Nunca me había parado a pensar en esto. Nunca había estado de pie, al lado de la familia, durante media hora. Sin hacer historias clínicas ni explorar a ningún paciente. Sin ver analíticas ni evolutivos ni llamar a rayos para pedir que hagan una prueba. Nunca había estado ahí, de pie, sin hablar con el paciente o su familia. Nunca había acompañado a alguien en el proceso de ver cómo la vida se iba apagando poco a poco, bajando las constantes en el monitor, hasta que todo acaba y puedes ver cómo el descanso por fin le ha llegado a ese pequeñajo de tan sólo 4 años con toda una historia de ingresos y sufrimiento a sus espaldas.
No puedo decir que haya sido un día alegre, como imagino que entederás, pero lo que sí puedo decir es que ha sido un día de aprender cosas que no están en los grandes tratados de medicina. Ha sido el día de aprender el papel del médico cuando su principal función, el curar, no puede llevarse a cabo. No es un aprendizaje fácil, pero sí necesario. Ha sido el día de aprender a acompañar.
A.
A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario