El último examen que me queda por hacer en este último
primer cuatrimestre, es el examen de Medicina Preventiva. A priori, es conocida
la benevolencia de los “preventivistas” a la hora de evaluar a los estudiantes
de sexto, por lo que no es un examen que me genere mucho estrés. Quizá por ello
aproveche cualquier excusa para distraerme y desviar mi atención a cualquier
asunto.
Esta vez, el asunto en cuestión deriva de toparme de lleno
con la figura de John Snow. Para muchos de nosotros, este nombre nos lleva
directamente a Invernalia, donde el hijo bastardo de un tal Ned Stark decide entrar a formar parte de la
Guardia de la Noche. Sin embargo, y lejos de tener relación, me entero de que
este nuevo John es uno de los padres de la epidemiología moderna. En otro
momento, quizá hubiese decidido pasar la página y seguir adelante para terminar
pronto con el tema, pero viendo la intriga que me genera, decido investigar un
poco.
Londres, 1844. Un recién licenciado en Medicina, John Snow,
establece su consulta de cirugía y medicina general en el barrio de Soho. Ahí
comienza a dar sus primeros pasos hacia la historia, desarrollando un
dispositivo de administración de éter que le llevaría a ser uno de los
anestesiólogos más prestigiosos de la ciudad. Llega el año 1848 y con él, la
segunda epidemia de cólera en Inglaterra. Mientras un grupo de eruditos discute
si el contagio de produce por contacto directo con enfermos (contagionistas) o
se produce por la transmisión de partículas a través del viento (miasmáticos),
John propone una tercera hipótesis en base a sus observaciones.
Basándose en los registros de defunción, se da cuenta de que
la zona sur de la ciudad de Londres tiene una elevadísima tasa de mortalidad
por la epidemia, en comparación con el resto de distritos. En este punto, le da
por pensar en cuáles son las principales diferencias de ese distrito respecto
al resto de la ciudad y es así, como se da cuenta de que el agua que la zona
sur recibe del Támesis, procede de la parte baja del río, una vez que éste ya ha
atravesado la ciudad. ¿Coincidencia? Tal vez, pero el pensar que no lo es, es
lo que le lleva a proponer su teoría. Teoría que, posiblemente debido a la
prepotencia de los grandes eruditos, fue rechazada.
Pasa el tiempo y tras unos años en calma, y sin un adecuado
control sanitario, aparece la tercera epidemia del cólera en 1853. Convencido
de que su teoría podría ser la explicación del origen de la enfermedad, Snow
decide registrar el número de defunciones debidas a la enfermedad y la fuente
de agua que recibió cada paciente. De esta manera, se da cuenta de que los
individuos que recibían agua de la parte alta del río presentaban unas tasas de
mortalidad muy reducidas respecto a aquellos que se abastecían de la parte
baja.
Empieza a encajar las piezas del
puzzle cuando, muy cerca de su vivienda, aparece un brote inusualmente grave
que le ayuda a continuar con sus estudios. Se dio cuenta de que la gran mayoría
de sus vecinos afectados, obtenían el agua de una fuente en Broad Street.
Haciendo trabajo de campo, concretó que 71 de los 83 fallecidos en su barrio,
habían obtenido agua de dicha fuente. Con esos datos, y sabiendo que gran parte
de los afectados fuera del barrio habían consumido agua de la fuente al pasar
por la zona, decidió ilustrar sus hallazgos con el mapa conocido actualmente
como “El mapa del cólera de John Snow”.
Gracias a estos datos, logró
que las autoridades sanitarias inhabilitasen la fuente de Broad Street, pero
sin embargo, debido a la presión de la comunidad médica de la época cegada por
su teoría miasmática, se volvió a autorizar su uso sin lograr controlar del
todo la epidemia. Hizo falta una cuarta epidemia, con sus consecuentes
defunciones, para que Snow fuese tomado en serio y finalmente se pudiese
controlar la epidemia.
Esta distracción tan fructuosa, me ha recordado
lo prepotentes que podemos llegar a ser los seres humanos. Desde que empecé la
facultad, he tenido que lidiar con el complejo de superioridad de algún que
otro doctor en nosequé ciencia, que se creía que por ocupar nosequé posición en
nosqué institución era equiparable a cualquier residente del Olimpo. Sin
embargo, y visto a posteriori, me doy cuenta de que su prepotencia no es sino
el síntoma de toda su inseguridad, que les hace discutir con títulos lo que no
pueden discutir con argumentos.
A.
Mi próximo es oncología... y mi siguiente preventiva!! jajaja Pero reconozco que lo primero que he pensando ha sido en el Snow de verdad... el de Games of Thrones... por supuesto... jajaja =)
ResponderEliminarGracias por recordarme la historia que ya conocía (supongo que de Historia de la Medicina y de alguna que otra asignatura previa... epidemiología, preventiva uno.. o lo que sea...) y por la buena reflexión final.
Es lo que ocurre siempre que uno quiere mostrar una gran idea a un IDEOta...ni modo a buscar maneras de hacerlas llegar =).
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