10 de diciembre de 2013

Clase de Estadística de 1ª Vuelta

Solo ha pasado una semana desde que un cirujano vascular nos sorprendió con una maravillosa clase de Epidemiología, y CTO ha decidido que la mejor manera de complementar el estudio de primera vuelta de una de las asignaturas más rentables de cara al MIR era que la segunda parte, la dedicada a Estadística, la diese un traumatólogo. Podría parecer un inicio pesimista y desalentador sobre la calidad de la clase, dada la idea preconcebida que tenemos todos, o por lo menos la gran mayoría, de los traumatólogos y su conocimiento sobre "loquenoestraumatología", pero he de decir que nos ha cerrado la boca a más de uno.

Dado el buenísimo nivel alcanzado la semana pasada en una de las asignaturas que más engorrosas me parecen, se me hacía difícil tomarme el primer café de la mañana sin plantearme si la clase de hoy podría ser por lo menos parecida. A medida que avanzaba la mañana y llegaba la hora de presentarse en la academia, me iba haciendo a la idea de que no iba a ser igual y que no por ello tenía que ser mala. 

Empieza la clase, el profesor se presenta como traumatólogo y mi ánimo se desploma. Sin embargo, empieza a explicar el cálculo del tamaño muestral, y me cierra la boca, coge mis prejuicios y los tira por la ventana. Sistemático. Sencillo. Lógico. Ordenado. No había apelativos que no fueran positivos. Me engancha. Sigue explicando los diferentes tipos de variables en estadística, y continúa con medidas de tendencia y medidas de dispersión. En ese punto me paro a pensar y me doy cuenta de que verdaderamente este tío no estaba dando clase. Estaba obrando un milagro. Yo, el que nunca entendió un sólo concepto de Estadística durante la carrera y que rehuía de todo enunciado que albergase un número, estaba entendiendo a la perfección la sucesión de pasos que se deben tomar para hacer un buen análisis estadístico de un estudio. Me estaba enterando de la importancia de las características de la muestra para usar una medida de tendencia u otra, y en consecuencia, una medida de dispersión o la otra. Estaba comprendiendo la importancia del error alfa y del error beta. Estaba metido de lleno en una explicación que contenía fórmulas, números y alguna que otra relación matemática, y no me temblaban ni las piernas. Lo que yo te diga, un milagro.

La clase continúa con muchas más ideas teóricas y otras tantas prácticas, con el manejo de la estadística descriptiva, intercalando cada explicación con una buena cantidad de preguntas de test. Cada pregunta era una excusa para explicar algo, pero casi todas eran prácticamente iguales. Empiezo a darme cuenta de que, como quien dice, esto es sota, caballo y rey. Nada de grandes tratados de Estadística como se empeñan en darnos en la facultad. Con cuatro conceptos bien ordenados no es tan difícil de entender. 

Llega el descanso antes de lo previsto y todos los compañeros salimos entusiasmados con los estómagos sedientos y las buenas sensaciones de estar aprovechando la tarde. Respiramos, nos ahumamos y subimos al segundo asalto. El ritmo no decae y a medida que avanzan las preguntas me encuentro con enunciados que me recuerdan a alguna de las preguntas que encontré en el primer simulacro, y que en su momento me parecieron escritas en hebreo. Las saco y me siento semidiós. Esto funciona, amigos. Pasamos a la estadística inferencial y aunque la cosa se complica, el señor traumatólogo sigue dando la talla y continúa con el buen ritmo que llevaba. Termina haciéndonos una tabla sobre los diferentes test estadísticos que se hacen en función del tipo de variable (a memorizar sí o sí, muy a mi pesar) y sin darnos cuenta, todo acaba y la cabeza sigue en su sitio. No me lo termino de explicar, pero con cuatro explicaciones muy bien explicadas tengo todo en su lugar.


Todo esto me demuestra lo que ya sospechaba desde hace mucho tiempo. Este sistema me ha terminado de confirmar que todo el contenido que se empeñan en hacernos engullir en la facultad termina siendo inútil si no lo sistematizan de la manera adecuada y que con mucho menos se puede llegar a hacer mucho más. Ahora solamente me queda esperar a que estas dos clases me sean de utilidad ya no para el MIR, que eso no lo pongo en duda, sino también para el examen de Farmacología que tengo antes de la siguiente cita con la academia. Y hasta entonces, me despido.



A.



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