14 de mayo de 2014

Medicina, ¡se termina!

Todo empezó el 17 de septiembre de 2008, y aun me acuerdo hasta de la ropa que usé ese día. Llegar a la facultad, ver a toda esa gente nueva con la que intuía que pasaría mucho tiempo, y pensar acojonado lo que se venía encima. Entré con ganas y sin saber muy bien dónde me metía. Nunca se me había pasado por la cabeza ."¿Medicina? ¿Yo? No sé, no lo veo...". El número 218 se escribió prácticamente solo en la preinscripción de la matrícula, y sin pensarlo más de dos veces para no echarme atrás. "Ya está, no hay vuelta atrás".

Desde el primer día me di cuenta de las dificultades que iban apareciendo, haciendo que cada asignatura se mostrase cuesta arriba. Y los comentarios de los mayores no nos ayudaban mucho "Bioquímica es muy difícil, y Biología...¡Buah! solamente apruebas si amplias los apuntes con el Alberts". Yo, que siempre había sido de dejar las cosas hasta el último momento, empecé a verlo todo demasiado negro. Llegaron los primeros exámenes y con ellos los primeros suspensos que hemos tenido la mayoría de nosotros. Digan lo que digan, la primera vez, duele. Nosotros, los empollones y repelentes de todos los colegios reunidos en una clase, los que nunca suspendían. Ahí nos tenían, pringando y recibiendo una cura de humildad de la que también se aprendió algo... Y al final, con esfuerzo y un verano de estudio de por medio, salimos adelante...

La temida Anatomía II se nos puso por delante para no hacer otra cosa que perturbar nuestros sueños. Volvemos a los comentarios de los "experimentados": "Las notas de Anato salen en un post-it y solamente apruebas cuatro elegidos por Gracia Divina". Desde ahí hasta el final del curso, solamente recuerdo cómo mi nariz iba perdiendo el olfato a medida que el formaldehído se iba haciendo parte de mi, o cómo soñaba con las disecciones, o lo que era llegar recién desayunado a las 9.00h. para meter las manos en las tripas de un cadáver... Y agobio. Mucho agobio. "Si suspendes el segundo cuatri vuelves a presentarte de todo en septiembre". Más agobio. "Me dejo todo lo demás, pero yo esto lo apruebo por mis pelotas". Al final el post-it no era tan post-it, como le prometí a mis testículos, me olvidé de todo lo aprendido nada más salir de la sala de disección con el aprobado bajo el brazo.

El 14 de Octubre de 2010 se nos abría un nuevo lugar asociado a la facultad: El Hospital. Tras un sorteo de todo menos pacífico, logramos hacernos un hueco cada uno de nosotros en uno de los hospitales. "¿Verdad? No vaya a ser que no hubiese plazas para todos...". Pasa por Marban, compra tu primer fonendoscopio y ¡Ojo! Elije bien el color, no vaya a ser que te arrepientas. Llegas a casa, inocente de ti y tu familia te dice que lo uses. "¿Hola? Sólo sé que esto se pone en las orejas y esto en tu pecho". A partir de aquí todo fue crecer. El nombre de aquel primer paciente, Nicolás, que fue el primero en contribuir de forma activa a enseñarme a auscultar, tocar un tripa, palpar los pulsos y hacer toda clase de perrerías que anunciaba entrando en la habitación con el tan utilizado "Hola, soy un estudiante de Medicina y vengo a hacerte unas preguntas...". Las primeras veces de todo. El primer paciente que se va de alta con la sonrisa puesta en la cara, y el primero que terminas dejando que descanse tranquilo... Empiezas a ser consciente de qué signifca ser médico.

Después de mucho estudio, los exámenes del tercer curso, los casos imposibles, el Mieloma Múltiple, el suspendo de Microbiología, otro verano más estudiando... Depués de todo eso, dimos un giro de 180º para colocarnos definitivamente en el hospital. Y empezamos a entrar de lleno. La impresión de la primera cirugía con conexión extracorpórea, y el aburrimiento a partir de la segunda. El primer día en Pediatría, que ya me dejó claro que volvería por ahí. El primer parto en Gine, y el segundo, y el tercero... La planta de neumo y los trasplantados pulmonares. La sala de Hemodinámica y la Unidad de Arritmias... Anatomía de Grey se quedaba corto. Pasamos a quinto y volvemos a toparnos con un hueso duro de roer pero que, habiendo aprendido en años anteriores a manejar el agobio y la incertidumbre, logramos morder y dejarlo a un lado. Eso sí, sin dejar de odiar a nuestros compañeros que se exiliaron a la vida Erasmus.

Y por último, llegamos a sexto. "Ya está hecho", nos dijeron. Y volvimos a disfrutar. De las prácticas como un residente 0. De hacer evolutivos, formar parte activa del equipo e involucrarte en el Servicio. De ir y rotar, y nada más. De llegar a casa sabiendo que algo habías podido hacer y que empezabas a manejarte con cierta soltura después de los tres años anteriores. De saber que estabas medio preparado para terminar.

Sin embargo, empezamos a sentir el vértigo. De ver el final tan cerca o de saber que dentro de poco será algo más que un "juego". De darnos cuenta de que los meses iban corriendo y detrás de esto viene el MIR. De despedirnos de un hospital que ha sido como una segunda casa para la mayoría de nosotros. De decir adiós al personal y compañeros que hemos ido conociendo a lo largo de estos años. De ver que no nos daba tiempo a hacer todas las cosas que queremos hacer antes de terminar.

Y así hasta el 12 de mayo de 2014, cuando un grupo de chicos y chicas, entrabamos en un aula como estudiantes de medicina para hacer el último examen, y salíamos de ese mismo aula como médicos. Y fue así como después de años siendo testigo de que "Medicina, ¡se termina!", pasamos a ser los protagonistas, y dejamos constancia de que para terminar esta carrera no hace falta ser sólo un superhéroe, sino que hay que tener la picardía de un pirata para sacarlo adelante y la paz interior para no volverse loco a destiempo, sin olvidarnos además de manejar la dulzura de una princesa para no mandarlo todo al traste cuando las cosas salen del revés en el primer intento.


            

Enhorabuena, doctores/as.




A. 




4 comentarios:

  1. Enhorabuena!!!!

    A mí todavía me queda un hueso duro... (legal.. MAÑANA =( ... y esperar a no tener que ir al final...), trabajos y 3 exámenes más espero que lights...
    Así que... así me plantaré dentro de un mes...

    Y aún con prácticas por hacer, pero intentando disfrutar de lo que puedo ;)

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    1. Mucho ánimo Irene! Ya va quedando menos y la verdad es que cuando terminas, a la euforia del principio le sigue una sensación un poco desconcertante... jajajajaja suerte;)

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