6 de mayo de 2013

Inicio de temporada de exámenes

Como otro cuatrimestre más, empezamos una jornada de exámenes con nervios, mucha carga de estudio y ganas de que termine lo antes posible intentando no darnos cuenta de qué ha pasado. Estas semanas en las que no he publicado ningún post he estado cubriendo el trabajo que no he hecho durante el cuatrimestre, que no es poco, pero poco a poco parece que las cosas van saliendo adelante.

Esta vez ha tocado empezar con el examen de Dermatología. Es una asignatura bastante extensa en mi universidad, con unos 40 temas sobre todo tipo de enfermedades y fotografías capaces de quitarle el hambre a cualquiera que se preste. Después de un intenso fin de semana de repaso, la verdad es que puedo decir que no ha ido mal.

A raíz del examen me he dado cuenta de una actitud que suele pasarnos a la mayoría de los estudiantes, por lo menos en mi facultad, al salir de un examen: el pesimismo.

Desde siempre hemos sido los mejores de nuestras clases, destacando en el colegio y en el instituto, con mayor o menos esfuerzo. Hemos ido preparados a los exámenes con la intención de bordarlos y casi siempre había sido así hasta llegar a la universidad. Cuando nos enfrentamos a nuestros primeros exámenes de la universidad lo hicimos con nerviosismo y desorientación, sin saber muy bien si íbamos preparados correctamente o si el estudio que habíamos llevado a cabo valdría lo suficiente como para aprobar. Nos empezamos a llevar nuestros primeros suspensos a casa, nuestras primeras desilusiones por haber estudiado algo y no haber obtenido los resultados esperados. En definitiva, empezamos a no ser los mejores y no es algo fácil de asimilar.

Estábamos acostumbrados a la perfección, a salir de un examen y saber a ciencia cierta que ese examen tendría una puntuación, sino la máxima, por lo menos bastante alta. Sin embargo, en la facultad empezamos a darnos cuenta de que no todo pueden ser dieces.

El examen de hoy puedo decir que no ha sido un examen fácil. Puedo decir que todos esperábamos quizá un examen más "de andar por casa", guiado por los comentarios y rumores de alumnos que ya habían hecho el examen en años anteriores y les había resultado muy fácil en su momento. Sin embargo, al empezar a pasar las hojas del examen, en vez de encontrar la asociación clara de la Dermatitis Herpetiforme con la intolerancia al gluten, o las lesiones papulosas, púrpuras, poligonales y pruriginosas del Liquen plano, nos hemos encontrado con nombres que ahora mismo no sé ni escribir sobre alérgenos en relación con una dermatitis que le aparece a un hombre en relación con sus zapatos, y varias perlas de estas a las que la UAM nos tiene más que acostumbrados.

No ha sido un examen fácil para ninguno creo, pero sinceramente, y le pese a quien le pese, es un examen que también ha tenido varias preguntas asequibles para el menos docto en la materia. Hubiese sido de agradecer que las preguntas consideradas difíciles estuviesen dentro del temario oficial de las asignatura, claro. Pero también hay que reconocer que seguramente no nos ha salido tan mal como puede habernos parecido en un principio.

Al salir del examen, todo eran caras negativas, de horror y pánico, de desilusión. La gente no paraba de comentar las preguntas más horribles de las 100 que se nos han presentado. Pero nadie comentaba las preguntas que habían sido muy obvias y asequibles. Y a eso me refiero cuando digo que somos unos estudiantes bastante pesimistas en nuestra gran mayoría.

Cuando salen las notas, de repente y sin saber cómo, los que escuchaste decir "¡Qué mal me  ha salido!" tienen un 9 al lado de su nombre en el tablón, o por lo menos gozan del privilegio de un aprobado. Sinceramente no creo que salgan del examen diciendo eso y pensando por dentro lo bien que les ha ido. Creo que es la inseguridad la que se apodera de nosotros cuando salimos de un examen que no hemos bordado, porque siempre hemos estado acostumbrados a sacar las mejores notas, sin saber que entre el 10 y el 5 hay un amplio margen y que una nota intermedia es igualmente buena.

Por el momento solamente queda seguir estudiando y esperar salir de los exámenes que vienen por delante con la sensación de haber dado todo lo que se podía dar y, salgan bien o salgan menos bien, intentar exigirnos menos de lo que lo hacemos de vez en cuando, porque esta bien ser autoexigente, pero está mejor ser realista con uno mismo.



A.





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