11 de febrero de 2014

Rotando por Atención Primaria

Como ya dije en una entrada anterior, este último curso de la carrera, en la Autónoma, tenemos una rotación obligatoria por el centro de salud para poder hacernos una idea de cómo es la Atención Primaria en nuestro país. Creo que la idea no es mala, ya que los estudiantes, que prácticamente realizamos todas nuestras prácticas en hospitales de tercer nivel, no tenemos una idea mucho más definida que cualquier paciente que pueda pasar por el centro de salud para ver a su médico de cabecera.

La rotación se organiza durante tres semanas, en las cuales se pretende que pasemos por las diferentes secciones del centro de salud (medicina de familia, pediatría, extracciones, urgencias, atención domiciliaria...). A priori, se nos asigna un tutor en un centro de salud adscrito a la universidad y luego, una vez dentro del ambulatorio, vamos pasando por los sitios donde se pueda.

Desde que empecé la carrera, nunca me he sentido atraído por la Atención Primaria, y esta rotación no ha hecho más que confirmarme que prefiero con creces la atención del hospital. Como en todo, ha tenido sus puntos favorables y sus puntos desfavorables desde mi punto de vista, pero en mi caso que me gusta mucho el paciente agudo, el centro de salud me ha terminado pareciendo bastante aburrido.

Empecé rotando en Medicina de Familia, viendo pacientes tanto jóvenes como mayores, aquejados tanto de patologías crónicas que requerían control (HTA, DM, IRC...) como de patologías agudas (faringoamigdalitis, sinusitis, gripe, esguinces...). La verdad es que he visto una consulta variada, en la que si tengo que destacar algo que me ha llamado la atención, ha sido la cantidad de pacientes que acuden en busca de que alguien les escuche. Muchos de ellos, aparte de requerir medicación ansiolítica o antidepresiva, lo que verdaderamente venían demandando era una persona a la que contarle que su relación de pareja no estaba pasando por su mejor momento, o que su trabajo estaba empezando a afectar su vida personal, o que los problemas económicos le tenían agarrado por el cuello... Me ha parecido que el papel del médico iba más allá de lo puramente médico. Llegaba a meterse verdaderamente en la familia, conociendo completamente su estructura y situación, con todo lo que ello conlleva. Tanto lo bueno, como lo malo.

Personalmente me ha parecido una consulta bonita desde el punto de vista humano. Pero mirándolo desde el punto de vista científico, y atendiendo a mis gustos en el paciente agudo grave, he echado de menos el "aquí y ahora". Se ve mucha más patología de la que en realidad creía, pero bien es verdad que aun así, sigo viéndolo con poca acción para mi gusto.

Después de las dos primeras semanas con el médico de familia, pase la última semana en la sección de Pediatría. Como ya he dicho en anteriores ocasiones, es La especialidad que me apasiona, por lo que tenía muchas ganas de conocer la salida laboral más asequible después de terminar la residencia, que no es otra que el ambulatorio. Entré con miedo sabiendo que podía llegar a hacerme dudar otra vez sobre si era o no la especialidad que yo tengo tan clara, y aunque no me ha apasionado la visión del centro de salud, no me ha quitado la idea de terminar haciéndola.

Otra vez, es una consulta variada, en la que se ve sobre todo patología infecciosa (en su mayoría patología "banal", no os voy a engañar) y osteoarticular. Además, he conocido lo que siempre me había mencionado como "El control del niño sano". La idea que me llevo es que consiste en hacer una vigilancia longitudinal del proceso de maduración del niño, viendo si crece o no crece, si gana peso o no, si tiene un correcto desarrollo psicomotor o por el contrario se estanca en algún momento, y sobre todo llevar a cabo la vacunación. Puede parecer una "medicalización de un proceso normal", pero yo prefiero enfocarlo como un estudio detallado del niño que permite detectar de manera temprana, y ponerle solución, cualquier proceso que pueda comprometer su maduración y desarrollo. En definitiva, ha sido entretenido ver la relación del pediatra con niños que conoce (algo que en el hospital es más difícil) y con las temidas madres. En este caso, lo que más me ha llamado la atención, es lo diferente que es la actitud de los padres con el pediatra de atención primaria respecto a los del hospital, ya que en el primero depositan por lo general bastante confianza, mientras que el segundo es un tío/tía con bata blanca que aparece en un momento de estrés para ellos, y que es un completo desconocido que se va a hacer cargo de su "cachorro".

Como conclusión, solo puedo decir que, a pesar de que se me ha hecho una rotación larga y a mi gusto un poco coñazo
, es una rotación necesaria en la formación de todo médico. No solamente por aportar un punto de vista que para alguien puede resultar tremendamente atractivo, sino porque además nos ayuda a hacernos una idea a todos de cómo funciona la otra cara de la moneda y de a qué se enfrentan en otros escenarios diferentes al hospital.


A.

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