30 de noviembre de 2013

Clase de ORL de 1ª Vuelta.

Después de todas estas semanas en la academia, iba con gusto a mi cita semanal en la sede de Francisco Silvela. Tocaba dar Otorrinolaringología y, aunque no sea una de mis opciones de cara a elegir especialidad, es una especialidad que me gusta bastante el tipo de patologías que aborda, por lo que si añadíamos las buenas sensaciones que me dejaron las dos clases de Pediatría pasadas, tenía pinta de ser otra tarde de esas en las que salgo con la sensación de haber aprovechado el tiempo. Nada más lejos de la realidad.

Esta vez tengo que decir que, al igual que en ocasiones anteriores me costaba hacer un ranking sobre cuál de las clases había sido mejor, esta vez me ha resultado muy sencillo. Esta es la peor clase que hemos dado hasta ahora en la academia.

El profesor, un hombre a primera vista campechano y con ganas de hacerlo lo mejor posible, empezó por la sección de Otología. Comenzó con un repaso anatómico y de las pruebas de exploración funcional del oído, para pasar después a abordar la patología del oído durante la primera parte de la tarde. Desde el primer momento, me di cuenta de que esta clase no era como las demás, en las que el profesor captaba la atención de los alumnos proponiendo preguntas de test para que las resolviesen. En esta ocasión, se limitaba a coger los test de primera vuelta y decir "Pregunta número 5, la correcta es la respuesta 4" y luego explicaba el temario. Desde el principio me noté perdido entre sus explicaciones, que todo hay que decirlo, fueron de todo menos ordenadas...

Yo estaba callado, intentando prestar atención, y preguntándome si sería yo el único que estaba completamente perdido. Miraba las caras de mis compañeros, y ninguno de ellos mostraba signos clínicos de descontento con la clase. "Será costa tuya, inténtalo de nuevo. Cambia la actitud", me decía. Volvía a intentar poner ocho de mis cinco sentidos en intentar buscarle una lógica al esquema que hacía el profesor. Y de repente, llegamos a la otitis. "Bien, venga, este tema se te da bastante bien. Aprovecha para reengancharte a la clase". Tal cual empieza la explicación mi cara empieza a asemejarse discretamente a El Grito de Munch.

En ese momento, mi compañero y yo nos miramos y resoplamos a la vez. Queda claro. No soy el único que está desesperado con la explicación. Decido girarme y buscar la existencia de más cómplices, que pensasen que por una vez, la docencia en la universidad había sido más provechosa que aquella. La gente había alcanzado ese momento en el que la musculatura de la mímica trabaja de manera autónoma, y sus caras reflejaban lo que yo llevaba pensando 3/4 partes de la clase: no puede estar saliéndole peor. Empieza con la otitis externa, luego pasa a la otitis serosa, y luego a la OMA, pero llegado a este punto explica la perforación timpática, y luego vuelve al tratamiento de las tres otitis anteriores, para terminar hablando de complicaciones intra y extracraneales de las otitis... Vamos ¡un desorden en toda regla!

Llegados a este punto, empiezo a realizarme preguntas existenciales que ni los más estudioso de la metafísica podrían responderme. "¿Qué hago aquí, tirando la tarde por el sumidero, cuando tengo muchas otras cosas que hacer?" "¿Qué hago, me quedo aquí a esperar que este hombre siga agitando mi cabeza y desordenando lo que yo tenía bien amueblado en mi cabeza sobre ORL, o por el contrario me voy y concluyo aquí la misión de intentar refrescar ORL?".

Se acerca el momento de decidir. El descanso está a la vuelta de la esquina. Mientras tanto, el profesor ha seguido la misma dinámica que hasta ahora, proponiendo preguntas que él mismo respondía sin siquiera dar la oportunidad de pensar en las respuestas, explicando temario de manera desordenada, liándome más si cabe... Tomo la decisión. Me voy.

Al salir al descanso todos los compañeros, comentábamos lo mismo. Después de dos horas de una caótica explicación, nadie podía disimular el descontento que tenían sobre la clase. Se habla con los delegados, proponiéndose que si es posible, en la segunda vuelta, la clase de ORL esté enfocada de otra manera, con otro profesor con el que quizá tengamos más conexión que con el de esta tarde. Termina el descanso y mis resignados compañeros vuelven al aula, y yo me quedo fuera, con la sensación de estar tirando la tarde a la basura, pero sabiendo que entrar en ese aula no iba a cambiar mi apreciación por el tiempo desaprovechado.

Esperemos que cuando escriba sobre la clase de ORL de segunda vuelta, pueda decir todo lo contrario de lo que escribo ahora. Porque el fallo durante la primera vuelta no me preocupa en exceso, pero no me gustaría volver a la academia en segunda vuelta y encontrarme con el mismo panorama.



A.


17 de noviembre de 2013

Simulacro 1

Suena el despertador un sábado por la mañana, abriendo un día que, desde el pensamiento del recién despertado, parecía otro sábado más normal y corriente. Sin embargo, con un café en el estómago y la cara lavada me doy cuenta de que no. Que este sábado, era el día de ir a la academia a hacer el primer Simulacro de la preparación del MIR.

Pereza. Una buena palabra para explicar la sensación inicial. Seguro que a más de uno se le ocurre un plan mejor para invertir el sábado por la tarde.
Curiosidad e intriga. Otras dos bastante adecuadas para contar lo que sentía de camino al simulacro. ¿Cómo iba a lograr aguantar 5 horas en una sala haciendo un examen? ¿Cómo iba a ser capaz de responder a preguntas de temario que no he visto desde hace dos, tres o incluso cuatro años?...
Sorpresa. Una palabra que resume bastante bien la experiencia.

Llego a la cita, 15.30h. en la primera planta de la sede para el primer pase de lista. Hay gente por todos lados. Caras conocidas y otras no tanto. Empieza el llamamiento, y con el volumen de gente por los pasillos, nadie se entera de que le llaman. Me llaman, enseño el DNI, me dan el examen y la plantilla para rellenar las respuestas y tomo asiento en el aula. De entrada me siento cómodo, sentado y esperando que entre todo el mundo para poder empezar, y así terminar lo antes posible. Nos leen las normas básicas (nada de móviles, la primera hora no se puede salir, la última media tampoco, si queremos salir al baño hay que levantar la mano y dar el examen...). Llegan las 16.00h. y empiezo.

Desde el principio sigo los consejos que me mandó mi tutora via e-mail un par de días atrás. "Deja las preguntas de imágenes, generalmente las primeras, para el final". Las 30 primeras son relacionadas a imagen. Las paso. Empiezo por la 31: Pediatría (perfecto). Me siento cómodo y contesto sin mucha dificultad las primeras, me gusta el temario y dimos la clase ayer. La cosa está fresca en mi mente y no se resiste. Avanzo y se acaba el bloque, dejando el paso a Estadística. "¿Qué me han enseñado en la facultad a mí sobre Estadística?" "¿Qué dice aquí de un estudio? Ah.. ni idea, pero es la 4 fijo, que en el libro del Dr. Macarrón poner que por probabilidad, la respuesta número 4 es la más frecuente." Venga va, sigamos como si nada, ya habrá cosas mejores.

Llega Inmunología y para mi sorpresa me siento cómodo respondiendo a algunas (otras, evidentemente, no), cosa que nunca me habría pasado un par de meses atrás. Seguimos por Digestivo, otro bloque de los gordos, recordando cosas de la facultad y otras que creo no haber leído en mi vida. ¡Pregunta 81! Toca pasar a la plantilla y aprovecho para darme un respiro mental, al fin y al cabo solamente es pasar números a una hoja. Termino mi recreo mental y sigo con un par más de Digestivo para seguir con Reumatología. Seguimos del mismo modo con las siguientes, hasta la 131 "¡Otro descanso cerebral pasando a la plantilla!" Paro y tomo algo de agua, pero ahora mismo me siento demasiado bien cómo para descansar. Ya habrá un momento de fatiga mayor. Ahora toca las 10 últimas preguntas del examen que son las de reserva, y según me han dicho, son las más importantes de todo el examen, puesto que es seguro que ninguna de ellas es impugnable. Salgo más o menos airoso y vuelvo a donde lo había dejado.

Continúo con Cardiología, otro de los gruesos del MIR, Neumología, NeruofcsmdkkhdyrloöâÛN. Necesito un descanso. Ahora sí que sí. Necesito mi sandwich de jamón y queso envuelto en una maravillosa funda que hace poco ruido para que los compañeros que tengo alrededor no me deseen una muerte lenta y dolorosa. Me lo como con ansia y bebo agua con la esperanza de reexpandir mi sustancia gris. Me encuentro mejor, tomo aire y continúo. Termino con un bloque de cincuenta preguntas y las paso. Empiezo las siguientes cincuenta y mi vejiga juega en mi contra. Levanto la mano y salgo. Expulso la botella de 500ml. de agua que llevo dentro y vuelvo al aula. El cerebro me flojea. "¿La hora?" "¿Qué hora es?" "¿Cuánto tiempo llevo aquí metido? Esto debe estar a punto de terminar." Meto prisa y logro llegar a las de imágenes. Tengo la lengua fuera. Quiero dormir, o por lo menos adoptar posturas que no sean factor de riesgo para desarrollar artrosis precoz. Tengo las piernas dormidas, el culo aplanado y la espalda escoliótica. "Llevo mucho tiempo aquí sentado, ¿Me estará dando un TEP?" "¡¡SIGUE, y deja de distraerte!!"

Imágenes, "¡Oh, qué bonito! ¿Qué es?" "No, no, lee la pregunta y no mires la imagen. Te han dicho que es muy posible que no la necesites para responder a la pregunta." "Uy, pues es verdad, esto parece que funciona". "¡Guala!¡Qué placa de cráneo bonita en la que se ve....Exactamente,¿Qué se ve?""! Ah sí, clarísimo, un implante coclear ahí en la esquina superior izquierda ¿Sí, no? Buengo venga, termina... que esto debe estar a punto de acabar"... BIEN! Última pregunta, un fondo de ojo... me siento como arrastrándome por el suelo cómo quien acaba de correr los 42 Km. de una maratón y está a punto de rozar la meta con la punta de los dedos. Acabo de pensarla y contesto. Vale, ahora solamente queda pasar las respuestas de éstas últimas a la plantilla "-¿Compañero, me dices la hora?" "-Las 19.45h." "¡¿CÓMO?!, ¿¿QUÉ LLEVO AQUÍ SOLAMENTE  3 HORAS Y 45 MINUTOS?? ¿ES QUE LA TIERRA HA DECIDIDO DEJAR DE ROTAR SOBRE SU EJE MIENTRAS YO ESTABA AQUÍ DENTRO?" Paso las respuestas rápido a la plantilla y me salgo. Necesito oxígeno o algo similar. Se ha acabado y he salido vivo, aunque con el cuerpo como si hubiese pasado por encima de mi alguna máquina de esas que tiran casas abajo. Mis más sinceras felicitaciones a mis nalgas y mi cerebro por el esfuerzo realizado.


Tras haber descansado toda la noche, me levanto y desayuno tranquilo. Antes de comer, decido arriesgarme a meter la plantilla en el Sitio del Alumno. "¡LA HOSTIA!" No esperaba que me hubiera ido así. No sé si está bien o mal, pero la verdad es que yo personalmente me lo esperaba muchísimo peor. Después de todo me quedo contento y desanso. Ahora solamente queda esperar que poco a poco, aprenda a dosificar mis esfuerzos y llegar al final del examen como una persona humana.



A.










15 de noviembre de 2013

Clase de Pediatría de 1ª Vuelta

Y por fin llegamos a una de mis asignaturas favoritas. Pediatría. Creo que cualquiera que haya leído el blog con anterioridad puede ser consciente de que esta especialidad es una de mis primeras opciones de cara a ejercer el día de mañana, por lo que supongo no será necesario recalcar las ganas que tenía de que llegase esta clase.

La verdad es que no es que no me haya defraudado, es que me ha reafirmado en mi pensamiento de lo bonita y completa que es la especialidad. Si la semana pasada decía que la  clase de Oftalmología de 1ª vuelta me había parecido una de las mejores hasta el momento, Pediatría queda en un nivel incluso superior. El profesor ha sabido defender la especialidad de un modo heroico, haciendo que incluso aquellos compañeros míos que odian la pediatría hayan salido contentos con la forma de explicar un temario que entiendo que puede resultar algo engorroso si no te gusta. Ha sido ameno en todo momento, ha recalcado los puntos más importantes, ha encuadrado patología muy difícil de sistematizar en un par de cuadros resumen que ayudan a responder practicamente cualquier pregunta que se nos plantee... En definitiva, ha sido una clase de 10.

Durante esta vuelta, tendremos dos clases de Pediatría, y en esta primera, ha centrado la explicación en el temario correspondiente a Neonatología y a la patología del aparato digestivo en pediatría. Desde el principio me he sentido cómodo con el temario, recordando conceptos explicados en la facultad y otros tantos aprendidos durante las prácticas. Desde la exploración física del recién nacido normal, hasta el diágnostico diferencial de las enfermedades pulmonares neonatales, para teminar llegando al estudio de las ictericias del RN. Tras el descanso rutinario y de oxigenación cerebral, hemos "repasado" la sepsis y la patología infecciosa connatal (una de mis partes favoritas de la especialidad), para acabar la clase con algunas de las patologías digestivas del niño.

He de decir que, a diferencia de otras clases en las que después del descanso y acercándonos al final terminaba por sentirme saturado de información, esta vez no he sentido el agotamiento mental que acarrea el estar durante cuatro horas sentado en una silla escuchando y resolviendo test sobre patologías muy diferentes y a la vez parecidas entre sí. Ha llegado el final de la clase y yo seguía embobado, sin poder dejar de pensar en cuánto me gusta la especialidad y en lo fácil que resulta aprender cuando te explican las cosas de una manera tan simplificada.

Otra buena crítica, y esta dirigida directamente al profesor, es lo "antipediatra" que ha sido. Me explico. La gente parece estar acostumbrada a que los pediatras sean aquellos/as tíos/as que vagan por el hospital adornando sus fonendos con "muñequitos" que cuelgan de una manera un tanto siniestra, y aquellos/as que no saben hablar sin incluir un diminutivo cada cuatro palabras. Nunca me ha gustado esa imagen que se tiene, y si bien hay claros ejemplos en todos los hospitales que promueven esa imagen, este doctor me ha reafirmado en la opinión de que no hace falta decir "culito" para ser un buen pediatra. Gracias.

Por el momento, solo queda esperar a que la segunda parte de la asignatura que nos darán la semana que viene sea por lo menos igual de buena que la primera. Pero no hace falta ponerse en el viernes que viene para pasar de nuevo por la sede de Francisco Silvela, puesto que mañana tengo mi PRIMER SIMULACRO.

Después de innumerables e-mails recordándonos consejos sobre cómo afrontar este primer simulacro y la importancia de realizarlo en la sede, mañana me enfrentaré al que supone el primer "ensayo" del MIR. Mañana sabré lo que se siente al estar delante de un monton de folios sentado durante 5 horas. Pero cómo aun no ha llegado ese momento, me lo reservo para mañana y así no adelanto acontecimientos. Ahora a descansar, que nos lo hemos ganado;)



A.

9 de noviembre de 2013

Clase de Oftalmología 1ª Vuelta

Después de no haber podido ir a la clase de Ginecología, este viernes volví a la academia para que nos diesen la clase de Oftalmología de la primera vuelta.

No es una asignatura que me guste ni me disguste, aunque es verdad que durante la carrera me llamó bastante la atención la parte práctica (a pesar de mi odiado quirófano) y muy poco la teórica. Me parece una asignatura que junta demasiadas patologías en muy poco espacio y que además se enmarcan en una anatomía demasiado compleja para el volumen que ocupa.

Volviendo al tema de la clase, diré que fue una de las mejores clases que nos han dado hasta el momento en la academia. El profesor, que con el tiempo me di cuenta de que era el mismo que aparece en las Videoclases de CTO, empezó hablando sobre la "poca" importancia de la asignatura de cara al MIR, pero a la vez, la alta rentabilidad de saberse las "cuatro" cosas que preguntan en todas o casi todas las convocatorias. Siguió mostrando un esquema sobre cómo se iba a estructurar la tarde. Ahí ya me cogió. ¡Por fin!. Gracias. Un profesor que sigue un índice que presenta al principio para poder ir sabiendo más o menos dónde estamos en cada momento.

Empezamos haciendo un repaso de la embriología, anatomía y fisiología del ojo, cosa que a mi siempre me pareció muy compleja, pero que si alguien la explica bien puede quedarse fijada sin mucho más problema. Empezó muy rápido, pasando de concepto en concepto con una velocidad que al principio resultaba agobiante. Sin embargo, demasiadas cosas había que hacer cómo para centrarse demasiado en lo básico, y más tarde agradecí que hubiese hecho un repaso breve de las cosas que sí íbamos a necesitar saber para entender las patologías de después.

Continuamos viendo la patología del segmento anterior del ojo, con el clásico diagnóstico diferencial del ojo rojo. No es un tema difícil, y mucho menos después de los cuatro trucos básicos para poder reconocer cada patología y poder acertar las preguntas correctamente. Desde aquí y hasta el final, nos ilustraba las patologías con vídeos sacados de YouTube, permitiendo hacer un descanso mental, ayudar a entender y además amenizar bastante la clase.

Seguíamos con la misma estructura que en clase anteriores, alternando la teoría por bloques con los test de primera vuelta. Y así, llegamos hasta el apartado de las cataratas. No había otro símil mejor para hace entender que el cristalino, en su gran parecido con los M&M's, estaba formado por tres capas diferentes y cómo la opacificación de este producían la enfermedad. Su núcleo de avellana, su corteza de chocolate y sus cápsulas anterior y posterior de caramelo. Llegados al apartado del tratamiento, comentaba cómo en algunos lugares el mundo se seguía practicando una cirugía desarrollada en la Edad Media que consistía en meter objetos punzantes a través del ojo para terminar "descolgando" el cristalino de su inserción (con su correspondiente vídeo ilustrativo, claro está). Después de este bloque nos fuimos al descanso a dejar que nuestros cerebros respirasen el aire libre, sin más tregua que media hora con una Cocacola y una chocolatinacomo sustento.

Al volver, y ya con el cerebro teóricamente descansado, continuamos con el segmento posterior del ojo y la neurooftalmología. El doctor, a pesar de las horas que ya llevabamos a la espalda y del cansancio acumulado de una semana en el hospital, logró mantener mi atención hasta prácticamente el final de la clase, cuando mi cerebro pedía clemencia y mi trasero una superficie mullida donde poder descansar. Para cuando quiso dar la clase por terminada, mi cerebro ya había alcanzado un estado de letargia que solamente me permitía reirme por cualquier estupidez y hablar con una verborrea propia de un paciente desfrontalizado.

¡Esto sí son dos ojos! (N.Geographic, Junio 1985)
A pesar de todo el cansancio al salir por la puerta de la sede, solo puedo pedir que el resto de las clases vayan por el mismo camino, porque si se entra con la idea de no saber más que lo más básico, y se sale pensando que has aprendido más oftalmología en 4 horas y media que en 3 meses de clase en la facultad, es que el método funciona y vamos por un buen camino.





A.