a que es la B" "Ésta cláramente no es ni la A, ni la C, ni la D. ¡Qué empiecen los septuagésimo quintos Juegos del Hambre!". Termino con la sensación de haberme defendido mejor que en el anterior, o por lo menos haber entendido mejor lo que me preguntaban.

Continúo con el mismo método que en el simulacro anterior hasta llegar al final. Solamente había una diferencia: estaba en mi casa. En un sofá, con un surtido de aperitivos y una coca-cola rellenable que me empujaba cada 45 minutos al baño; con un ordenador en vez de un cuadernillo; con el móvil vibrando a intervalos de 20 minutos (como mucho); y con un hilo musical de fondo que, al igual que calma a las fieras, apaciguaba mis ganas de estar haciendo el simulacro. Me miro las imágenes que me suenan de haberlas visto en el MIR de hace uno o dos años, termino de pasar las respuestas a mi "plantilla" y lo doy por terminado.


Globalmente, el simulacro me ha salido mucho mejor que el anterior. Mi sorpresa al meter los resultados de la plantilla eran equiparables al grado de desconcentración que tenía durante ciertos momentos del simulacro. Por eso, si estás leyendo esto y te fías del consejo de este ente virtual ¡No hagas el simulacro en tu casa! Puede que termine por salir bien, como ha sido mi caso, pero en realidad las circustancias no creo que sean ni medio parecidas a cómo será el MIR. A no ser que no me hayan contado que durante el examen ofrecen una degustación de 4 tipos diferentes de aperitivos con un surtido de refrescos a probar, en cuyo caso sí serían las condiciones similares.


Saludos, y hasta la próxima.




A.

10 de diciembre de 2013

Clase de Estadística de 1ª Vuelta

Solo ha pasado una semana desde que un cirujano vascular nos sorprendió con una maravillosa clase de Epidemiología, y CTO ha decidido que la mejor manera de complementar el estudio de primera vuelta de una de las asignaturas más rentables de cara al MIR era que la segunda parte, la dedicada a Estadística, la diese un traumatólogo. Podría parecer un inicio pesimista y desalentador sobre la calidad de la clase, dada la idea preconcebida que tenemos todos, o por lo menos la gran mayoría, de los traumatólogos y su conocimiento sobre "loquenoestraumatología", pero he de decir que nos ha cerrado la boca a más de uno.

Dado el buenísimo nivel alcanzado la semana pasada en una de las asignaturas que más engorrosas me parecen, se me hacía difícil tomarme el primer café de la mañana sin plantearme si la clase de hoy podría ser por lo menos parecida. A medida que avanzaba la mañana y llegaba la hora de presentarse en la academia, me iba haciendo a la idea de que no iba a ser igual y que no por ello tenía que ser mala. 

Empieza la clase, el profesor se presenta como traumatólogo y mi ánimo se desploma. Sin embargo, empieza a explicar el cálculo del tamaño muestral, y me cierra la boca, coge mis prejuicios y los tira por la ventana. Sistemático. Sencillo. Lógico. Ordenado. No había apelativos que no fueran positivos. Me engancha. Sigue explicando los diferentes tipos de variables en estadística, y continúa con medidas de tendencia y medidas de dispersión. En ese punto me paro a pensar y me doy cuenta de que verdaderamente este tío no estaba dando clase. Estaba obrando un milagro. Yo, el que nunca entendió un sólo concepto de Estadística durante la carrera y que rehuía de todo enunciado que albergase un número, estaba entendiendo a la perfección la sucesión de pasos que se deben tomar para hacer un buen análisis estadístico de un estudio. Me estaba enterando de la importancia de las características de la muestra para usar una medida de tendencia u otra, y en consecuencia, una medida de dispersión o la otra. Estaba comprendiendo la importancia del error alfa y del error beta. Estaba metido de lleno en una explicación que contenía fórmulas, números y alguna que otra relación matemática, y no me temblaban ni las piernas. Lo que yo te diga, un milagro.

La clase continúa con muchas más ideas teóricas y otras tantas prácticas, con el manejo de la estadística descriptiva, intercalando cada explicación con una buena cantidad de preguntas de test. Cada pregunta era una excusa para explicar algo, pero casi todas eran prácticamente iguales. Empiezo a darme cuenta de que, como quien dice, esto es sota, caballo y rey. Nada de grandes tratados de Estadística como se empeñan en darnos en la facultad. Con cuatro conceptos bien ordenados no es tan difícil de entender. 

Llega el descanso antes de lo previsto y todos los compañeros salimos entusiasmados con los estómagos sedientos y las buenas sensaciones de estar aprovechando la tarde. Respiramos, nos ahumamos y subimos al segundo asalto. El ritmo no decae y a medida que avanzan las preguntas me encuentro con enunciados que me recuerdan a alguna de las preguntas que encontré en el primer simulacro, y que en su momento me parecieron escritas en hebreo. Las saco y me siento semidiós. Esto funciona, amigos. Pasamos a la estadística inferencial y aunque la cosa se complica, el señor traumatólogo sigue dando la talla y continúa con el buen ritmo que llevaba. Termina haciéndonos una tabla sobre los diferentes test estadísticos que se hacen en función del tipo de variable (a memorizar sí o sí, muy a mi pesar) y sin darnos cuenta, todo acaba y la cabeza sigue en su sitio. No me lo termino de explicar, pero con cuatro explicaciones muy bien explicadas tengo todo en su lugar.


Todo esto me demuestra lo que ya sospechaba desde hace mucho tiempo. Este sistema me ha terminado de confirmar que todo el contenido que se empeñan en hacernos engullir en la facultad termina siendo inútil si no lo sistematizan de la manera adecuada y que con mucho menos se puede llegar a hacer mucho más. Ahora solamente me queda esperar a que estas dos clases me sean de utilidad ya no para el MIR, que eso no lo pongo en duda, sino también para el examen de Farmacología que tengo antes de la siguiente cita con la academia. Y hasta entonces, me despido.



A.



3 de diciembre de 2013

Clase de Epidemiología de 1ª Vuelta

Siempre se ha dicho que Medicina es la menos científica de todas las ciencias. De la misma forma, la Medicina siempre ha sido entendida como una fusión entre las humanidades, las letras y la ciencia, despreciando en parte, el componente de números que lleva implícito esta última. Pero para todo aquel creyente en que la Medicina está completamente exenta de numerología, que se desengañe. Para eso llegaron unos tíos y se inventaron la Epidemiología.

Puede parecer que la Medicina actual tiene tantas cosas que descubrir, que lo que menos le preocupa al médico es manejar con soltura un conjunto de cifras y fórmulas, y que lo que debe hacer es centrarse en el estudio de la fisiopatología y las dianas terapéuticas de las enfermedades. Sin embargo, y como se me ha demostrado en los últimos años de la carrera, la Epidemiología es una de las partes más importante de la práctica médica, y prueba de ello, es el peso que tiene de cara al examen MIR. De las 225 + 10 preguntas que componen el examen, el número medio de preguntas de Epidemiología es de 20 (aproximadamente un 8,5%). Es por eso que la academia ha recalcado la importancia de prepararla adecuadamente, y en consecuencia nos han dado una maravillosa clase de primera vuelta.

La tarde empezaba con el ánimo de saber que, además de la preparación del MIR, la clase iba a facilitarme en gran medida el examen de Farmacología Clínica que tengo en la facultad en apenas unas semanas. Iba siendo consciente de la pésima base del temario que tengo y siendo complemente creyente en que "Él método" volviese a hacer de mí un chico con las ideas claras.

El profesor, un cirujano vascular del H. Clínico San Carlos de Madrid (sí, un cirujano, has leído bien), empezó explicando métodos de validación de las pruebas diagnósticas, y desde el minuto uno me di cuenta de que el tío era un auténtico genio de la docencia. Explicaba, daba ejemplos prácticos, ayudaba a razonar cada una de las preguntas de test detenidamente, proponía ejercicios para resolverlos de manera individual y luego exponerlo de manera conjunta... Después de entender qué era y cómo se hacía una tabla de contingencia (concepto que me explicaron en primero de carrera pero que, obviamente, estaba perdido en algún sitio donde ni mi razón ni mis ganas me permitían encontrarlo), empezó a explicar las medidas de frecuencia y las medidas de asociación. Llegados a este punto, en el que mezclaba la incidencia con la densidad de incidencia, y los falsos negativos con los positivos, y el VPP con el VPN, mi cerebro y mi vejiga no estaban en condiciones de seguir hacia adelante. Todo lo bien que lo estaba haciendo el profesor, se estaba liando en mi cabeza por la mundana necesidad de salir a descansar.


Al volver del descanso y con la consciencia subiendo peldaños en la escala de Glasgow, estaba preparado para el segundo asalto, que no hizo otra cosa que mejorar. La parte final de la tarde la dedicamos a sintentizar de manera sistemática los estudios epidemiológicos, repasando los más importantes, y dejando los secundarios para abordarlos detenidamente durante la segunda vuelta. Llega el final de la clase y me levanto del asiento doblemente satisfecho. No solamente había logrado comprender un temario que en la facultad se me resistía desde el primer día que puse un pie dentro, sino que lo que habíamos estado repasando había aclarado conceptos que necesito para el examen de dentro de dos semanas.

La semana que viene tendré la clase de Estadística, otro de los grandes huesos que nunca me he visto en condiciones de roer, y muy relacionado con la clase de esta semana. Juntas forman lo que he decidido llamar la "numerología de la MIRicina", un conjunto de conocimientos en base a números y fórmulas que creí que nunca iba a volver a tener que repasar, pero que sin olvidar la importancia de las letras y las humanidades, forman parte indiscutible de esta ciencia que llamamos Medicina.



A.