5 de diciembre de 2014

Psicología y otras preguntas sin 5 opciones

Aunque no lo parezca, sigo vivo. El MIR no ha conseguido matarme, al menos de momento. Solamente me quita tiempo. Mucho tiempo. Quizá más del que me gustaría. Cuando termina el día solamente quiero descansar la mente y alejar mis pensamientos de cualquier cosa relacionada con ello. Cuando termina la semana, no paro por casa, arañando hasta el último minuto de domingo de libertad del que sigo disfrutando (por el momento).

Lo bueno es que de momento estoy viendo resultados al esfuerzo y las netas van subiendo. El percentil me viene dando más igual (sobre todo sabiendo que la academia hincha mucho los simulacros, o bien algunos compañeros superdotados son capaces de sacar 220 netas, cosa que ni me planteo).

Ya llevo unas cuantas asignaturas repasadas y, si de algo me alegro, es de la cantidad de resúmenes y esquemas que hice durante la segunda vuelta (si algún futuro MIR me lee en estos momentos, que capte el mensaje). Voy rápido y al grano. Priorizando y sacando el tiempo para lo que considero más importante: preguntas, preguntas y más preguntas.

Aun así, y a pesar de verme bien, ya me he dado cuenta de que hemos entrado en la "fase psicológica" del examen. En la fase de ir al simulacro y pensar "por tu madre, no me jodas y que salga bien". El momento de meter la plantilla y notar ese algo en el estómago. El momento de pensar "esta pregunta de estadística la he tenido bien dos veces, ya no la miro más de cara al examen, que tengo que dedicarle tiempo a otras" y empezar a seleccionar muy bien la información.

Ahora hemos llegado al momento en el que los nervios pueden hacernos jugar una mala baza. Pensar "¿y si les da por innovar?", "¿y si al final no me da?", "¿y si me estanco aquí?", "¿y si soy único en mi especie y a partir de ahora no mejoro lo que espero?"... De verdad, que egocéntricos llegamos a ser.

Esto solo ayuda a aumentar la incertidumbre y hacer que miremos el calendario sabiendo que ya quedan menos de dos meses para el examen. Algo de nervios si que me entran, pero la verdad es que hay que saber jugar con los nervios y aprovecharlos como motivación, más que tenerlos como un obstáculo.


Como mi profesora de Biología del colegio me dijo una vez, "Hay exámenes que son de conocimientos, y hay otros que son de madurez". Gracias Mercedes, ahora sé que es verdad.

A.

3 de noviembre de 2014

El día de la marmota

Otro día más. Y ya van unos cuantos.

John Denver me da los buenos días, como siempre. El ritmo de "Take me Home, Country Roads" no consigue que arranque de la cama con otro pensamiento que el de "otro más". La misma tostada con el mismo café de todos los días. "Hoy vas diez minutos más tarde, ¡menuda innovación!". La misma silla y la misma mesa esperándome. Los mismos manuales que ayer, y los mismos que mañana. A ver cuando termina Neurología. La misma rutina de estar sentado, leyendo y priorizando. Menos mal que lo de descartar los temas no rentables es cosa de la academia. Leo, subrayo y esquematizo. Desgloses. Más desgloses. "Descansa un poco, toma aire y sigue con ello, tienes que terminar antes de las 14.00 con este bloque". Continúo y lo termino.

La hora de comer es un placer hasta ahora despreciado. Degustar cada bocado (de tiempo y de comida). Sentarse en el sofá y ver la televisión un poco, a ver si la telebasura me hace algo más normal. El reloj de la pared empieza con las indirectas. "Son menos cuarto, va siendo hora de volver a la silla". Resignado, cojo el rumbo y empiezo con la misma rutina de por la mañana, pero una horas después. Y así lunes, martes, miercoles, jueves, viernes y sábado.

Domingo. Querido domingo. Te pienso desde el lunes.

Mis amigos no-MIR me preguntan "¿qué tal?". ¿Qué respondo? Bien, imagino. Aburrido, seguro. Rutinario, sin duda. La familia más de los mismo. Quedas con ellos y todos te preguntan por lo mismo. Pero en el fondo hay poco más que contar. "Por las tardes salgo a correr" "El domingo pasado hice esto, y el siguiente lo otro". ¡Qué sensación más absurda sentarse delante de alguien para que te hable y te cuente cómo sigue funcionando el mundo desde fuera de tu escritorio!

Suena extraño pero, ¡que esto avance rápido!. Que llegue ya la tercera vuelta. Y la cuarta. Y el 31 de enero. Mi cerebro no está abierto a nueva información. Está de huelga. Se ve obligado a trabajar demasiadas horas por muy pocas de ocio.

Las cosas van bien. Los resultados van cumpliendo. Solo falta dejar de despertarse todos los días con la misma música, la misma tostada y el mismo café, para ver cómo se despierta otro día más la marmota.



A.


11 de octubre de 2014

Vacaciones

Vuelvo a sentarme aquí, delante del ordenador, para escribir algunas líneas que delaten que sigo vivo. No he caído en esto del estudio, ni he abandonado el blog (al menos por completo).

Estas semanas han ido pasando por delante y apenas me he dado cuenta de que no me paraba delante del ordenador para escribir cómo seguía yendo la preparación. La verdad es que cuando pasas el día sentado delante del manual o los Desgloses, valoras la idea de intentar rehuir lo máximo posible del tema MIR durante el tiempo de ocio. Por eso mismo, al terminar la jornada de estudio, he huido del teclado y he aireado mis neuronas aprovechando el tiempo libre para hablar de cualquier cosa, menos del MIR.

Hoy lo retomo por una razón importante: Las vacaciones. Hoy empiezan, para mi y mis compañeros de grupo, las tan ansiadas vacaciones de estudio. Un tiempo para no recordar a qué dedicamos el tiempo día tras día y para descansar la mente, que por lo que nos han dicho, va a hacernos falta.

Nada de manuales. Nada de simulacros. Nada de Desgloses, ni de esquemas, ni de test. Mañana cojo un avión que me lleva lejos del zulo. A la playa. Al sol. A tomar aire fresco y recargar la batería.


A.

10 de septiembre de 2014

Cardiología en 2ª Vuelta

Si la semana del estudio de Cardiología empezaba con la incertidumbre de si me habría equivocado o no en elegir el manual de otra academia, ha acabado con la seguridad de haber tomado una decisión adecuada.

El planning de la academia era una locura. Un manual de casi 300 páginas en 7 días. Inabarcable, lo mirase por donde lo mirase. Sin embargo, el ritmo de estudio ha sido bueno y, en parte gracias a haber tomado la opción de "irme a la competencia", he podido terminar todo el planning y los desgloses sin meterme en un bucle de estudio compulsivo.

Temas generales y otros muy específicos. Cuadros típicos y muchos fármacos que pseudomanejar. Saber cuáles aumentan la supervivencia en Insuficiencia Cardiaca, y cuales en HTA. Saber también cuales no lo hacen. Saber las indicaciones de revascularizar de un modo u otro, o cuando marcar la fibrinolisis como opción correcta y no la angioplastia percutánea. En definitiva, un montón de datos metidos en algoritmos que al final he logrado medio-retener, al menos durante la semana que he ido estudiando Cardiología.

En sí, es una especialidad que me encanta. No me veo haciéndola, pero me parece muy comprensible y muy médica, con muchas repercusiones sistémicas y mucha influencia de otros aparatos. Estudiarla puede resultar muy complejo si uno no se centra en los temas clave a manejar de cara al examen. Es una de esas especialidades que o se aman, o se odian. ¡Pobre del futuro cirujano-odia-médicas que se tenga que enfrentar a ella! Será como para mi meterme a estudiar Cirugía General.

Lo bueno: Muy comprensible y resumible en muchas tablas de cara a futuros repasos. Si se sistematiza el estudio es fácil ir sacando conclusiones por uno mismo, lo cual termina haciendo que las ideas se queden de forma perenne por el hipocampo. Lo malo: Extensa y muy centrada en el manejo concreto de la patología según algoritmos concretos. Las preguntas semiológicas abundan, pero también te encuentras con los típicos casos clínicos que cuentan a X paciente con X antecedentes que le pasa X y ¿Cuál es la conducta más apropiada a seguir en el estado actual de éste, tu paciente? La clase: Muy de primera vuelta. Había temas que no se vieron en la clase de primera vuelta, por lo que el profesor se dedicó a explicar las valvulopatías como si nunca hubiésemos oído hablar de ellas. Pocas preguntas test y demasiado lenta quizás. Al menos, las explicaciones fueron muy buenas y me ahorraron el esfuerzo de elegir la información que me estudiaría. Apuntes de clase y poco más.

Esta semana, otra de las grandes: Digestivo. Una asignatura que durante la carrera no recuerdo haber cursado y de la que sé, única y exclusivamente, cosas de manejo general. La EII, para mi, son los padres...


Saludos.


A.

2 de septiembre de 2014

Endocrino en 2ª Vuelta

En los días que corren, el ritmo de la preparación empieza a subir y empezamos a tener que estudiar las asignaturas más pesadas en cuanto a temario. Esta semana nos ha tocado Endocrino y la verdad es que ha sido lo más denso que he estudiado hasta el momento.

En la carrera, es una asignatura que me encantó. La teoría me parece muy bonita, a la par que lógica, ya que si sabes para qué se usa cada hormona y qué es lo que activa o inhibe ese eje, puedes entender perfectamente todo lo que pasa en cada enfermedad. Es lo bueno y lo bonito. Pero en realidad, el día a día de un endocrino me parece un "sota, caballo y rey" de ver obesos, diabéticos e hipotiroideos.

El planning de la academia proponía un orden bastante lógico y asequible, con el temario bastante bien estructurado y repartido a lo largo de los cinco días que duraba el estudio. Todos los días, antes de estudiar la patología, había un tiempo dedicado a un repaso básico de la fisiología. El/la que escribió el planning debe ser una persona con un sentido del humor incontenible, porque cada dos por tres había comentarios y reglas mnemotécnicas de lo más humorísticas, lo cual al principio no estaba tan mal, pero a medida que vas acumulando cansancio y "hastalapollismo", leer cosas del tipo "hoy es el día más dulce" (refiriéndose al día de estudio de la diabetes) no provocaba ni el más mínimo atisbo de sonrisa por mi parte.

Aunque a primera vista creía que iba a ser una asignatura fácil de estudiar, mis planes se van a pique cuando abro el manual y veo que hay temas de más de 20 páginas. Me entran los siete males y decido que cambio el modus operandi. "Me voy a leer primero los desgloses y luego, en función de lo que vea que se pregunta, profundizo más o menos".  Bien, pues después de leer los desgloses me doy cuenta de que sobra más de la mitad. Incluso 3/4 partes si me apuras. "Si en los 10 últimos años no han preguntado sobre esto, no pienso ni leerlo". Llego a temas que no terminan nunca. Por mucho que lea siguen quedando páginas. Decido que hay cosas que me las estudio por fuentes más resumidas ya que, gracias a la buena base que me dieron en la universidad, comprendo bien un esquema mucho más resumido.

Lo bueno. Una asignatura muy razonable y bastante rentable, ya que hay muchas preguntas que se agupan en los temas de diabetes, suprarrenales y nutrición. Si se entiende, es bastante fácil de memorizar detalles que pueden ayudarte a dar que el clavo en una pregunta tipo test. Lo malo. Muchos efectos cruzados entre hormonas que cuesta meterse dentro de la cabeza, sabiendo que si inhibes eso, activas lo otro y eso produce una activación de la inhibición de nosequé mierdas más, que al final lo más importante es la dieta y dejar de fumar... El planning y el manual: muuuy densos. Demasiado. De ahí que haya prescindido bastante del estudio por el manual de mi academia y haya decidido estudiar algunas partes por otros manuales diferentes. La clase: dividida en dos. La primera, muy buena, haciendo un resumen de los básico y lo que realmente hay que saber (lo que me permitió ni leerme los últimos temas y estudiar directamente de los esquemas de clase). La segunda, una explicación de lo que ya había estudiado en casa. La profesora explicaba genial, fijando el temario con algunas preguntas test de segunda vuelta.

Esta semana hemos empezado con Cardio, y la verdad es que he sido previsor. Abro el manual y veo casi 300 páginas. Lo cierro, cojo el coche y me voy a comprar el otro. De momento, el estudio me permite responder a todas las preguntas de los desgloses, pero leyéndome la mitad de temario. ¿No habían dicho que esto del MIR trataba de rentabilizar el estudio?... Pues eso.



Saludos.


A.

20 de agosto de 2014

Infecciosas en 2ªVuelta


Esta vez ha tocado estudiar una de las grandes. La asignatura que, o te encanta, o la odias. Esa que tiene conceptos razonables y otros (la gran mayoría) puramente memorísticos. Muy bonita de entender y englobar, pero muy compleja de retener más de dos semanas en el cerebro.


Las enfermedades infecciosas son una de las partes más bonitas de la Medicina (según mi opinión) pero a la vez uno de los huesos duros de roer. Multitud de microorganismos, pruebas específicas para algunos, clínica muy compartida y solapada por muchos de ellos, y muchos tratamientos en función de qué "bicho" sea. Sin embargo, de cara al MIR me parece una asignatura agradecida, ya que sabiendo cuáles son los temas fundamentales puedes sacarle un buen rendimiento en lo que a netas se refiere.

La academia nos estructuró un planing bastante interesante, en el que empezábamos dedicándole todo un día a uno de los platos más fuertes de la asignatura: el VIH. Para mi, una de las enfermedades más bonitas que puede haber, con muchos frentes que combatir y con una esperanza de vida, a día de hoy y en el mundo desarrollado, más que aceptable. Asimismo, es compleja por la multitud de procesos que engloba, por lo que el estudio se ha centrado sobre todo en reconocer los "casos típicos". Si me cuentan un paciente que en el la TC se ve una "masas múltiples...blablablablabla... no capta contraste... blablabla.. no efecto masa...blablabla" se que es una LMP por virus JC y punto. ¿Por qué y cómo? Da igual, nadie me va a pedir explicaciones por marcar una pregunta.

Por eso mismo, esta asignatura me parece que tiene su gracia, ya que al final parece que estás estudiándote las preguntas del Triviados. "Pescadero que se pincha" "Erisipeloide". "Hombre que despelleja liebres" "Tularemia"... y así una infinidad de asociaciones que, aunque poco preguntables o poco frecuentes en la medicina al uso, son muy sencillos de desenmascarar en un examen tipo test.


¿Lo bueno? Ya queda dicho. ¿Lo malo? Extensa, muy compleja y si pretendes acordarte de todos y cada uno de los antibióticos de cada uno de los cuadros, tienes que emplear tiempo y ganas. Por el momento, me conformo con saber reconocer los cuadros y tener una idea aproximada de los tratamientos más habituales. ¿La clase? Aun pendiente de dar la segunda, puedo afirmar que la primera fue una clase con una orientación muy enfocada al examen. No dimos absolutamente nada de teoría (toda se dio en primera vuelta). Nos dedicamos a hacer preguntas, preguntas y más preguntas. Y sobre ellas, era sobre lo que giraba la clase. Además, vimos bastantes imágenes "caíbles" en el examen, ya sea porque tienen una imagen muy característica, o porque han caído con anterioridad.

Ahora, después de esta semana de entretenimiento y disfrute del estudio de Infecciosas, seguimos con otra de las grandes y pesadas: Endocrino.

Saludos.



A.

12 de agosto de 2014

Epidemiología y Estadística en 2ª Vuelta

Después de una semana de estudio de la Pediatría (que no pude escribir en el blog por falta de tiempo), nos ha tocado estudiarnos Epidemiología y Estadística. La asignatura por excelencia en el MIR. Y es que hagas la especialidad que hagas, vas a tener que llevarla sobre los hombros el resto de tu carrera profesional.

La academia nos ha planteado un calendario muy fácil de seguir, con pocos temas diarios de estudio y con una sistemática muy sencilla, ya que los conceptos se repiten año tras año, facilitándonos un poco el estudio. Eso hace de ella la signatura más rentable de toda la preparación. Poco estudio y muchas preguntas. Solo hay una opción: dominarla.

Esta vez si que hemos separado las dos partes de la asignatura (no como en Ginecología y Obstetricia). Empezamos con la parte que más me gusta, que es la Epidemiología. y los últimos días se los dedicamos a la Estadística (un poco más engorrosa desde mi punto de vista). Me ha resultado mucho más sencillo enfrentarme a ella de lo que pensaba en un principio, y quizá tenga algo que ver las dos clases que nos dieron en primera vuelta, que fueron una auténtica revelación.

¿Lo bueno? Asignatura breve y muuuuuy rentable. Muy dinámica de estudiar, practicando preguntas, una detrás de otra. Hacer test y más test, casi como para el carné de conducir. ¿Lo malo? Poco relacionado con los "bonito" de la medicina y conceptos de fisiopatología. ¿Las clases? En segunda vuelta, al igual que en primera, nos han dividido el temario en dos clases. Una para Epi y otra para Estadística. Ambas, nos las ha dado el mismo profesor que nos dio la Estadística en primera vuelta y la verdad es que han sido inmejorables desde el punto de vista teórico-práctico. Mucha orientación MIR. Muchos trucos y pistas para reconocer el concepto sobre el que se nos está preguntando. Muy sistemático, ayudando a resumir las pocas partes más engorrosas del manual. En definitiva, una auténtica pasada.

De hecho, lo mejor de todo este estudio ha sido hacer el simulacro. De repente, las 20pico preguntas de estadística que hasta el momento se contestaban medio solas sin mucha lógica y con más azar que otra cosa, empezaban a cobrar sentido. De hecho, viendo la correción de la plantilla puedo afirmar que se nota la diferencia entre estudiar estadística y no hacerlo.

Ahora empezamos con Infecciosas, una asignatura que a priori me parece muy atractiva a pesar de todos los datos memorísticos que puede llegar a tener.

Saludos.


A.

27 de julio de 2014

Ginecología y Obstetricia en 2ª vuelta

Una semana nueva y una nueva asignatura que nos hemos quitado de un plumazo. Ya van cuatro semanas de estudio a la espalda y, aunque el calor llame a la puerta, no se va dando tan mal como imaginaba al principio. Llevadero y de momento no demasiaso intenso.

Esta semana hemos estado con Gine, y aunque me guste bastante su contenido, no puedo negar que es una especialidad engorrosa de estudiarse de cara al MIR. Como siempre, la academia nos propueso un planning que he seguido ciegamente esperando que su experiencia me guíe un poco en el quehacer diario. En principio creía que tendríamos la Obstetricia y la Ginecología en días separados, pero no ha sido así. Unos temas de Obstetricia, otros pocos de Gine... alternando. ¿El criterio? Lo de siempre: la rentabilidad. Un primer día suave, para un acelerón los tres siguientes, y una bajada de ritmo al final. Los temas más trascendentales en el medio, cuando ya estás hecho a la asignatura y todavía no has llegado a cansarte de ella. Mi parte preferida, la Obstetricia, se me ha hecho muy ligera, pero la Gine variaba en función de los temas, llegando a cansarme demasiado cuando me tocaba ponerme con los temas de oncología.

Los TNM. Esos grandes enemigos de cualquier estudiante que se precie. "¡Hay que estudiárselos!" ¿Por qué?, me pregunto. No entiendo qué sentido tiene que me aprenda una clasificación que ni los propios ginecólogos se saben al dedillo y que además pueden consultar rapidamente en cualquier guía. Otra vez más, una de esas cosas que no entiendo de la Medicina: estudia, estudia y estudia, sin importar para qué. No, señores ponepreguntas del MIR, eso no tiene ningún sentido.

¿Lo bueno? Una asignatura que me gusta, con su patología perinatal y el concepto de tratar dos pacientes en uno solo. Un planning bien estructurado que hace que cuando llegues cansado al final no importe demasiado bajar el ritmo. ¿Lo malo? Los temas que hay que estudiarse de memoria pura, que obviamente ya estudiaré en sucesivas vueltas, porque por mucho que intentase memorizar hoy el TNM del cáncer de endometrio, mañana no iba a recordar ni un estadio. ¿La clase? Han sido dos clases en esta ocasión. Una ginecóloga joven, con ganas y con un pensamiento que a mi me cautiva "usad la intuición y la lógica más que la memoria pura". Hacía ver que muchas cosas las puedes deducir con un conocimiento básico y que además se pueden luchar muchas preguntas sin sabérselas al dedillo por completo. Dos clases muy aprovechadas y amenas, aunque claro, cuando en una semana tienes dos clases y un simulacro el sábado, da igual lo bueno que sea, que acabas por los suelos.


Ahora a descansar por hoy, que nos hemos ganado el doMIRgo


A.



21 de julio de 2014

Inmunología y Genética en 2ªVuelta

Una asignatura que, a priori, puede parecer insufrible y desmotivante, ya que es la única de la "fase preclínica" de la carrera que se estudia de cara al MIR. ¿El motivo? Las preguntas de Inmuno suelen ser bastante similares en cuanto al concepto, por lo que estudiar unos pocos temas da mucha rentabilidad.

Empiezo el estudio como siempre. Me leo las conclusiones y veo los temas más prioritarios de cara a enfocar el estudio de una forma lo más rentable posible. De entrada solo pienso en la pereza que me da. Pero me pongo a estudiar y poco a poco veo que no es tan denso como me imaginaba de entrada. Poco a poco voy avanzando y, junto con las Videoclases y unos buenos apuntes de primera vuelta, no se me hace para nada cuesta arriba.

¿Lo bueno? Estudio centrado en unos pocos temas de caracter básico que permiten responder con sultura la garn mayoría de las preguntas de años anteriores. ¿Lo malo? Una asignatura de poco interés clínico, salvo por las hipersensibilidades y las inmunodeficiencias, por lo que hay que volver a refrescar la manera de pensar "molecularmente", cosa que personalmente me resulta horriblemente aburrido. ¿La clase? Una maravilla. Una inmunóloga que ya nos dio la clase de primera vuelta y que además sabe llevar una asignatura así de aburrida hacia un enfoque mucho más dinámico y práctico. Preguntas parecidas a MIRes previos para saber como defendernos. Trucos y mnemotecnicas para memorizar cosas inmmorizables.

Ahora empezamos con Ginecología, una de las medianas-grandes.


Saludos.




A.

16 de julio de 2014

Nefrología y Traumatología en 2ª vuelta

Otra semana más de estudio a la espalda, en la que he dejado atrás Nefrología y Traumatología. La primera, interesante y compleja. La segunda, menos compleja y mucho menos interesante a mi juicio.

El estudio de Nefrología me ha resultado bastante tedioso de encajar, ya que hace falta manejar con fluidez toda la fisiología renal para poder dominar con cierta soltura la patología renal. Por ello, la academia nos propudo un planning en el que empezábamos con un gran repaso de toda la fisio, y luego nos centrábamos en las partes más importantes de la patología de cara al MIR: las glomerulonefritis y las enfermedades sistémicas con afectación renal. Centrando el estudio en eso no ha ido mal la verdad, aunque he de decir que necesita mucho más tiempo que Urología para poder responder a los test y los desgloses con confianza. Además de eso, los siguientes bloques de estudio se centraron en cosas de menor importacia, pero igualmente preguntables en el examen, como son las tubulopatías, las enfermedades vasculares renales o la insuficiencia renal.

¿Lo bueno? De más a menos. Me gusta empezar poco a poco la verdad, pero esta vez he agradecido que fuese al contrario, ya que los últimos días de estudio (le he dedicado 5 días) se me estaban haciendo muy pesados por el hecho de estar continuamente centrado en un sólo órgano. ¿Lo malo? Muchos detalles difíciles de memorizar en conjunto que terminan haciendo que tengas pequeños fallos a la hora de responder las preguntas (tampoco me preocupa mucho a estas alturas, veremos más adelante) ¿La clase? Como la anterior, muy buena, con un repaso exhaustivo del temario principal. Aunque debo decir que también se me hizo pesada en los momentos en los que abordábamos temas que me sé bastante bien y que explicaban desde cero (una orientación muy de primera vuelta).

El estudio de Traumatología, sin embargo, ha sido mucho menos complejo de entender. Básicamente, si has jugado a Mecano de pequeño tienes bastante trabajo hecho, y solamente debes entender y memorizar ciertas indicaciones de cirugía o tratamiento conservador.

Como con la anterior, en Trauma nos han dado el planning priorizando los temas más preguntados, y de todos ellos el más importante es sin duda el de las fracturas. Una por una. Con sus epónimos y sus polladitas. Que si es viejo se hace esto, y que si es joven lo otro. Que si es intracapsular se trata así, y si es extracapsular de esta forma... A mi juicio, un auténtico coñazo. Además, en el manual los temas son densos hasta morir, por lo que he agradecido que la academia me dijese qué es lo que me debía estudiar, porque coger el manual y estudiárselo de arriba a abajo, si no te gusta la Trauma, debe ser insufrible.

¿Lo bueno? Sistemática y resumida respecto a lo contenido en el manual. Si vas al grano es fácil dominar cada "cuadro típico" que al fin y al cabo es lo que me intersa de cara al MIR. En el examen suelen ser casos clínicos, acompañados o no de imagen (asignatura muy susceptible de caer con imagen por su alta dependencia de la radiología simple), por lo que saberse el caso clínico típico y el manejo puede ser más que suficiente, sin tener que entrar en detalles minuciosos de la teoría. ¿Lo malo? La pérdida de contacto con la medicina al uso. El elevado número de epónimos en cada fractura, luxación, osteocondrosis, maniobra exploratoria... Por normal general no muy preguntados, pero de esas cosas que o sabes seguro o no. Nada deducible. ¿La clase? No sé, a ello voy. Esperenos que la gente vaya estudiada y con dudas razonables, y evitemos un poco la insana costumbre de interrumpir la clase para hacer preguntas que, como dice Irene, son o del tipo "en el manual dice..." o preguntas sobre temas bastante básicos que si has estudiado lo más mínimo deberías manejar.


Saludos,



A.

8 de julio de 2014

Urología en 2ª Vuelta

La semana pasada empecé mi estudio de segunda vuelta en la academia. Desde que terminé la facultad no he estado muy pendiente de nada relacionado con la medicina, y quiza sea eso lo que ha hecho que se me pase este mes de junio volando. Pero aquí estamos, metidos de lleno en el asunto.

En mi grupo hemos empezado el estudio por la asignatura de Urología, y la verdad es que no había mejor manera de empezar. De menos a más, como a mi me gusta. Una asignatura breve, con un manual conciso y con muy pocos detalles que memorizar por memorizar. Estudio rentable y bastante asequible. Me gusta.

La semana empezó el martes, acompañada por la alarma de un despertador que no echaba nada de menos. Lo primero que pensé pudo ser fácilmente "Hoy no", pero sin embargo me decidí, baje un pie de la cama y luego otro, y tras arrastrarme para disfrutar de un intenso desayuno, me decidí a inaugurar el Verano-2MIR15. Poco a poco, a lo largo de los días pude notar que de momento no era para tanto (a pesar de la cantidad de fotos que ya hay en las redes con el hastag #2MIR15, que reflejan las ganas de los MIReros de demostrarle al mundo lo bonitos que son sus manuales).

En la academia nos lo dan todo muy mascado para que no nos preocupemos por nada más que estudiar, y la verdad es que se agradece. Las asignaturas vienen divididas en "días de estudio" y cada día de estudio en dos bloques (mañana y tarde). Y cada bloque, viene a significar algo similar a lo siguiente: "ahora te lees y subrayas este párrafo. El siguiente te lo lees sin más. El siguiente ni lo leas. El siguiente imprímelo a fuego en tu mente o te lo tatuas, como elijas". Yo, que nunca he sido muy de que me den las cosas así de mascadas, lo agradezco. Sino, ¿de qué manera iba a saber yo qué es lo que me tengo que estudiar con más ganas para sacarle mayor rentabilidad a mi tiempo?. Después del estudio (o antes, según veamos cada uno) unas preguntas de Desgloses, Test de segunda vuelta, y demás instrumentos para no creernos que "no tenemos nada que hacer" si acabamos antes de los previsto. Imagino que sin academia también es posible, pero creo que te simplica la vida muy llamativamente.

Esta primera semana, como digo, ha sido bastante asequible. Sin embargo, después de estudiar la asignatura teníamos la clase, y a pesar de ser muy buena, tanto por su orientación como por las explicaciones y reglas mnemotécnicas, acabé un poco hasta donde la Urología profundiza con ganas. Y lo resumo en dos palabras: La Gente.

¿Alguien, de fuera o de dentro del "mundo MIR", me puede explicar por qué un persona tiene que hacer alarde de cuánto ha estudiado? ¿Qué quieres, una palmada en la espalda por gritar a voz en grito que sabes que el seminoma nunca eleva la alfafetoproteína? Nunca lo entenderé. Eso, y que creo que hay gente que viene al mundo con ganas de complicarse la vida. Si te han dicho que A + B en el MIR siempre es igual a C, no me preguntes que si el cólico renal le da a tu prima la de Soria, que viste de negro a menudo y pasa el día saltando a la comba, tiene las mismas indicaciones. Da igual. Es así. Es el MIR. No es Medicina. Es MIRicina. A+B=C y punto. Si te dicen que biopsia si PSA>4, habrá urólogos que no estén de acuerdo, pero en el MIR, es biopsia.

Por lo demás, una buena clase para poner fin a la primera semana de estudio MIR. Ahora, tras el riguroso y obligado descanso dominical, de lleno con la Nefrología.




A.

14 de mayo de 2014

Medicina, ¡se termina!

Todo empezó el 17 de septiembre de 2008, y aun me acuerdo hasta de la ropa que usé ese día. Llegar a la facultad, ver a toda esa gente nueva con la que intuía que pasaría mucho tiempo, y pensar acojonado lo que se venía encima. Entré con ganas y sin saber muy bien dónde me metía. Nunca se me había pasado por la cabeza ."¿Medicina? ¿Yo? No sé, no lo veo...". El número 218 se escribió prácticamente solo en la preinscripción de la matrícula, y sin pensarlo más de dos veces para no echarme atrás. "Ya está, no hay vuelta atrás".

Desde el primer día me di cuenta de las dificultades que iban apareciendo, haciendo que cada asignatura se mostrase cuesta arriba. Y los comentarios de los mayores no nos ayudaban mucho "Bioquímica es muy difícil, y Biología...¡Buah! solamente apruebas si amplias los apuntes con el Alberts". Yo, que siempre había sido de dejar las cosas hasta el último momento, empecé a verlo todo demasiado negro. Llegaron los primeros exámenes y con ellos los primeros suspensos que hemos tenido la mayoría de nosotros. Digan lo que digan, la primera vez, duele. Nosotros, los empollones y repelentes de todos los colegios reunidos en una clase, los que nunca suspendían. Ahí nos tenían, pringando y recibiendo una cura de humildad de la que también se aprendió algo... Y al final, con esfuerzo y un verano de estudio de por medio, salimos adelante...

La temida Anatomía II se nos puso por delante para no hacer otra cosa que perturbar nuestros sueños. Volvemos a los comentarios de los "experimentados": "Las notas de Anato salen en un post-it y solamente apruebas cuatro elegidos por Gracia Divina". Desde ahí hasta el final del curso, solamente recuerdo cómo mi nariz iba perdiendo el olfato a medida que el formaldehído se iba haciendo parte de mi, o cómo soñaba con las disecciones, o lo que era llegar recién desayunado a las 9.00h. para meter las manos en las tripas de un cadáver... Y agobio. Mucho agobio. "Si suspendes el segundo cuatri vuelves a presentarte de todo en septiembre". Más agobio. "Me dejo todo lo demás, pero yo esto lo apruebo por mis pelotas". Al final el post-it no era tan post-it, como le prometí a mis testículos, me olvidé de todo lo aprendido nada más salir de la sala de disección con el aprobado bajo el brazo.

El 14 de Octubre de 2010 se nos abría un nuevo lugar asociado a la facultad: El Hospital. Tras un sorteo de todo menos pacífico, logramos hacernos un hueco cada uno de nosotros en uno de los hospitales. "¿Verdad? No vaya a ser que no hubiese plazas para todos...". Pasa por Marban, compra tu primer fonendoscopio y ¡Ojo! Elije bien el color, no vaya a ser que te arrepientas. Llegas a casa, inocente de ti y tu familia te dice que lo uses. "¿Hola? Sólo sé que esto se pone en las orejas y esto en tu pecho". A partir de aquí todo fue crecer. El nombre de aquel primer paciente, Nicolás, que fue el primero en contribuir de forma activa a enseñarme a auscultar, tocar un tripa, palpar los pulsos y hacer toda clase de perrerías que anunciaba entrando en la habitación con el tan utilizado "Hola, soy un estudiante de Medicina y vengo a hacerte unas preguntas...". Las primeras veces de todo. El primer paciente que se va de alta con la sonrisa puesta en la cara, y el primero que terminas dejando que descanse tranquilo... Empiezas a ser consciente de qué signifca ser médico.

Después de mucho estudio, los exámenes del tercer curso, los casos imposibles, el Mieloma Múltiple, el suspendo de Microbiología, otro verano más estudiando... Depués de todo eso, dimos un giro de 180º para colocarnos definitivamente en el hospital. Y empezamos a entrar de lleno. La impresión de la primera cirugía con conexión extracorpórea, y el aburrimiento a partir de la segunda. El primer día en Pediatría, que ya me dejó claro que volvería por ahí. El primer parto en Gine, y el segundo, y el tercero... La planta de neumo y los trasplantados pulmonares. La sala de Hemodinámica y la Unidad de Arritmias... Anatomía de Grey se quedaba corto. Pasamos a quinto y volvemos a toparnos con un hueso duro de roer pero que, habiendo aprendido en años anteriores a manejar el agobio y la incertidumbre, logramos morder y dejarlo a un lado. Eso sí, sin dejar de odiar a nuestros compañeros que se exiliaron a la vida Erasmus.

Y por último, llegamos a sexto. "Ya está hecho", nos dijeron. Y volvimos a disfrutar. De las prácticas como un residente 0. De hacer evolutivos, formar parte activa del equipo e involucrarte en el Servicio. De ir y rotar, y nada más. De llegar a casa sabiendo que algo habías podido hacer y que empezabas a manejarte con cierta soltura después de los tres años anteriores. De saber que estabas medio preparado para terminar.

Sin embargo, empezamos a sentir el vértigo. De ver el final tan cerca o de saber que dentro de poco será algo más que un "juego". De darnos cuenta de que los meses iban corriendo y detrás de esto viene el MIR. De despedirnos de un hospital que ha sido como una segunda casa para la mayoría de nosotros. De decir adiós al personal y compañeros que hemos ido conociendo a lo largo de estos años. De ver que no nos daba tiempo a hacer todas las cosas que queremos hacer antes de terminar.

Y así hasta el 12 de mayo de 2014, cuando un grupo de chicos y chicas, entrabamos en un aula como estudiantes de medicina para hacer el último examen, y salíamos de ese mismo aula como médicos. Y fue así como después de años siendo testigo de que "Medicina, ¡se termina!", pasamos a ser los protagonistas, y dejamos constancia de que para terminar esta carrera no hace falta ser sólo un superhéroe, sino que hay que tener la picardía de un pirata para sacarlo adelante y la paz interior para no volverse loco a destiempo, sin olvidarnos además de manejar la dulzura de una princesa para no mandarlo todo al traste cuando las cosas salen del revés en el primer intento.


            

Enhorabuena, doctores/as.




A. 




29 de abril de 2014

Requiem por "el estudiante"

Hoy me siento delante del ordenador y me pongo a buscar palabras que definan como me siento. Me paro a pensar, y la verdad es que no encuentro ninguna que defina con exactitud lo que me produce pensar que mañana será mi último día como estudiante en el hospital.

Por una parte me produce una alegría desmesurada ponerle fin a la etapa como estudiante, que me ha proporcionado la base para poder seguir construyendo en los años que vienen por delante. Me alegra pensar en lo que viene después. Me alegra imaginar que desde mañana ya no seré "el estudiante de cuarto/quinto/sexto que viene a hacer prácticas". Me alegra saber qué es lo que quiero hacer y cómo quiero hacerlo el día de mañana. Me excita pensar que, dentro de un año aproximadamente, sere yo quien esté al otro lado, aprendiendo de un modo similar y diferente al mismo tiempo.

Por otra parte, sin embargo, me entristece pensar en lo que estoy cerrando. Me entristece pensar que será la última vez que compartiré los desayunos de media mañana con los compañeros de siempre. Me entristece abandonar el hospital en el que hice mis "primeros pinitos". Me entristece dejar atrás a la gente que confío en mí por primera vez. Me entristece decirle adiós a la cómoda vida de estudiante, en la que tienes la seguridad de estar amparado en todo momento bajo la protección de un mayor.

Posiblemente esté parco en palabras, pero como ya dije al principio, encontrar el modo adecuado para despedirse de algo nunca es fácil. Solamente me quedo con el pensamiento de pensar que gracias a todo lo que dejo detrás, podré llegar a ser lo que quiero en un futuro inmediato.





Hasta pronto, CPH.


A.

29 de marzo de 2014

Clase de Traumatología 1ª Vuelta

Ya van quedado pocas cosas que ver durante la primera vuelta de preparación, y la verdad es que tengo ganas de hacer una pausa en lo que a la academia se refiere. Esto de ir todos los viernes a la academia, aunque sé que es fructífero y que las sensaciones posteriores suelen ser buenas, da una pereza horrible cuando ves que, después de una semana entera de madrugones y de rotaciones, tienes que quedarte hasta las 22.00h metido en una clase escuchando un temario que a veces ni te gusta. Y este es el caso de esta semana: Traumatología.

En mi universidad la cursamos durante quinto de carrera, y puedo decir que desde el principio tenía claro que no era lo mío. Y quizá por eso no iba con muchas ganas a la clase de ayer. Sin embargo, un poco de optimismo y una buena dosis de cafeína, me invitaron a poder ir a la sede y cumplir con lo que tocaba.

La clase empiezó bien, con una traumatóloga muy simpática y agradable, que empezó haciendo un repaso general de conceptos básicos de traumatología. De ahí pasamos a comentar las fracturas por regiones, de forma sistemática y muy ordenada. Sin embargo, y al contrario que en la mayoría de las clases de la academia, me pareció una clase muy poco enfocada al MIR. Hablamos de todas las fracturas que figuraban en el manual, sin hacer especial atención a cosas tan típicas como por ejemplo a qué lesión neurovascular distal estaban asociadas clásicamente. Fue una clase que me recordó más a las clases de la universidad que a cualquier otra dada en la academia. Ordenada y sistemática, sí, pero extensa y quizá excesiva.

Por otro lado, no hicimos tantas preguntas de test como en otras ocasiones. Tal vez fuese porque solamente tenemos una clase durante la primera vuelta y se queda insuficiente, no lo sé. Pero la verdad es que eché en falta poder ejemplificar las cosas con preguntas de desgloses o simplemente con los test de primera vuelta.

Por todo ello, a medida que iba avanzando la tarde, y los abandonos del aula se iban haciendo cada vez más llamativos, mi concentración aprovechaba cada apertura de la puerta para escaparse a tomar un poco de aire. Después del descanso, y con un un veinte porciento menos de personas en el aula, costaba mantener la atención. Ya fuese porque la explicación no me estaba encandilando, o porque la traumatología no me gusta nada y desconectaba con facilidad, o porque a las 20.00h de un viernes hay muchas cosas en las que pensar, o incluso porque el kebap que tenía en el estómago estaba dando más guerra de la que esperaba. Fuese cual fuese el motivo, el resumen es que acabé con el cuerpo en el aula y con la mente Dios sabe donde.


A.

19 de marzo de 2014

Simulacro 5

Después de tres sábados de descanso en lo que a simulacros se refiere, vuelvo a pegar el culo al asiento durante cinco largas horas para intentar estrujar mi cerebro e ir depurando un poco la técnica de examen.

Como siempre, una comida ligera para no deplecionar la cabeza de sangre y un cafetillo para despertar, ponen en marcha el ritualismo de los sábados de simulacro. Llego a la sede, y como en la vez anterior, me toca esperar al segundo llamamiento debido al revuelo que se forma en la entrada de las aulas y que hace imposible enscuchar como nos llaman. Me llaman, me siento y me pongo a hablar con una compañera de clase.

Cuál es mi sorpresa cuando escuchamos a dos chicos de delante decirle a un tercero "Nosotros ya lo hemos hecho, pero venimos a ver si después de corregirlo hemos mejorado algo". Y es ahí donde me pierdo. Ya me habían comentado que este simulacro era exactamente el MIR de esta convocatoria, pero por mucho que se supiese cuál era el contenido del examen, lo último que se me pasaba por la cabeza era que alguien fuese capaz de dedicarse a hacerlo dos veces. ¿Será que no tuvo suficiente con hacerlo una vez? A mi la verdad es que se me ocurre un par de ideas en las que invertir el sábado por la tarde mucho mejor que en repetir una cosa que ya he hecho. No sé si es motivación o autoengaño, pero la verdad es que no pude más que compadecerme de la pareja.

Llegan las 16.00 y empezamos a hacer un examen que ya sabíamos que había sido calificado como el más dificil de las tres últimas convocatorias. Y quizá sea eso lo que agudice el ingenio, o lo que me resigne a hacer acopio de trucos y técnica de examen más que de conocimiento puramente teórico. Aprovecho y, además de seguir rigurosamente la estrategia de los anteriores simulacros, pongo en práctica los trucos que se nos han comentado por activa y por pasiva. Me encuentro con preguntas muy sencillas, pocas de dificultad media en las que razonando puedes sacarlas, y otras cuantas de dificultad elevada en las que solamente puedo defenderme a duras penas. Voy contestando y pasando a la plantilla tranquilamente, y cuando termino con la famosa curva de Kaplan-Meier, me levanto y me bajo a respirar el aire de una noche de sábado. Respiro y pienso.

Pienso en el cansancio, en el examen, en los amigos que lo vivieron como su MIR real, en donde me voy a tomar la cerveza postsimulacro, pero sobre todo, en la curiosa pareja del aula. No logro entenderlo. No sé por qué vuelven a hacerlo y me hubiese gustado preguntárselo. ¿Será que creen que haciendo los simulacros dos veces van a mejorar rendimiento? No sé. Pero bueno, lo que sí me queda claro es que de momento no es una prioridad el despeñarse con la preparación. Estos meses que quedan hasta la segunda vuelta, y aunque me consta que compañeros míos están estudiando como si estuviésemos a 4 días del examen, me los estoy tomando con mucha calma en el tema de sentarse a estudiar.

Para eso, ya habrá tiempo más adelante.


A.

10 de marzo de 2014

Rotando por la UCIP

La semana pasada terminé la primera de mis rotaciones optativas de este último curso. Con esa rotación y las dos que me quedan, pondré punto y final a mis prácticas en el hospital como estudiante, y qué mejor manera de concluir que eligiendo en qué servicio hacerlo. Y como siempre que se da la opción de elegir, cuando ya has decidido dónde hacer las prácticas te planteas "¿Habré elegido bien? A ver si para tres rotaciones que puedo elegir voy y la cago..."

Yo por mi parte lo tengo claro. Sé que especialidad me gusta. Sé cual es mi primera opción y pienso aprovechar estas últimas rotaciones para disfrutar plenamente. Ahora bien, en la Pediatría hay muchos servicios para elegir y muchas unidades en las que pararse a echar un ojo. Sin embargo, creo que debo ir a un sitio donde conozca a la gente y ellos me conozcan a mi, y de esa manera aprovechar al máximo el tiempo, evitándome los típicos días de toma de contacto. Lo decido con semanas de antelación y me presento de nuevo ahí, en mi querida UCI Pediátrica del Niño Jesús.

Empiezo con muchas ganas y la verdad es que cada mañana que voy por allí salgo con la misma sensación con la que salía en el verano. No me he equivocado. Me enseñan todo lo posible y veo casos muy variados. Unos van bien y otros no tanto. Unos se van a la planta y otros no. Unos salen adelante y otro, por desgracia, no tienen esa suerte. Unos vienen a agradecer lo que se ha hecho por ellos y los otros, también.

A lo largo de las cuatro semanas que estoy en el servicio, entro a formar parte de las historias que allí se cuecen. Historias que cuentan como un niño de menos de metro y medio entra por la puerta del hospital con un dolor de tripa tontorrón, y no sale desde entonces porque se está tratando del linfoma que le llevó hasta allí. O historias como la de ese niño, que no llega al medio año de vida y que no para de convulsionar desesperadamente esperando que alguien dé con la clave. O historias como las de aquella niña que un día se cayó accidentalmente y que desde entonces y en adelante no volverá a jugar con esas amigas que le recuerdan, a modo de dibujos, lo mucho que la echan de menos. Esa clase de historias de las que es imposible no entrar a formar parte.

Y en todas ellas, unos padres y unas madres. Y cada padre o madre, con su historia.

Siempre que le comento a alguien la idea de hacer Pediatría, aparte del típico "Oh, ¡Qué mono!" que me quita las ganas de vivir, decide compartir conmigo un secreto del que se cree custodio y que por lo que parece, todo el mundo desconoce. Y es que los niños, ¡Tienen padres! Gracias, en serio. Pero aun con esta revelación, sigo convencido de que es lo que me gusta, y mucho más después de conocer historias con este grado de complejidad. Porque, ¿Qué madre no estaría a la defensiva si ve que la medicina que se le da a su hijo no hace otra cosa que desnutrirlo, dejalo calvo, que vomite, que se le hagan heridas en la boca, que sangre por el intestino...?. Ella no ve cómo el tumor se va haciendo cada día más pequeño, y solamente puede confiar en el equipo de médicos y enfermeros, pero eso no quita que saque las uñas por un hijo que está algo más que indefenso. Me parece algo natural y en mi opinión, completamente perdonable.

Gracias, de verdad. No solamente a los médicos, por todo el empeño en hacerme sentir como en casa. Ni tampoco a los niños, por dejarme aprender directamente de ellos sin darse cuenta. Gracias, sobre todo a unos padres, que día tras día, me han enseñado la fuerza que puede tener una persona cuando lo más importante de su vida corre un peligro que ni ellos mismos sospechan...


A.

8 de marzo de 2014

Clases de Psiquiatría y Cirugía General de 1ª Vuelta

Llevo varias semanas sin contar nada sobre cómo van trascurriendo las clases de primera vuelta en la academia, y no es por falta de ganas, sino más bien por falta de tiempo suficiente como para ponerme a escribir aquí tranquilamente. Es verdad que, en la Autónoma de Madrid, el segundo cuatrimestre de sexto solamente tiene dos asignaturas (Legal y Estadística), y que es considerado el cuatrimestre más tranquilo de toda la carrera. Pero también es verdad que entre las rotaciones por la mañana, y que en mi grupo hemos decidido agrupar clases de primera vuelta ahora para poder disfrutar un mes de vacaciones antes de empezar la segunda vuelta, no he podido sacar un hueco decente para pasarme por aquí.

Esta semana, sin ir más lejos, he tenido doblete. Psiquiatría el miércoles, con una clase larga en la que tratamos los grandes temas que se preguntan en el MIR (trastorno de ansiedad, esquizofrenia y otras psicosis, trastorno depresivo y consumo de drogas), y Cirugía General este mismo viernes. A pesar de haber sido dos largas tardes echadas en la academia, he de decir que han merecido la pena.

La clase de Psiquiatría no me provocaba una tremenda ilusión, ya que para mi es una de las asignaturas más feas y menos médicas de toda la carrera. Nunca me ha interesado mucho la patología mental, y mucho menos después de tener que estudiarme los 40 temas que conforman la asignatura en mi facultad. Sin embargo, la clase me sirvió para comprender cosas que memoricé en su momento sin mucho entusiasmo y además, gracias a lo dinámico de la explicación, el profesor logró que me llegase incluso a interesar en el contenido de la especialidad. En definitiva, fue una tarde bien invertida.

Igualmente, Cirugía General no es una de las especialidades que me atraigan por su contenido. Es verdad que, en mi opinión, tratan patología mucho más interesante que la Psiquiatría. Sin embargo, es cirugía, y como tal, no me entusiasma demasiado. La clase fue bastante dinámica, intercalando los test y las explicaciones, y siguiendo un índice bastante bien ordenado para mi gusto. Quizá gracias a ello y a que iba recordando cosas sueltas que aprendí en la carrera, logré permanecer hasta el final de la clase con la atención centrada en no perder detalle. ¡Y no fue fácil, eh! que la semana estaba sobre mis hombros, y dos clases de la academia en una sola semana se notan.

Aun así, y pese al cansancio acumulado una vez llegado el viernes, pienso en el mes que vamos a conseguir tener de vacaciones antes de empezar la segunda vuelta. Creo que una de las ideas que más le agobian a un estudiante del MIR es el "verano sin verano" que va a tener que pasar, y gracias a la buena organización de los delegados y a que la academia ha accedido a adelantarnos las clases, vamos a poder disfrutar de ese pedazo de vacaciones en el que descansar y recargar las pilas para lo que viene detrás.




A.

16 de febrero de 2014

Simulacro 4

Empieza el fin de semana y, mientras la gente aprovecha el descanso para salir de Madrid, o bien quedarse en casa tranquilamente, yo me levanto la mañana del sábado con el pensamiento en la cabeza de tener que dedicarle parte de ese día a hacer otro simulacro más. 

Esta vez sí, decidí que podía y debía hacerlo en la sede, para retomar al 100% la metódica y circunstancias que recrean el escenario del MIR. Y tanto es así, que al no llegar al primer llamamiento a las 15.30h., me toca esperarme hasta menos cuarto para poder entrar en el aula. Tanta formalidad me sorprende y decido hacer un último chequeo a las redes, antes de meterme de lleno en cinco horas seguidas con el móvil en modo avión. Me llaman, me dan el examen, tomo asiento y espero a que den el pistoletazo de salida.

Empiezo como de costumbre, contando las páginas y yéndome a la primera pregunta sin imágenes para empezar a contestar. "Digestivo. Empezamos fuerte..." A pesar de no haberla dado aun en la academia, me noto con más fluidez que en el simulacro anterior. Me cruzo con el Pylori por el camino y me encuentro de lleno con el hígado, temario que por lo visto debe ser importante, porque en cada simulacro aparecen unas diez preguntas... Termino ese bloque y llego a Endocrino. En este caso pasa lo contrario, ya que a pesar de haber dado ya la clase de primera vuelta, me topo con algunas cosas que me cuesta razonar "Venga, arranca, que estás muuuuy disperso". Pasamos a Neuro y me vuelvo a frenar un poco. Todo me suena pero todo por igual. Dudo mucho y al final me decido a responder sin mucha seguridad pero aplicando los consejos que ya tengo más o menos entrenados "Dos muy parecidas, busca el matiz. Dos contrarias, entre ellas está la buena..." Sigo con la estrategia dejando al margen los conocimientos puramente médicos y así llego a Cardio. "Esto sí que es empezar fuerte". Voy cogiendo soltura y respondiendo con más decisión. Llego a la 85 y me pongo a pasar a la plantilla. Descanso, tomo aire y sigo al siguiente bloque.

Voy avanzando con la misma planificación de siempre. Otras 50 preguntas, y pasar a la plantilla. Aunque esto me sirve de descanso, cuando han pasados dos horas de examen, empiezo a notar ese cosquilleo en la parte baja de mi abdomen y me doy cuenta. Me meo. Necesito salir al baño y aprovecho para lavarme la cara y despejarme un poco. Bebo algo de agua y vuelvo al aula. Ahora es cuando me pongo con las de reserva y me como mi insonoro sandwich. Y digo insonoro porque después de cuatro simulacros parece que algunas personas no han captado el concepto de "comida silenciosa" y deciden pelearse con el envoltorio más ruidoso que encontraron en la tienda de la esquina, para poder llevarse algo a la boca. 

Continúo igual y llego a bloques en los que me encuentro muy cómodo, como Hematología, Pediatría o Urología. Noto que las contesto con decisión, prácticamente seguro de estar acertando en la elección. Aparecen bloques hasta ahora desconocidos, como Geriatría o Anestesia. En ésta última, me encuentro con un enunciado interminable y decido poner en práctica un nuevo consejo "Léete la última parte de la pregunta, las respuestas y mira a ver si sacas algo en claro.... Hostia, esto es una Hipertermia Maligna 100%." Y efectivamente me doy cuenta de que he ganado ese pulso y respondo sin leerme más que cuatro cosas del enunciado. Y así, con técnicas de lo menos científicas, llego a las imágenes y las respondo como en simulacros anteriores. "No mires la imagen, no la mires..." En algunas no me hace falta, pero aun así le hecho un ojo para estar más seguro. En otras ni con la imagen. Las paso a la plantilla, recojo mis cosas y me largo.

Mientras bajo las escaleras me doy cuenta de que estoy mucho menos cansado que en los anteriores. Que he aguantado y no he llegado al final con la lengua fuera. No sé si será porque me ha parecido un simulacro más fácil en comparación con el anterior, o simplemente que ya me voy haciendo a esto de estar durante cinco horas con el culo apoyado en la silla sin levantarme más que para un pis rápido. Salgo contento sabiendo que, independientemente de los resultados, he dado un paso más hacia delante y ahora parece que soy capaz de acabar el examen como una persona humana y no como un Caminante.


A.

11 de febrero de 2014

Rotando por Atención Primaria

Como ya dije en una entrada anterior, este último curso de la carrera, en la Autónoma, tenemos una rotación obligatoria por el centro de salud para poder hacernos una idea de cómo es la Atención Primaria en nuestro país. Creo que la idea no es mala, ya que los estudiantes, que prácticamente realizamos todas nuestras prácticas en hospitales de tercer nivel, no tenemos una idea mucho más definida que cualquier paciente que pueda pasar por el centro de salud para ver a su médico de cabecera.

La rotación se organiza durante tres semanas, en las cuales se pretende que pasemos por las diferentes secciones del centro de salud (medicina de familia, pediatría, extracciones, urgencias, atención domiciliaria...). A priori, se nos asigna un tutor en un centro de salud adscrito a la universidad y luego, una vez dentro del ambulatorio, vamos pasando por los sitios donde se pueda.

Desde que empecé la carrera, nunca me he sentido atraído por la Atención Primaria, y esta rotación no ha hecho más que confirmarme que prefiero con creces la atención del hospital. Como en todo, ha tenido sus puntos favorables y sus puntos desfavorables desde mi punto de vista, pero en mi caso que me gusta mucho el paciente agudo, el centro de salud me ha terminado pareciendo bastante aburrido.

Empecé rotando en Medicina de Familia, viendo pacientes tanto jóvenes como mayores, aquejados tanto de patologías crónicas que requerían control (HTA, DM, IRC...) como de patologías agudas (faringoamigdalitis, sinusitis, gripe, esguinces...). La verdad es que he visto una consulta variada, en la que si tengo que destacar algo que me ha llamado la atención, ha sido la cantidad de pacientes que acuden en busca de que alguien les escuche. Muchos de ellos, aparte de requerir medicación ansiolítica o antidepresiva, lo que verdaderamente venían demandando era una persona a la que contarle que su relación de pareja no estaba pasando por su mejor momento, o que su trabajo estaba empezando a afectar su vida personal, o que los problemas económicos le tenían agarrado por el cuello... Me ha parecido que el papel del médico iba más allá de lo puramente médico. Llegaba a meterse verdaderamente en la familia, conociendo completamente su estructura y situación, con todo lo que ello conlleva. Tanto lo bueno, como lo malo.

Personalmente me ha parecido una consulta bonita desde el punto de vista humano. Pero mirándolo desde el punto de vista científico, y atendiendo a mis gustos en el paciente agudo grave, he echado de menos el "aquí y ahora". Se ve mucha más patología de la que en realidad creía, pero bien es verdad que aun así, sigo viéndolo con poca acción para mi gusto.

Después de las dos primeras semanas con el médico de familia, pase la última semana en la sección de Pediatría. Como ya he dicho en anteriores ocasiones, es La especialidad que me apasiona, por lo que tenía muchas ganas de conocer la salida laboral más asequible después de terminar la residencia, que no es otra que el ambulatorio. Entré con miedo sabiendo que podía llegar a hacerme dudar otra vez sobre si era o no la especialidad que yo tengo tan clara, y aunque no me ha apasionado la visión del centro de salud, no me ha quitado la idea de terminar haciéndola.

Otra vez, es una consulta variada, en la que se ve sobre todo patología infecciosa (en su mayoría patología "banal", no os voy a engañar) y osteoarticular. Además, he conocido lo que siempre me había mencionado como "El control del niño sano". La idea que me llevo es que consiste en hacer una vigilancia longitudinal del proceso de maduración del niño, viendo si crece o no crece, si gana peso o no, si tiene un correcto desarrollo psicomotor o por el contrario se estanca en algún momento, y sobre todo llevar a cabo la vacunación. Puede parecer una "medicalización de un proceso normal", pero yo prefiero enfocarlo como un estudio detallado del niño que permite detectar de manera temprana, y ponerle solución, cualquier proceso que pueda comprometer su maduración y desarrollo. En definitiva, ha sido entretenido ver la relación del pediatra con niños que conoce (algo que en el hospital es más difícil) y con las temidas madres. En este caso, lo que más me ha llamado la atención, es lo diferente que es la actitud de los padres con el pediatra de atención primaria respecto a los del hospital, ya que en el primero depositan por lo general bastante confianza, mientras que el segundo es un tío/tía con bata blanca que aparece en un momento de estrés para ellos, y que es un completo desconocido que se va a hacer cargo de su "cachorro".

Como conclusión, solo puedo decir que, a pesar de que se me ha hecho una rotación larga y a mi gusto un poco coñazo
, es una rotación necesaria en la formación de todo médico. No solamente por aportar un punto de vista que para alguien puede resultar tremendamente atractivo, sino porque además nos ayuda a hacernos una idea a todos de cómo funciona la otra cara de la moneda y de a qué se enfrentan en otros escenarios diferentes al hospital.


A.

4 de febrero de 2014

Simulacro 3

Tras un fin de semana dedicándole horas a leer en internet los distintos puntos de vista sobre cómo fue el #2MIR14, y leyendo en el blog de GangasMIR las conclusiones que va sacando sobre la distribución de la población de examen, me siento delante del ordenador pra contar por aquí como me fue el tercer simulacro.

Los que os preparéis en mi misma academia pensaréis "Un poco tarde ¿no?". No voy a ser yo quien os quite la razón. Lo que pasa es, que si terminé exámenes un viernes por la tarde, la mañana de ese mismo sábado tendría que haberme levantado temprano para estar en la academia a las 9.00h haciendo un examen de cinco horas. Y eso, como podréis imaginar, es un criterio de exclusión directo para desplazarse y hacerlo en la sede.

La verdad es que todos mis compañeros que ya lo habían hecho me hablaban de que esta vez el simulacro era mucho más difícil que el anterior, y que acabaron desesperados, haciéndolo mucho peor que en las dos ocasiones anteriores. Por ello, he ido retrasando el momento, pero viendo que dentro de poco se me echa encima el cuarto simulacro, decidí que no había mejor momento para hacerlo que el domingo postMIR.

Fijo la misma hora que la academia. "Empezaré a las 16,00h.", me digo. Por eso mismo, me preparo un café con el que intercambio los últimos minutos antes de dedicarle la tarde del domingo a un "planazo" como éste. Me resigno, preparo el escenario, y comienzo la función. Desde el primer minuto intento tomármelo mucho más en serio que en el simulacro 2, y me preparo la mesa como si del examen se tratase. Me marco los tiempos y sigo las indicaciones de siempre. Me topo con las primeras preguntas con tan mala suerte de que se trata del bloque de Psiquiatría "¿Puuur qué?". Decido que contesto como siempre, arriesgándome prácticamente en todo. "Te han dicho que te la juegues en casi todas ahora y aprendas a lucharlas." Sigo pasando de bloque en bloque y después de pasar por una Hematología que me revuelve las tripas, empiezo a ver que lo estoy llevando mucho más centrado que el anterior "No tengo ni puta idea de nada de lo que estoy contestando, pero bueno, por lo menos sigo sentado y aun no he atracado la nevera". Paso a la plantilla cuando llego a las cincuenta preguntas y continúo con las siguientes cincuenta. Me noto fresco y decido hacer las de reserva antes de hacer parada por el baño y refrescarme la cara.

Sigo respondiendo tras un breve descanso y veo que las cosas van yendo con relativa fluidez. Controlo los tiempos, me la estoy jugando a base de descartar una o dos respuestas, y aun no estoy demasiado cansado. Sin embargo, a medida que avanzo empiezo a notar los efectos de la silla "¿Me está saliendo una úlcera por presión?". Me muevo y veo que no, ni un poco de eritema. Se me han dormido las piernas, pero me digo a mi mismo que no debo levantarme. Prevengo la trombosis moviéndolas un poco, e intento volver a las preguntas "¿Cuántas faltan?". Ahora sí, empiezo a flojear. Los bloques se me hacen eternos. Las preguntas que antes, a pesar de no tener ni idea, me invitaban a responder, ahora me hacen dudar si respondo o no. Tacho más por intuición que por certeza científica. "Ha llegado el momento" me levanto y abro la nevera. Encuentro unas suculentas pastas que una buena amiga había osado dejarme en casa el día de antes. "Lo siento páncreas, pero te toca currar después de lo que te voy a echar". Me como todas como si no fuese a comer hasta final de mes. Pregunta. Pasta. Pregunta. Pasta. Pregunta. Pasta. Y así, hasta que acabo las pastas, que no las preguntas.

Va quedando menos, y después del pico de glucemia, me noto un poco más fresco. Ya solamente me quedan unas 20 y las imágenes. Miro el reloj y me sonríe. Nos vamos haciendo amigos en lo que a simulacros se refiere. Contesto con soltura algunas preguntas, y otras sin embargo me requieren más tiempo. No entiendo bastantes, pero descartando con algunos trucos de la academia creo que voy acertando alguna que otra. Termino el último bloque, lo paso a la plantilla y me centro en las imágenes. "No las mires, sin ellas dicen que se puede" "Ummm, ni idea" Miro la imagen "Ummm, ni idea". Dejo las dos primeras en blanco y continúo con las últimas veintiocho preguntas de todo el simulacro. Llego al final, las paso y me doy una palmadita en el pecho. "Muy bien chaval, así me gusta".

Pasa un rato y mientras paso la plantilla, pienso que a pesar de que me ha parecido más dificil que los dos anteriores, me he notado más centrado. No he logrado aguantar la concentración al 100% durante todo el simulacro, pero siento que he durado más tiempo con la atención semi-centrada. Termino de pasar la plantilla y me alegra el resultado. Sé que de momento no es nada relevante, pero a nadie le amarga un dulce. Miro por asignaturas y veo que generalmente todas tienen peores puntuaciones que en el simulacro anterior (el más fácil de los tres hasta el momento), pero con un matiz. Algunas asignaturas que he ido viendo a lo largo de estos meses en la academia reflejan un aumento progresivo desde el primer simulacro hasta ahora. No es nada exagerado, pero sí suficiente como para que me dé cuenta "Otra palmada en el pecho por lo bien que lo hemos hecho".

Decido que es hora de ponerle fin a esta condena y apago el ordenador, cerrando hasta el viernes todo contacto con mi preparación para el MIR, pero sin perder de vista los resultados provisionales que van publicándose sobre esta convocatoria. Y es ahí, justo en ese momento, cuando me doy cuenta de que ahora sí, somos los siguientes de la lista.


A.

31 de enero de 2014

La suerte de tu esfuerzo

Ya está. Ya lo has hecho prácticamente todo. Después de ocho intensos meses de estudio, puedes cerrar el último manual y saber que mañana te levantarás y no tendrás que hacer nada más que templar los nervios. Lo has hecho, y muy bien.

Seguramente empezaste este camino sin saber a donde te llevaría. No hablo del MIR, sino de la medicina. Comenzó en 2007, hace algo más de seis años. Aun no te conocía, pero sabiendo como eres ahora, estoy seguro de que llegarías ilusionada a tu primer día de universidad, nerviosa, esperando qué es lo que te ibas a encontrar. Empezaste con fuerza y con ganas, sabiendo que las cosas no siempre saldrían bien a la primera, pero que finalmente todo iba a ir bien. Tu constancia y tu esfuerzo te hicieron dejar atrás los cursos de la carrera uno tras otro, y ya entonces empezaste a oír hablar de un tal MIR. "Queda mucho" pensarías. "No veo que vaya a llegar nunca". Llegaste a tus años clínicos y te encontraste con lo bonito de la carrera. Los pacientes, mayores y pequeños; las prácticas del hospital, conocer diferentes servicios y muchísima gente con la que te has cruzado a lo largo de estos años... Empezaste a disfrutar del estudio sin darte cuenta de que, muy poco a poco, el tiempo pasaba como sin llamar la atención, para terminar llevándote al último curso de la carrera. Y así, sin darte cuenta, llegaste hasta sexto ¡Que mayor!.

Empezaste la academia como un juego. Sabías que el examen se acercaba, pero aun estaba muy lejos, por lo que decidiste no mirar al MIR a la cara y seguir centrándote en otras cosas, que es lo que tocaba hacer por aquel entonces. Terminaste sexto y te licenciaste. Todos los que estábamos a tu alrededor estábamos orgullosos de ver hasta donde habías llegado. Los que te han acompañado toda la vida y los que, como yo, tuvimos el placer de encontrarte en el camino. Tu esfuerzo, tus ganas y tu sacrificio se vieron recompensados y tenías tu título en la mano ¡Eres médico!

Después llegó El verano. Ese temido verano que todos tarde o temprano decidimos cruzar. El verano del estudio. El verano del MIR. El verano en el que pones en orden tus prioridades, y eliges qué camino vas a tomar ahora que has cerrado el primer nivel del juego. Tu prioridad: hacer el MIR y especializarte. Y para ello, una vez más, haces acopio de ganas y esfuerzo y te pones a estudiar cuando lo lógico sería celebrar tu título y tu esfuerzo ¡Menuda campeona!

Pasas un verano duro, dándole la segunda vuelta a un temario que resulta por partes familiar y por otras no tanto, imagino. Haces simulacros, los corriges y vas viendo como el esfuerzo da sus frutos y recoges las netas que has ido sembrando. Cuántas veces nos habrán hablado de percentiles a lo largo de la carrera y qué poco nos importan hasta que llega este momento, ¿verdad?. Empiezas la tercera vuelta algo nerviosa. Es ahora cuando se supone que vas a ver los resultados de tu trabajo durante el verano, sabiendo que solamente queda darle un par de repasos al temario. Sigues con entereza y tiras hacia delante.

Se acercan las Navidades, y donde todo el mundo ve una época de relajación y festejo, tú sólo ves lo cerca que estás de aquello que empezó a sonar a medio camino. Se acerca el día D. "¿Lo habré hecho bien?", te preguntas. Dejas atrás el año 2013 y la tercera vuelta y empiezas con el sprint de los últimos 25 días. Una cuarta vuelta plagada de cosas que hacer y acompañada de mucha incertidumbre. Se acerca poco a poco el temido día y ves es final del juego demasiado cerca. Por una parte sientes ganas y por otras pánico. Te dicen "ya queda menos" y no sabes si eso es bueno o es malo. Y de esa forma llegamos hasta aquí, el momento de cerrar el último manual y respirar profundamente sabiendo que ya está.

Solamente me queda desearte toda la suerte del mundo, aunque la suerte sólo hace falta cuando no se cuenta con más apoyo. Tú cuentas con el apoyo de tu esfuerzo, de tu sacrificio, y de tus ganas de sacar adelante todo lo que te has propuesto a lo largo de estos últimos meses. Cuentas con el apoyo de toda la gente que estamos detrás de ti, que confiamos en ti y que sabemos que mañana llegarás al examen y lo harás lo mejor que sabes para, en un par de meses, elegir esa plaza que pondrá fin a un largo proceso en el que has peleado como una auténtica campeona por convertirte en la médico que quieres ser.



A.

26 de enero de 2014

Clase Endocrino 1ª Vuelta

Ya estamos aquí otra vez. Tras unos exámenes bastante agradecidos, hemos vuelto a la academia. Supuestamente debería haber vuelto el sábado pasado a hacer el tercer simulacro en horario de mañana, pero como terminé exámenes ese viernes por la tarde, pensé que lo mejor sería tomarme un descanso y que no iba a madrugar el primer día que podía permitirme quedarme en la cama sin horario. 

Ayer, primera clase de CTO del año, tuvimos el placer-dureza de toparnos con Endocrino. ¿Mi opinión sobre ella? Me gusta, y mucho. La teoría es muy agradecida para las personas que nos gusta razonar más que memorizar. Es bastante integradora, por lo que es una especialidad que me gusta bastante sobre el papel. Sin embargo, cuando quiere, puede convertirse en un hueso duro de roer.

La clase empieza como siempre. Presentación y organización del temario de primera vuelta. La asignatura de Endocrino tiene dos clases asignadas en primera vuelta (la segunda clase la daré este mismo lunes), por lo que se reparte el temario entre estos dos días. Ayer nos dedicamos a abordar la patología el eje hipotálamo-hipofisario y la patología de la glándula tiroides y el lunes nos centraremos sobre todo en diabetes y suprarrenales. ¿La profesora? Una neoadjunta del Hospital Ramón y Cajal con una capacidad docente muy destacable. Concisa donde debe y amena donde puede.

Lo primero que hacemos es un repaso del control de la secreción de todas las hormonas dependientes del eje hipotálamo-hipofisario, por lo que a la hora de entender las consecuencias y tratamiento de cada enfermedad se hace bastante más fácil. Como siempre, vamos haciendo las preguntas del test de primera vuelta para completar las explicaciones. En mi facultad la asignatura de Endocrino la damos en quinto, por lo que la tengo medianamente reciente y además, como se encarga de recordarnos a intervalos de diez minutos la profesora, en mi hospital la docencia de esta asignatura es extremadamente buena. 

Recuerdo muchas cosas y otras no tanto, pero aun así me resultan sencillas de recordar. Avanza la clase con las hiperprolactinemias, el panhipopituitarismo, la acromegalia y el déficit de hormona del crecimiento, y llegados a este punto, se hace necesario el descanso. Aire, nutrientes y vuelta al mundo de las hormonas. 

Tras el descanso cerramos el estudio del primer bloque con la patología de la neurohipófisis, tratando tanto la diabetes insípida como el SIADH. Se nota el descanso, pero también el bombardeo de información. Empieza el tiroides y me topo con una situación que me recuerda mucho la filosofía de la universidad en la que estudio. Nos plantea una analítica básica y vemos que muchos de los que estamos en el aula no tenemos del todo claro si es un hipotiroidismo primario o uno central. Pienso "Es normal, después de estudiar sobre muchas otras cosas, estoy desentrenado. Aunque bien es verdad que es una cosa tan básica que no deberías haber olvidado". Sin embargo, nos menciona que hay una patología muy rara que seguramente no conozcamos que es el Síndrome de Pendred. Falso, lo conozco. Y es entonces cuando me doy cuenta de la paradoja de recordar perfectamente esa rareza y no recordar lo que necesita saber un médico general, que se supone que es el objetivo de la formación de pregrado. 

Pasando por alto este inciso mental que me permito durante la clase, mi mente vuelve al aula y continua escuchando el diagnóstico diferencial de las diferentes causas de hipotiroidismo. Miro el reloj cada pocos minutos. Mi cerebro ya está pidiendo a gritos que le haga el favor de desconectar. Llegan las nueve y le concedo su merecido capricho. 

Una semana más, y a pesar de los engorroso del asunto, salgo contento esperando que empiece un fin de semana de merecido descanso, sabiendo que junto con esta clase, las que vienen empiezan a suponer el grueso de la MIRicina. Siguiente parada: Cardiología



A.


16 de enero de 2014

El mapa de John Snow


El último examen que me queda por hacer en este último primer cuatrimestre, es el examen de Medicina Preventiva. A priori, es conocida la benevolencia de los “preventivistas” a la hora de evaluar a los estudiantes de sexto, por lo que no es un examen que me genere mucho estrés. Quizá por ello aproveche cualquier excusa para distraerme y desviar mi atención a cualquier asunto.
Esta vez, el asunto en cuestión deriva de toparme de lleno con la figura de John Snow. Para muchos de nosotros, este nombre nos lleva directamente a Invernalia, donde el hijo bastardo de un tal Ned Stark  decide entrar a formar parte de la Guardia de la Noche. Sin embargo, y lejos de tener relación, me entero de que este nuevo John es uno de los padres de la epidemiología moderna. En otro momento, quizá hubiese decidido pasar la página y seguir adelante para terminar pronto con el tema, pero viendo la intriga que me genera, decido investigar un poco.
Londres, 1844. Un recién licenciado en Medicina, John Snow, establece su consulta de cirugía y medicina general en el barrio de Soho. Ahí comienza a dar sus primeros pasos hacia la historia, desarrollando un dispositivo de administración de éter que le llevaría a ser uno de los anestesiólogos más prestigiosos de la ciudad. Llega el año 1848 y con él, la segunda epidemia de cólera en Inglaterra. Mientras un grupo de eruditos discute si el contagio de produce por contacto directo con enfermos (contagionistas) o se produce por la transmisión de partículas a través del viento (miasmáticos), John propone una tercera hipótesis en base a sus observaciones.
Basándose en los registros de defunción, se da cuenta de que la zona sur de la ciudad de Londres tiene una elevadísima tasa de mortalidad por la epidemia, en comparación con el resto de distritos. En este punto, le da por pensar en cuáles son las principales diferencias de ese distrito respecto al resto de la ciudad y es así, como se da cuenta de que el agua que la zona sur recibe del Támesis, procede de la parte baja del río, una vez que éste ya ha atravesado la ciudad. ¿Coincidencia? Tal vez, pero el pensar que no lo es, es lo que le lleva a proponer su teoría. Teoría que, posiblemente debido a la prepotencia de los grandes eruditos, fue rechazada.
 Pasa el tiempo y tras unos años en calma, y sin un adecuado control sanitario, aparece la tercera epidemia del cólera en 1853. Convencido de que su teoría podría ser la explicación del origen de la enfermedad, Snow decide registrar el número de defunciones debidas a la enfermedad y la fuente de agua que recibió cada paciente. De esta manera, se da cuenta de que los individuos que recibían agua de la parte alta del río presentaban unas tasas de mortalidad muy reducidas respecto a aquellos que se abastecían de la parte baja. 

Empieza a encajar las piezas del puzzle cuando, muy cerca de su vivienda, aparece un brote inusualmente grave que le ayuda a continuar con sus estudios. Se dio cuenta de que la gran mayoría de sus vecinos afectados, obtenían el agua de una fuente en Broad Street. Haciendo trabajo de campo, concretó que 71 de los 83 fallecidos en su barrio, habían obtenido agua de dicha fuente. Con esos datos, y sabiendo que gran parte de los afectados fuera del barrio habían consumido agua de la fuente al pasar por la zona, decidió ilustrar sus hallazgos con el mapa conocido actualmente como “El mapa del cólera de John Snow”.

Gracias a estos datos, logró que las autoridades sanitarias inhabilitasen la fuente de Broad Street, pero sin embargo, debido a la presión de la comunidad médica de la época cegada por su teoría miasmática, se volvió a autorizar su uso sin lograr controlar del todo la epidemia. Hizo falta una cuarta epidemia, con sus consecuentes defunciones, para que Snow fuese tomado en serio y finalmente se pudiese controlar la epidemia.


Esta distracción tan fructuosa, me ha recordado lo prepotentes que podemos llegar a ser los seres humanos. Desde que empecé la facultad, he tenido que lidiar con el complejo de superioridad de algún que otro doctor en nosequé ciencia, que se creía que por ocupar nosequé posición en nosqué institución era equiparable a cualquier residente del Olimpo. Sin embargo, y visto a posteriori, me doy cuenta de que su prepotencia no es sino el síntoma de toda su inseguridad, que les hace discutir con títulos lo que no pueden discutir con argumentos.
 


A.

14 de enero de 2014

La gran enemiga

Creo no equivocarme si digo que todos los estudiantes tenemos siempre una asignatura que odiamos. Una asignatura que parece que nunca va a desaparecer. Aquella que recordamos con miedo y de la que oir sólo su nombre nos pone los pelos de punta. En mi caso lo tengo claro: Bioquimica.

Nuestra historia comienza en 2008. Yo, un apasionado de la Biología de segundo de bachillerato, entraba en Medicina sabiendo que los primeros cursos eran de "ciencias básicas", entre las que se incluía Ella. La ilusión me cegaba la razón y yo empezaba las clases con el ánimo de disfrutar de una asignatura interesante, creyendo que iba a ser lo más "médico" que fuese a estudiar durante el primer cuatrimestre. La docencia creo recordar que no empezó mal, pero a medida que evolucionaba y un señor que convivió con especies ya extinguidas, me contaba que una mitocondria era como una sandía, la cosa se empezó a poner fea.

Nuestro amor duró lo que tardé en entrar en Su laboratorio. Las prácticas durante el primer curso duraban una media de 4 horas, por lo que entramos en una monotonía que apagó la llama que no se podría volver a encender ni con el mechero Bunsen. Desde ahí fue un declive, escalón a escalón. No entendía nada. No había forma de comprender por qué tanta información, tan inconexa, tan específica... Nunca entendí todas las pruebas y test de laboratorio que me obligó a hacer. Nunca entendí por qué me trató tan mal cuando yo verdaderamente estaba por la labor de darle toda mi entrega.

Llegó el momento de examinarse, y tras unas Navidades en las que aprendí lo que era estudiar de verdad,  decidí que lo mejor era tomarse un tiempo entre nosotros y poner distancia de por medio. Decidí que mejor en septiembre. Visto a posteriori me parece una mala opción, porque si tenía la esperanza de que el calor veraniego avivara nuestra llama, estaba completamente confundido. Llega el examen de recuperación y conseguimos llegar a un aprobado de mutuo acuerdo.

No contento con haber tenido que sufrir su continua presencia durante los dos cuatrimestres de primero, llega el segundo año y vuelve a por mi. No me encuentro preparado para este reencuentro, por lo que las cosas salen mal y volvemos a tener nuestra historia de verano. Sin embargo, sabiendo que es el último año puramente preclínico, olvidamos nuestras diferencias y nos dejamos aparcados el uno al otro. Parece que ya está, y seguramente en condiciones normales sería así, pero mi universidad tiene establecido que volveremos a vernos las caras en sexto curso. Acabo de terminar el segundo curso y veo tan lejos sexto que ni me preocupa volver a tener que vernos. Seguramente cuando llegue el momento, estaré preparado y actuaré con la madurez suficiente con la que actúan los adultos hechos y derechos cuando se encuentran con antiguas parejas. Pensé.

Y una vez más, pensé mal.


Llega este año: sexto. El temido reencuentro se presenta de manera súbita tras mucho tiempo desde la última vez. Voy tranquilo y sin prejuicios, sabiendo que Su presencia ya no tiene por qué incomodarme. Con la de cosas que tengo que hacer este primer cuatrimestre, más a nivel personal que académico, decido que nuestros encuentros serán esporádicos, y más bien pocos. Terminan Sus clases y y solamente queda Su examen. Ahora vuelve el tembleque.

Se me había olvidado el odio que la tengo y la repugnancia de su presencia. El ambiente se vuelve enrarecido cuando ella está delante. Me hace sentir incapaz de conseguirlo. Me hace dudar de mi mismo y me trae recuerdos más bien amargos sobre mi índice de suspendos a principios de la carrera. Me provoca náusea pensar que, por culpa de cuatro científicos descerebrados, tengo que estudiarme tropecientos factores de transcripción y otros tantos mecanismos de regulación de la expresión del genoma humano para saber qué coño es la diabetes y cómo funciona a nivel bioquímico. Aun así, hago de tripas corazón y lo intento, procurando no alargar más el día en el que, por fín, no vuelva a saber de Ella.

Hoy, día 14 de enero de 2014, he tenido Su examen. La verdad es que nos hemos comportado con madurez. Yo por mi parte, estudiante de último año, creo haber cogido maña en esto de examinarme, y he aprendido de errores anteriores. Ella, por la suya, ha estado bastante comedida. No ha tenido salidas de tono como en encuentros anteriores, o por lo menos no tantas. Creo, y espero, que esta sea la última vez que tengamos que vernos las caras.


A.


10 de enero de 2014

El tamaño no importa

Otro examen más u otro menos, según se mire. Y es que, con bastante suerte, solamente quedarán otros cuatro exámenes para terminar esta carrera que, sabes cuando empieza, pero que parece que nunca acaba.

El examen de hoy, en otro alarde de la Universidad Autónoma de Madrid por creerse diferente, constaba de cuatro asignaturas completamente diferentes en un único examen. Desde el temario de las Enfermedades Infecciosas, el grueso principal del examen, hasta otras tan variadas como Oncología, Geriatría y Toxicología. El sentido de que estén evaluadas todas juntas bajo una única calificación sigo sin entenderlo, así que si algún bienaventurado da con ello que me lo haga saber.

Por partes, Infecciosas era el 50% del examen, siendo el resto de las especialidades muy minoritarias de forma individual (Oncología 20%, Geriatría 20% y Toxicología 10%). Si unimos estos porcentajes, prefijados en la convocatoria del examen, a la falta de tiempo material para recuperar el poco trabajo realizado durante el cuatrimestre, decidí plantearme la asignatura como un "ensayo MIR" en el que iba a estudiar según la rentabilidad de cada parte. Obviamente tenía que llevar bien preparados los temas de infecciosas, ya que de ellos dependía la mayor parte de las preguntas. Sin embargo, en las otras tres asignaturas podía decidir "esto sí, esto no". Eso me llevó a estudiarme con más profundidad la Oncología y la Toxicología, clínicamente mucho más interesantes a mi parecer, y a hacer un estudio más superficial de Geriatría.

Llego a la facultad con tiempo, localizo donde hago el examen y dejo que pase el tiempo. Veo a la gente. Observo. Me doy cuenta del volumen de apuntes de algunos compañeros. "¿En serio? ¿Dos portafolios enormes para un total de 44 temas? ¿Cuántos folios tiene ésta, 500?". Empiezo a pensar que mi estudio de rentabilidad ha sido demasiado arriesgado. Siempre he sido de los que estudia el Tocho más breve, con el temario más conciso y más esquematizado. Cuanto menos letra mejor. Miro mi carpeta y no hay ni 50 folios. "Esta vez te has pasado de breve""Bueno, calma, aun hay que jugar el partido y aquí nadie ha pitado el final. No adelantemos acontecimientos".

Empiezo a leer la primera pregunta de Infecciosas "¿Cómo que cuál es la acción de la proteína C reactiva? Sé qué hace, pero no por qué mecanismo inmune. Seguro que esto está en uno de esos 500 folios de esa chica. Qué coño de pregunta es esta mierda!? Bueno, venga va, responde y sigue". Después de una primera mala impresión, empiezan a rodar las cosas. Me encuentro con preguntas de las que no he oído hablar. Obviamente habrá datos de los que no tenga ni idea, pero por mucho que hubiese estudiado unos apuntes más extensos no los hubiera encontrado, y si los hubiera encontrado, no me hubiera acordado. Después de seis años en esta facultad he aprendido que los exámenes nunca se corresponden en el 100% con el temario y que siempre te encuentras con preguntas que crees que han sacado de un artículo del último New England.

Sigo con la misma metódica. Lo que sé lo respondo y lo que no, lo lucho, descarto y me la juego en todas (la gran maravilla de este examen es la falta de puntos negativos). Continúo respondiendo y empiezo a pensar qué tendrán los infectólogos en contra de los hombres homosexuales, que siempre les ponen como ejemplo de las enfermedades de transmisión sexual "Qué pasa, ¿Qué las mujeres no comparten con el hombre ese orificio anatómico llamado ano? Entiendo que me quieran poner la enfermedad con características guía pero, ¿No bastaría con poner que la mujer/hombre realiza practicas sexuales de riesgo? Cuánta hipocresía procesan algunos para no querer hablar de relaciones sexuales anales en el ámbito heterosexual...Welcome siglo XXI". Termino el bloque de Infecciosas con buenas sensaciones. Pero sabiendo que es la parte del examen que mejor preparada llevaba no lo celebro, sino que rezo a los Siete Dioses para que el río siga por el mismo cauce.


Oncología empieza y acaba con buenas impresiones (gracias oncólogos, sois gente maja). "Hice bien en no estudiarme ni un TNM. Rentabilidad 100%". Paso la página y me topo con un título que reza "Geriatría (preguntas 71-90)". Ahora sí, evoquemos lo aprendido en la planta de Medicina Interna, que se parece en gran medida a la Geriatría, por mucho que los geriatras se empeñen en negarlo. Veo que hay algunas cosas que no, que ni con esas. Sin embargo muchas otras si puedo deducirlas del "conocimiento general". Termino con la dignidad en pie, y paso al último bloque con las preguntas de Toxicología. Gracias a la gran simpatía que le proceso a la Medicina Intensiva, y por ello el temario me resultó atractivo, y a que los intensivistas son gente maja, termino el examen con diez preguntas que me dejan en la boca un buen sabor. Paso a la plantilla, y a la calle. Comentarios varios, y pa' casa, que nos hemos ganado la siesta.

Tras una larga tarde de descanso saco una reflexión en relación con el volumen de estudio. Y es que a lo largo de todos estos años, he ido aprendiendo que no vale tanto el volumen de lo estudiado sino lo fijado. Siempre veo algún compañero que se hace con los apuntes más extensos, con más información, con el último detalle fisiopatológico y los trescientos cincuenta y dos esquemas terapéuticos posibles. Sin embargo, y el tiempo me ha dado la razón, eso no vale de nada. Al fin y al cabo, la capacidad de almacenar información del ser humano es limitada, y es por ello que yo soy más de estudiarme unos buenos esquemas que me den una base general sobre el mecanismo y tratamiento de las enfermedades, y a partir de ahí utilizar una de las armas más importantes y menos utilizadas por el ser humano: La Razón.


A.