Sólo sé que parecía lejano. Horriblemente lejano. Despreocupadamente lejano. Como si nos separase un inmenso abismo de apuntes, simulacros y horas de estudio que, una tras otra, han logrado que nos plantemos aquí. A dos semanas del examen. Parece mentira...
Creo que no lo hemos hecho nada mal. Es más, diría que lo hemos hecho cojonudo (no es momento de ser humildes). Nos hemos levantado todos los días y hemos estudiado lo que unas guías nos decían. Hemos confiado en que una serie de "eruditos" en la materia nos llevasen de la mano hasta aquí. Hemos sido capaces de pasar gran parte del verano detrás de una mesa, mientras nuestros insolidarios amigos y familiares atestaban Facebook con fotos de playas paradisíacas. Y casi sin quejarnos. Hemos sido capaces de no sucumbir a la rutina y de buscar planes de domingo para paliar nuestra apatía al final de otra semana de estudio. Hemos jugado día a día, estudiado asignatura tras asignatura y contestado una pregunta detrás de otra. Y han sido unas cuantas.
Hemos sido constantes. No ha habido frenazos ni aceleraciones bruscas. Hemos levantado el pedal del embrague suavemente en cada cambio de vuelta para ajustar la velocidad a las condiciones de la pista. No hemos sucumbido ni a la desgana ni a la "sobremotivación". Hemos visto la carrera como una maratón y no como los 100 metros lisos. Hemos trabajado el poco a poco y el "partido a partido" que dirían los forofos.
Hemos sido constantes. No ha habido frenazos ni aceleraciones bruscas. Hemos levantado el pedal del embrague suavemente en cada cambio de vuelta para ajustar la velocidad a las condiciones de la pista. No hemos sucumbido ni a la desgana ni a la "sobremotivación". Hemos visto la carrera como una maratón y no como los 100 metros lisos. Hemos trabajado el poco a poco y el "partido a partido" que dirían los forofos.
Han sido tantos meses con la misma rutina, que me niego a pensar que el resultado solamente dependa de las cinco horas que dura el examen. Siete meses de esfuerzo y dedicación tienen que inclinar la balanza de la suerte de alguna manera. No sé mucho de probabilidad (a no ser que me des cinco opciones y me sienta como en casa), pero en el colegio aprendí que si en la caja metes más bolas verdes que rojas, la probabilidad de coger verde aumenta. Y eso es lo que hemos hecho. Y por eso confío en mí, en mi esfuerzo y en los resultados.
Dos semanas nada más para que volvamos a retomar la vida de una persona cuasinormal (con los pequeños tics y secuelas que nos hayan quedado de modo residual, claro). Dos semanas para no sucumbir a las inseguridades y a los miedos. Solamente dos más y luego ya, si eso, nos venimos abajo. Hasta entonces queda prohibido. Hasta entonces, y como dice Irene, "vamos a ser el número uno de nuestro MIR".
A.